Homenaje a Lucila del Carmen Mendoza

Lamentablemente falleció ayer la señora Lucila del Carmen Mendoza, esposa del desaparecido juglar Julio Vásquez, musa inspiradora de El viajero, tema compuesto por su esposo, cuando apenas eran novios. Como homenaje a la memoria de esa gran mujer que tuve el honor de conocer, publico la crónica que relata la historia de la canción.

Por Fredy González Zubiría.

EL VIAJERO: «DIARIO PERSONAL» DE JULIO VÁSQUEZ

Es posible que Julio Vásquez fuera uno de los pioneros de la canción provinciana en guitarra, diferente a la escuela de Buitrago en Ciénaga. Estilo que luego Carlos Huertas convirtió en escuela y posteriormente desarrolló Hernando Marín. Sin embargo sus canciones en guitarra quedaron en el olvido por años cuando el juglar se residenció en Venezuela.

A su regreso conformó dúos y tríos en Fonseca. Sus melodías fueron adaptadas al acordeón por Luis Enrique Martínez y posteriormente llevadas a la fama gracias a las grabaciones de los Hermanos Zuleta Díaz.

Julio Vásquez aprendió a ejecutar la guitarra al lado de Juan Antonio Rodríguez Cortés, quien a su vez fue un autodidacta que se inició en el instrumento observando a Enrique Luis Egurrola y de Juan Díaz en sus frecuentes visitas a Cañaverales. Dice Juan Antonio, veterano guitarrista de 90 años de edad:

–Uno de los dos, Enrique Luis o Juan, tenía una enamorada en el pueblo y todos los fines de semana viajaban de San Juan a Cañaverales a ponerle serenata a la muchacha.

Afirma que observaba los movimientos de las manos de esos veteranos serenateros y por la noche practicaba en su casa. A inicios de la década de los cuarenta, en un viaje a Fonseca, le vendió a Julio Vásquez su primera guitarra y le dio las primeras instrucciones. Julio perfeccionó el arte con Nicolás Deluque y Toñito Murillo, quienes hacían parte de un popular trío en Fonseca.

Julio Vásquez Oñate nació el 19 de junio de 1926 en el caserío El Cardonal, cerca de Fonseca, Guajira. Creció como un niño campesino, aprendió los secretos de la cría de animales, de la cacería y de la siembra de arroz. Al tener su primera guitarra le tomó gran cariño al instrumento, tanto así que quien sería su esposa Lucila Mendoza, diría con nostalgia:

–Cuando lo conocí tenía dos amores: Su cultivo y la guitarra.

La pobreza

La escasez económica fue la cruz que llevó de por vida Julio Vásquez. Tenía conciencia de que al pobre todo le es más difícil. No podía estudiar, no tenía capital para una empresa, no podía vivir cómodo. Afirmaba que el nacer pobre era como una condena a la carencia permanente y muchas veces al sufrimiento.

Lo había vivido de niño y le tocó sufrirlo de joven, cuando aquella muchacha, cuyo nombre jamás quiso confesar, ni siquiera a su esposa, lo dejó por pobre. Ella tenía dos pretendientes, un muchacho de clase media y él. Sin rodeos se lo dijo en su cara:

– No quiero tener la mancha de la pobreza. Usted no tiene nada, no tiene nada que ofrecerme.

El término «mancha» incluido por el juglar en la letra se refiere al estigma que carga el pobre y lo lleva a ser discriminado socialmente. Fue el término utilizado por aquella mujer cuando desechó su amor por alguien de un poco más estatus social que él.

Ese desprecio sufrido por su condición económica llevó a Julio Vásquez a componer el paseo La pobreza a finales de los años cuarenta del siglo pasado, tema que recrea la condición social del campesinado y que sería cantado en las parrandas durante décadas por toda la zona rural de La Guajira. La canción dice al campesino que la pobreza impedirá ser alguien en la vida.

Sorprende que Julio Vásquez creara esta canción con apenas 20 años de edad, empezando a vivir. La crudeza de su letra reflejaría quizás el pensar de un joven resignado a la pobreza. Lo que realmente nos muestra es una generación campesina deprimida, sin esperanza y predice la gran migración del sur de La Guajira hacia Valledupar y el Zulia en los años cincuenta: «irse a rodar tierra».

LA POBREZA
Julio Vásquez

Qué vida la del pobre la de vivir pensando
que como nada tiene, nada vale en el mundo.
La pobreza es una mancha compadre
que no la quiere ninguno.

