Ante el escenario político y económico que vive Venezuela, Juliana Paola Martínez Arias, joven de 28 años de edad proveniente de Barquisimeto, estado Lara, decidió migrar a Colombia en 2019, con la meta de trabajar y ahorrar para continuar sus estudios profesionales como médico y abogada, los cuales dejó pausados.
Actualmente, Juliana Paola es participante de la metodología Grupos de Ahorro Local (GAL), promovida por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través de su programa Iniciativa de Finanzas Rurales (IFR), que viene impartiéndose en La Guajira, a través de la facilitación de la Asociación Salto Ángel.
Esta joven forma parte de la agrupación Las Emprendedoras, ubicada en el barrio de 31 de Octubre de la comuna 10 de Riohacha, una zona de población vulnerable, pero cuyas condiciones limitadas no han sido impedimento para que interactúen 10 mujeres, entre migrantes y retornadas, quienes vieron en los GAL la oportunidad de organizarse financieramente y lograr así sus metas.
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“Para mí el GAL es un grupo responsable y ahorrador que contribuye a la libertad financiera para cumplir nuestros sueños y metas. En este proceso he aprendido a tener disciplina financiera y noté que no estaba ahorrando de la forma correcta, cosa que retrasaba poder cumplir mis propósitos”, expresa Juliana Paola.
Y es que la metodología GAL se ha convertido en una oportunidad de “oro” para quienes han participado en la misma, pues también han sido vinculados de manera segura al sistema financiero colombiano, teniendo la oportunidad de acceder a una cuenta de ahorro y tarjeta de débito que les garantiza seguridad e independencia financiera. En palabras de Juliana Paola, se trata de “un gran logro”, pues pese a su condición migratoria regular no había podido acceder al sistema financiero formal por desconocimiento y las barreras de acceso al mismo.
Además de ahorrar y compartir con sus amigas, en los GAL ha podido capacitarse, y darle formalidad a su emprendimiento, ofreciendo un buen servicio y valorado con un precio justo. “Gracias a este proceso grupal aprendí a manejar los costos de mi trabajo como estilista de una forma justa y adecuada”, puntualiza Juliana Paola, mientras sonríe al ver el resultado de su compromiso y empeño demostrado durante las 16 semanas de formación dentro del GAL.
La joven barquisimetana es entusiasta, de sonrisa amplia y diligente ante sus responsabilidades, se define como una persona que le gusta aprender de todo. Sabe cantar, tejer, bordar, coser a mano y fabricar muñecos de peluche, y las circunstancias la llevaron a saltar de la medicina y el derecho a ser estilista, oficio que antes aprendió como pasatiempo y que, sin pensarlo, hoy es el medio de vida que le da seguridad en Colombia, ahora su segundo hogar.
“No sabemos los designios que Dios tiene para nosotros y yo ahora estoy en un proyecto muy distinto al que tenía. Desde los cuatro años me gusta cantar y cuando tenía 12, el señor “Chuchu” —quien es estilista y que vivía frente a mi casa—me buscaba para que le cantará canciones llaneras; él, a cambio, me enseñó a cortar cabello y todo sobre peluquería. Con el pasar de los años, seguí practicando con mi familia como ‘hobbie’ y luego empecé a trabajar con conocidos para tener ingresos extra, pero esto hoy se ha convertido en un objetivo por cumplir”, relata.
Juliana Paola se ha ganado la confianza de sus clientes, quienes diariamente la llaman para apartar citas para ser atendidos en sus domicilios, prestando un servicio profesional de calidad y a veces entretenido, ya que deleita con su voz impecable— a través del canto de música llanera y ranchera— a los clientes que así lo piden.
Su meta a largo plazo es tener un salón spa donde ofrezca un servicio integral e innovador en temas de belleza y estilismo para niños y adultos. “Por el momento sigo trabajando a domicilio, debido que aún me faltan herramientas y muebles para iniciar con una peluquería pequeña, donde pueda atender a mis clientes; pero cuando uno sueña en grande se comienza desde algo pequeño y con este método de ahorro ahora podré hacerlo de manera más organizada”, añade.
Para esta mujer emprendedora, cumplir sus sueños es su mayor motivación y eso lo refuerza siendo una mejor ciudadana en este su segundo hogar, que le ha brindado seguridad en medio de las adversidades, es por eso que a todas las personas que han llegado a este territorio, les recuerda que nunca dejen sus sueños atrás y tengan presente el objetivo por el cuál decidieron migrar. “No será de un día para otro que puedan cumplir ese sueño. Dejen todo su porvenir en manos de Dios, sin olvidarse del presente, ya que en el ahora deben adquirir los conocimientos y la fuerza para materializar ese sueño, montar su negocio, comprar su casa o traerse a toda su familia”, concluye Juliana Paola.
Fuente: comunicación Asociación Salto Ángel.