“Tü talata pulaskat main…”

Si esta historia pudiera escucharse sonarían los acordes del himno nacional de Colombia, pero no como lo estamos imaginando, sonaría con la letra en wayuunaiki. Más o menos, así:

 

Tü talata pulaskat main
Tü talata matujainkat ajatta
Sülu tu asipala aiska
//ojuitusu tu Anaska akuwaipa//

¿Pudiste cantarlo? Los estudiantes de la Institución Etnoeducativa Integral Rural Mapüain de Uribia sí, y lo harán este 5 de diciembre bajo una enramada grande con banderines de colores rojos, amarillos y verdes. La primera promoción que entrega esta Institución.

Son 26 jóvenes que, a ritmo del himno nacional, caminarán a recibir su título. En los años que permanecieron en el centro educativo aprendieron de matemáticas, lenguas y ciencias, pero también de convivencia, compañerismo y de su arte, el arte de crear con las manos prendas coloridas, únicas y propias.

 

 

Y es que en esta institución, que además es internado, tienen espacios destinados para aprender y reforzar lo que históricamente los identifica y les pertenece, el tejido. Hay habilitadas una sala para waireñas, otra para chinchorros y una última para mochilas, y en sus tiempos libres pueden visitarlas y crear. Más adelante, ese producto será vendido y se convertirá en un ingreso económico para el internado.

 

Mapüain es una institución que en su sede principal cuenta con 1.003 estudiantes de los cuales, 201 son residentes y 26 se gradúan este año de undécimo. Carlos Ipuana es uno de estos últimos. Termina el ensayo protocolario del evento y nos cuenta de lo que son como institución y de los avances que han tenido: “Gracias a Dios hemos realizado proyectos y ahora somos un internado donde muchos jóvenes y niños pueden tener una mejor educación. Gracias a Dios contamos con baños nuevos que nos han beneficiado bastante como internos, tenemos centros donde día a día nosotros realizamos las waireñas y las niñas mochilas, chinchorros y manillas. Contamos también con un kiosko donde en este momento estamos practicando porque este año es la primera promoción de Mapüain y nos vamos a graduar y será en este lugar. Estoy feliz, yo como estudiante me siento beneficiado”.

 

A esto mismo se refiere Margarita Almazo, autoridad tradicional de la Comunidad de Mapüain y rectora de la Institución Etnoeducativa Integral Rural Mapüain, cuando le preguntamos sobre el lugar del evento. “Algo fundamental, es un kiosko muy grande de 25 metros por 10 metros que se hizo para los estudiantes, para que se puedan integrar, hacer sus actividades pedagógicas libremente, también lo utilizamos para la formaciones, reuniones de padres de familia, lo hicimos visionándonos a que este año vamos a obtener la primera promoción de esta institución”, indicó Margarita Almazo.

 

“Los proyectos mencionados por Margarita y Carlos se llevaron a cabo producto de lo acordado entre Cerrejón y la comunidad de Mapüain en el marco de la Sentencia T-704. Con esta comunidad además de fortalecer la infraestructura de la institución y los dormitorios para los residentes, se trabajó una segunda  línea de proyectos que incluyó la adecuación del cementerio, cocina y enramadas, respetando siempre la autogestión de las diferentes iniciativas por parte de la comunidad. Nos alegra haber cumplido con lo acordado y que la comunidad se sienta conforme con lo realizado”, indicó Janneth Daza, gerente de Diálogo Social de Cerrejón.

 

Junto con Mapüain, son 14 las comunidades con las que Cerrejón ha firmado la finalización de implementación de acuerdos derivados de la sentencia T-704, siendo esta una oportunidad para fortalecer el relacionamiento con las comunidades a través de actividades que respetan el entorno cultural, la simbología y el pensamiento wayuu.

 

“Darle las gracias a Dios, al equipo de Cerrejón que estuvo ahí haciendo el cumplimiento al 100%, para nosotros poder implementar el proyecto dentro de la comunidad de manera independiente. Los primeros beneficiarios fueron los de la comunidad, tanto en mano de obra como en ingresos, porque ellos mismos elaboraron la mayoría de los proyectos autóctonos. Hay tranquilidad, armonía y satisfacción porque hicimos el cumplimiento al 100%  y eso es un orgullo para nosotros”, concluyó Almazo.

 

Si esta historia pudiera escucharse estuviesen sonando los acordes del himno nacional de Colombia, y si pudiéramos verla estarían entrando los 26 estudiantes por un gran kiosko colorido, mientras tanto imaginemos y cantemos la última parte de nuestro himno nacional en la lengua materna de nuestros hermanos wayuu:

 

Jülüjain tu tamakat
Chi reikai nnojotshi jawatuin
Aashajashi na mulakana
Maulu ya anashi waya

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