Si un pobre se enamora de una buena muchacha
y con decencia y todo, pretende conquistarla.
«No quiero tener esa mancha» –le dice
«porque usted no tiene nada».

Vivimos en el mundo tan solo por vivir
yo nunca he visto cosa que dure y no se acabe.
Todos somos iguales a la hora de morir
a la hora de la muerte todos somos iguales.

El día que yo me muera tendrán como recuerdo
el son de la pobreza que Julio Vásquez deja
cómo yo no tengo plata compadre
yo me voy a rodar tierra.

El amor por Lucila

El 28 de agosto de 1948 en una calle de Fonseca, una amiga común le presenta a Julio Vásquez a Lucila del Carmen Mendoza Frías, nacida en Cañaverales y criada en Fonseca. Él le dijo enseguida:
– Te pareces a Adela Granadillo, una amiga mía de Los Pozos.

Adela era hermana de una exnovia residente en un paraje llamado Boca del Monte. Julio Vásquez empezó a frecuentar la casa e inició el enamoramiento.

El joven campesino-guitarrista quería tener su propia familia y pensó que había encontrado la mujer que deseaba fuera su esposa. Las cosas no iban a ser tan fáciles para él, la pobreza todavía lo acompañaba y debía pasar unas pruebas difíciles.

Meses después enviaron a Lucila a un lugar de la sierra llamado La marimonda. A lo que él se enteró, se fue tras ella. Con un amigo llegó al apartado lugar le dio una serenata. Ahí le declaró su amor.

Ella lo aceptó bajo la condición que fuera a escondidas.
Al regreso de Lucila a Fonseca, su madre Águeda Frías Brito se había enterado del pretendiente y empezó a cuestionarla: «me enteré que estás enamorada de un pelao que ni siquiera se sabe de dónde viene».
– «Necesito saber «¿quién es?» «¿a qué se dedica?» «¿en qué trabaja?» «¿de qué vive? » «¿qué pretende?»

Acorralada y nerviosa de tantas preguntas, Lucila se refugió en el silencio. Ella sabía del origen humilde de su novio y que sus condiciones económicas eran muy precarias. Para la familia no fue difícil averiguar que el joven Julio Vásquez era un campesino pobre que luchaba por salir adelante.

Con tanto pereque que pusieron, Lucila fue presionada para que lo desengañara y terminara los amores con su enamorado. Julio Vásquez fue zafado nuevamente por limpio.

Para sepultar definitivamente la relación, a Lucila le aplicaron el exilio de amor, la madre se la llevó para La Estrella, una finca productora de panela donde trabajaba su hermano Sixto Mendoza, cerca de Codazzi. Había un pacto familiar, consistía en abstenerse de comentarle al enamorado el lugar de reclusión de la novia, para que desistiera de la idea o terminara enamorándose de otra.

La travesía en búsqueda de su amada

Julio Vásquez se enteró a los pocos días del viaje de Lucila, y como en pueblo pequeño no hay secretos, se filtró la información de su paradero. Ella era la mujer de su vida y no iba a perderla aunque tuviera que enfrentarse a medio mundo. Tomó el autobús que iba para Valledupar y salió de Fonseca en una madrugada de enero en búsqueda de su amor.

El bus mixto de carrocería de madera iba a paso lento devorando las trochas y poniendo a prueba el motor Ford 48 en los lodazales o a veces en larga espera en las alcabalas de la aduana, cuyos sudorosos agentes barrigones buscaban ansiosos contrabando llegado de la Alta Guajira.

Julio hacía menos largo el trayecto mientras rasgaba su guitarra y cantaba para él mismo por los solitarios parajes del sur de La Guajira, contemplaba el paisaje, acompañado a veces de pajarillos que le revoleteaban a los lados del bus, escuchando a lo lejos los cantos de gallos que anunciaban la cercanía de la mañana.

Pasó por Distracción, San Juan, el Molino y Villanueva. En Urumita sintió nostalgia por su pueblo Cardonal. Aún estaba distante de su destino; y a su vez, muy lejos casa para devolverse. Rasgando la guitarra mientras escuchaba los sonidos del bosque, le llegó una melodía con la letra. Pareciera que Dios se la había enviado para que no desistiera de su viaje.

Yo salí de Fonseca y pasé por la Distra
pasé por Buenavista, lo mismo por San Juan.
En El Molino, Villanueva y Urumita
me daba tristeza recordar al Cardonal.

