Natividad

Por Vizo Arcieri.

Dedicado a Isabel Cristina.

Buenas, Notaria. Venimos a hacer el registro de nacimiento del niño Jesús. Los días de la conjunción de Júpiter y Saturno recibimos la visita de un ángel luminoso que nos anunció el día del nacimiento de nuestro hijo. No fue un sueño, sabe. Y no pudimos esperar venir acá, a su Notaría, aunque en las calles la gente deambule contaminada por el virus. Nuestro niño nació en un potrero, a la medianoche, entre vacas y unos carneros, también fueron a verlo unos gatos y sucedió algo raro, señora Notaria, en medio del parto unas luciérnagas formaron una constelación de luz que nos dejó cegados y calmó el llanto de nuestro niño. Lo vamos a registrar como Jesús, nosotros, sus padres, somos María, mi esposa, y yo José. Soy carpintero, mi mujer hace labores domésticas. Es nuestro primer hijo, mi esposa no podía concebir, así que Jesús es como un milagro, se imaginará usted. Llegamos de Venezuela, somos muy pobres, llevábamos siete días con siete noches caminando por trochas y senderos inhóspitos, padeciendo hambre, evadiendo el acecho de hombres malos, a merced de plagas y con sed.

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Señora Notaria, o dígame su nombre. Bueno, la llamaré por su nombre: señora Isabel Cristina del Perpetuo Socorro, gracias por recibirnos a pesar de nuestras ropas viejas. Mire, no tenemos un solo peso para pagarle el registro de nuestro niño Jesús y debemos hacerlo hoy porque el 6 de enero recibiremos una visita importante, según nos dijo el ángel. Son tres reyes magos. María me dijo que deje de creer en bobadas, que ningún rey y menos mago irá a ver a nuestro hijo, que nació en un potrero. Que los reyes visitan a los niños que nacen en los palacios presidenciales. O en las clínicas de los ricos.

Nos ponemos en la puerta de los supermercados con Jesús llorando de hambre y extendemos la mano y nadie nos da un peso. Entonces María me dice que, si en la calle ni miran a nuestro hijo, menos van a llegar tres reyes magos hasta el potrero donde acampamos. “No seas iluso, chico”, me dice. Pero, sabe, señora Isabel Cristina del Perpetuo Socorro, que yo me asomo en las noches oscuras y veo en el firmamento una estrella que se nos va acercando a nuestra casa de papel. Creo que debajo de esa luz vienen los reyes magos. A veces, cuando Jesús está llorando mucho, lo saco, bien arropado para que no le dé la brisa en el pecho, y le muestro la luz del lucero y se queda calmo, con los ojos bien abiertos. Yo sé que usted nos va a ayudar, a María y a mí, para que tengamos el registro de nacimiento de nuestro hijo. Es indispensable para que los reyes magos, de los que no cree María, y de pronto ni usted, lleguen, como le dije. El ángel me dijo que llevarían oro, mirra e incienso. Hasta el nombre de los reyes magos nos lo dio. María dice que lo que pasa es que cada niño viene al mundo con su pan debajo del brazo. Tal vez creemos que es eso y que de los reyes magos es invento del ángel. Pero, aun así, queremos registrar a Jesús, en esta Notaría. Nos dijeron que usted era de buen corazón. Además, no sabemos si mañana se acaba el mundo. Esta pandemia es horrorosa. Mucha gente ha muerto. Tenemos miedo. Pero a nosotros no nos ha dado ningún síntoma. Sí, haremos lo que usted ordene, señora Notaria, nos pondremos el tapabocas y entraremos a su oficina. Gracias por su generosidad de registrar a nuestro hijo. De aquí saldremos a pedir limosna, si por cualquier circunstancia me sale un trabajito de carpintería vendré a pagarle. Así sea después de la venida de los reyes magos, si es que vienen, como dice María. Jesús está dormido, mírelo, su madre le dio seno. Hay muchos como él que han nacido aquí en su país y sus padres andan como nosotros, buscando el pan, por las calles. Usted los ha visto. Pero yo confío en sacar adelante a Jesús, trabajando en una carpintería, porque sé que él será muy importante. ¿O será que soy muy iluso, señora Notaria?

-No sé si sea iluso, pero buen padre sí parece, señor José. Ya su hijo está registrado, vaya con Dios. Al salir, me cierran la puerta, por favor. Adiós, María, cuida a tu bebé. Que siga el próximo.

Diciembre 24 del 2020
En los tiempos del fin del mundo.

 

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