Zángane

Eras el valor y la dignidad. Sí, claro que sí, porque aún con tu guayuco y tu palo (bastón) y tus harapos desgastados de lluvia y de sol, mimetizados con el color de tu piel, que era el mismo del barro del desierto, infundías tanto respeto como cualquier rey bañado en oro.

El adiós de las plantas

Los bosques suelen ser percibidos como paisajes de un paraíso no modificado por la acción humana. Ellos parecen dados para la contemplación virtuosa que despierta en algunos una espiritualidad dormida. En otros casos los bosques son vinculados con nociones de oscuridad, misterio y peligro.

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