Por María Alejandra Pérez Carbonó – Comunicación Asangel.
Los Wayuu son una cultura milenaria que no conoce de fronteras, ellos han transitado por Venezuela y Colombia dejando a un lado las líneas limítrofes entre ambas naciones. Esta etnia indígena se autoreconoce como: “La gran nación Wayuu” de la cual hace parte Antonio José Jarariyú, de 23 años, nacido en Maracaibo (Estado Zulia, Venezuela), quien junto a su familia retornó a las tierras ancestrales de sus abuelos, en Uribia (Departamento de La Guajira, Colombia).
En 2014, debido a la crisis económica y social que atravesaba su país, parte de su familia tomó la decisión de retornar a La Guajira colombiana para ayudar a Antonio en sus estudios de Medicina y cumplir el sueño de convertirse en el primer profesional de la familia.
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Durante dos años, este joven wayuu estuvo viajando los fines de semana entre Uribia y Maracaibo para buscar la ayuda que con esfuerzo su familia recolectaba mientras estudiaba.
Pero en 2017, los planes de Antonio y su familia cambiaron definitivamente: la pérdida física de uno de sus siete hermanos, aunado a la intensificación de la situación económica, social y política que atravesaba el país petrolero, lo llevaron a tomar la decisión de pausar su carrera universitaria para reencontrarse con sus seres queridos en Uribia.
Este nuevo escenario le ocasionó una fuerte depresión a Antonio, pero luego encontró un nuevo motivo para seguir adelante: la necesidad de ayudar a sus vecinos en Uribia. Fue entonces cuando conoció a la Asociación Salto Ángel y tuvo la oportunidad de crecer a través de una herramienta maravillosa, denominada «Decido Ser Sin Límites».
Crecimiento y liderazgo comunitario
Antonio actualmente es líder de su comunidad, y a través del proyecto “Tú puedes ser más”, desarrollado por la Asociación Salto Ángel y apoyado por el “Programa de Alianzas para la Reconciliación” de USAID y ACDI/VOCA, ha fortalecido su liderazgo y empoderamiento con la participación en los distintos talleres, especialmente con la herramienta psicosocial “Decido Ser Sin Límites”, además, también está recibiendo formación en liderazgo comunitario y gestión de derechos.
“Gracias al empoderamiento de «Decido Ser Sin Límites» he logrado apropiarme de mis procesos y he aprendido que yo decido hasta donde son mis límites, pero sobre todo hasta donde llegan mis fuerzas, a no rendirme frente a mis adversidades”, puntualizó Antonio.
Una de sus metas a largo plazo es retomar su carrera de Medicina y especializarse en Ginecobstetricia o Pediatría, para así contribuir con la salud de Uribia: “sé que voy a lograr terminar mi carrera, sea en Colombia o en Venezuela, para seguir ayudando a la población de mi tierra ancestral”, agregó Antonio.
El sueño de Antonio es fundar un comedor comunitario para la comunidad de acogida en el
municipio de Uribia con el nombre de Rafael Antonio, en honor a su difunto hermano menor. “Voy a poner en práctica mi dones de liderazgo con las herramientas aprendidas en ACTIVA.LAB, la Escuela de Ciudadanía para la Transformación Social y Liderazgo, donde aprendí a realizar contenidos digitales que ayuden a visibilizar las acciones comunitarias desarrolladas en el asentamiento La Esperanza y a través de esto buscar
benefactores que contribuyan con esta causa humanitaria”.
Para este líder indígena, la formación constante es importante porque alimenta su pasión por el trabajo comunitario y la felicidad al contribuir con el cambio de una comunidad, es por esto que destaca su apropiación del proceso de capacitaciones, especialmente las relacionadas con la migración. “Quiero seguir replicando todos los conocimientos que he
adquirido en estos espacios de formación para orientar a todas las personas que lo
necesiten”, expresó Antonio.