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Los usos vernáculos del verbo en el habla guajira

Por Abel Medina Sierra.

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El verbo es la categoría gramatical que se constituye en núcleo del predicado y, por lo tanto, elemento lexical necesario para expresar un enunciado. El verbo puede designar tanto una acción (correr), un proceso (enseñar) o un estado (dormir). Tanta es su importancia que, por sí solo puede constituir una oración gramatical (“Cállate”, por ejemplo). En nuestra lengua, el sistema verbal es muy complejo por sus variantes en tiempo, modo y persona, lo que no sucede en otros idiomas.

Así como sucede con los nombres y adjetivos, esta categoría está sujeta a las variantes dialectales y los usos regionales. En nuestra región, algunos verbos se usan tanto en el sentido general y estándar de la norma central, pero también se aclimatan a ciertos usos vernáculos. Este fenómeno le confiere algo de creatividad al mismo tiempo que complejiza la categoría gramatical en el habla regional.

Hay que tener en cuenta que, en La Guajira, existen zonas dialectales que a su vez entran en una macro categoría de dialecto costeño caribe. Uno es el que se habla en la zona costera con municipios como Riohacha, Dibulla, Uribia y Manaure. Otro que se habla en los pueblos del sur de Riohacha, también el “provinciano” de los pueblos del sur (el mismo dialecto del norte del Cesar) y, uno que poco se menciona que es el maicaero, todo un sancocho verbal nutrido de influencias barranquilleras, guajiras y venezolanas.

Algunos casos de usos vernáculos de verbos aplican en cada una de estas zonas dialectales, otras son específicas de una zona. Para ir dando ejemplos concretos, el verbo “morder” para los provincianos no solo se usa para referirse al acto de clavar los dientes y lo encontramos en frases como “Me tocó morder a esa hora de la casa para el mercado”. Ahí tendría un sentido de “tomar una ruta” o “emprender una tarea”. Casi en ese mismo sentido, el verbo “enganchar” no siempre se refiere a colgar con gancho o vincular un empleado, para los guajiros en general es más usado en el sentido de “emprender”, “acometer”, “poner en acción” como en “Coge la pala y engancha”. De igual forma, adquiere en nuestro medio un sentido implícito erótico: “Los encontraron enganchados” o “Yo la enganché”. Muy parecida a este, es un verbo producto de la creación lexical vernácula: “Entrompar”. Se puede interpretar como “acometer”, “asumir”, “actuar con decisión” en frases como “Vamos a entrompar con ese trabajo”, “Ya entrompé a esa hembra”.

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“Empujar” (a veces remplazado por la prótesis “arrempujar”) en esta zona lingüística no siempre se usa en el sentido de “hacer fuerza o presión contra algo o alguien”. Un guajiro se “empuja unos tragos”, se “empujó dos platos de sopa” con lo que se rebasa el sentido original del verbo y se agrega el de consumir. Similar significado se le agrega a “arregostar” (que en esta zona se cambia por “arrecostar”) que trasciende el original de adosar, acercar para dar un sentido de consumir: “Me arrecosté unos tragos anoche” o el de acometer: “Le arrecostaron tres palazos”. A propósito del consumo, en ese mismo sentido de “arrecostarse” unos tragos, en esta región se puede remplazar por una paráfrasis verbal: “Nos dejamos caer tres botellas”.

El verbo “soltar” adquiere también un uso regional en frases como “soltar los perros”, “suéltame el secreto”. Mientras que “encajar” no siempre designa la acción de meter o ajustar algo dentro de una cosa: “Le encajó tres goles”, “Le encajaron tres pelaos”. “Encasquetar” no se suele usar como encajar ajustadamente el sombrero en la cabeza sino asignar una ardua tarea: “Le enca(s)quetó dos bultos más”. A otro verbo, “mamar”, le solemos agregar un nuevo sentido como dilapidar: “Se mamó la plata” o cansar “Me mamé de tantos celos”. El nombre “cajeta” se suele verbalizar en casos como “Lo cajetearon” que equivale a “lo asesinaron”.

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Otro fenómeno muy común en el habla guajira y el costeño caribe, es de la doble categoría de sustantivo/adjetivos que surgen a partir de algunos verbos. Se trata de un verbo al que se le agrega otro, un nombre o adjetivo para formar una palabra compuesta que cambia a sustantivo o adjetivo. Los más comunes en la región son: Corre corre, llevaytrae, tatequieto, amansaloco, acabaropa, asaltacunas, buscapleitos, chupamedias, levantamuertos, tirapiedras, manchatripas, matapasión, arrebatamacho, voltearepas.

Por último, nuestra habla regional también está plagada de arcaísmos. Es bien sabido que, el castellano americano preservó muchos vocablos que en España pasaron al desuso. La mayoría de estas palabras, son de uso regional, nacional y en general continental. Algunos de los verbos muy comunes en La Guajira que ya desaparecieron del habla castellana en España son: aguaitar (acechar), amagar (hacer amenazas), capar (castrar), chamuscar (ahumar), convidar (invitar), esculcar (husmear), alumbrar (dar a luz), carbonear (predisponer), encaramar (subir).

Como notamos, la lengua es un sistema abstracto que cuando se concretiza en el habla, se aclimata a cada región que le aporta nuevas voces, otras las cambia y unas más las complementa con nuevas acepciones sin que eso altere el sistema, dentro de la lógica de Saussure según la cual la lengua es mutable e inmutable al mismo tiempo.

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