El fragmento de la nueva canción lo puso feliz, se reanimó a continuar su travesía y a medida que iba avanzando le agregaba nuevos versos. En Valledupar cambió de bus para Codazzi y de allí rentó un caballo para La Estrella. Al llegar el jinete enamorado a La Estrella, María Ángela Frías, madre de Lucila se sorprendió, luego sintió un poco de pena al ver el rostro agotado y quemado por el sol del muchacho y no tuvo más que atenderlo con amabilidad. Por la noche Julio Vásquez le cantó a Lucila Mendoza la canción terminada de su propia travesía buscándola a ella. Al día siguiente la familia aprobó el noviazgo y al año siguiente 1951 se casaron.

EL VIAJERO
Julio Vásquez

Yo salí de Fonseca y pasé por la Distra
pasé por Buenavista, lo mismo por San Juan.
En El Molino, Villanueva y Urumita
me daba tristeza recordar al Cardonal.

Al fin llegué a la Paz y luego por San Diego
pasé para Codazzi buscando tierras frías.
Vengo a contarles la historia de este viajero
Cuando se encontraba en medio de la serranía.

Pasaba por senderos fatigantes
buscándole a la flor su suave aroma
y solo y triste caminaba Julio Vásquez
con el fin de encontrar a la mujer que más adora.

II

Al fin me consolaba divisando una finca
que se llamaba La Estrella, donde mi amor vivía
llegué a la casa, pero yo andaba de prisa
entonces me dijo: No te vayas todavía.

Resignado y vencido por un amor sincero
llevaba veinte días de andar por esas tierras
y a los veintiocho pude volver a mi pueblo
tuve que esperarme para venirme con ella.

Cuando regresaron a Fonseca, Julio Vásquez escribió los últimos cuatro versos de la canción. El viajero tiene la particularidad que es de las pocas composiciones vallenatas creada a medida que sucedían los hechos, una especie de bitácora con melodía o «diario personal» cantado.

Julio Vásquez aprendió ebanistería, fabricaba techos, puertas, ventanas y cielos rasos. En sus ratos libres elaboraba sus propias guitarras. Residió un tiempo en Venezuela, nunca dejaba de componer paseos, merengues y boleros. Sus hijos con Lucila fueron Julio Antonio, Ninfa María, Luis Manuel, Maribeth, Lisbeth y Yanit. En otros hogares tuvo a Nicolás, Reyes Mariela y crió a su nieto Carlos Luis Pinedo.

En su vida formó varios grupos musicales, conjuntos y tríos espontáneos entre ellos Los Caciques de La Guajira. Algunos de los músicos que lo acompañaron en algún momento de su vida musical fueron: el maestro Carlos Huertas, Jaime Castro, el Negro Martínez (hermano de Luis Enrique), Darío Díaz (tío de Adanies Díaz), Edilberto Bermúdez, Jaime Pertúz Agustín y Choncha.

El maestro Julio Vásquez falleció en Fonseca el 29 de junio de 1997, de una enfermedad cardiaca que padecía hacía años. La pobreza y El viajero se convirtieron en clásicos de la música vallenata. El desconocido juglar campesino logró el reconocimiento nacional como compositor que otros sin «la mancha de la pobreza» jamás alcanzaron. Durante varios años fue jurado del Festival del Retorno de Fonseca.

***

La canción La pobreza grabada primero por el legendario Luis Enrique Martínez y luego a mediados de los años setenta por los Hermanos Zuleta, de alguna manera, ayudó a legitimar el derecho de cientos de familias de la zona rural de La Guajira, para cultivar marihuana y así salir de la pobreza.

Como anécdota y casualidad, en la versión de los Hermanos Zuleta, envían un saludo a Rafael Aarón, conocido como «Maraca», un comerciante riohachero de ascendencia judía, residente en Santa Marta, a quien se le atribuye ser el inventor de la bonanza marimbera, fue él quien relacionó a los primeros compradores norteamericanos con los intermediarios guajiros y propuso la idea de reemplazar los pequeños cultivos de marihuana de la zona de la Sierra Nevada del lado del Magdalena, por la siembra extensa en la parte Guajira.

Treinta años después de ser creada, La pobreza de Julio Vásquez era usualmente cantada en costosas parrandas por campesinos guajiros que habían logrado salir de la pobreza.

https://www.youtube.com/watch?v=cnxIWzNX2QM

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