Lo que haces importa: conciencia individual, impacto colectivo

Por Eliana Melo Brito

¿Y si te digo que tu manera de estar en el mundo influye silenciosamente en lo que te rodea? En esta columna comparto reflexiones sobre la conciencia individual y su impacto en el entorno, desde Riohacha, pero con un mensaje para cualquier lugar del mundo.

“Ah, es que estamos en Riohacha”, es esa frase que suele escucharse en las esquinas de los parques, en reuniones informales e incluso en debates más serios. Es una expresión que se mueve entre la resignación y la cercanía, que explica lo inexplicable y a veces justifica lo injustificable, pero también puede ser una puerta para mirar el territorio con nuevos ojos, con más conciencia.

¿Y si, en lugar de usar esa frase como excusa, la convertimos en una posibilidad? ¿Y si estar en Riohacha —o en cualquier otro lugar del mundo— es justamente una oportunidad para cultivar conciencia y sembrar nuevas realidades desde adentro hacia afuera? Esta columna parte desde el corazón del territorio que habito, pero su intención es universal: recordarnos que cada quien puede ser un punto de transformación en su comunidad.

La conciencia individual, semilla de transformación colectiva

Durante varias semanas he explorado, desde esta columna, lo que he llamado el Espiral de la Conciencia: ese viaje de expansión que comienza en el ser interior y se extiende hacia la familia, las organizaciones, la sociedad y el territorio. Cada persona que eleva su nivel de conciencia aporta, aunque no lo sepa, al bienestar de su entorno.

No se trata de una idea romántica. La conciencia individual es una práctica cotidiana: en cómo escuchamos, cómo gestionamos nuestros miedos, cómo tomamos decisiones con intención y esa práctica tiene un efecto energético real.

Resonamos con lo que somos

El biólogo Rupert Sheldrake propuso el concepto de campos morfogenéticos, una teoría que sugiere que los sistemas vivos —desde células hasta comunidades humanas— están conectados por campos invisibles que almacenan información y comportamiento. Cuando alguien transforma una manera de pensar, sentir o actuar, esa transformación no queda aislada: se incorpora al campo del que hace parte.

Estos campos no solo replican patrones, también pueden ser modificados por la intención, por la conciencia de quienes participan en ellos. Y es ahí donde cobra sentido hablar de cómo la energía de un emprendimiento, una comunidad o un territorio puede ser elevada desde la conciencia individual.

El territorio también tiene memoria y consciencia

Cada persona habita un territorio por una razón, aunque no siempre lo sepa. No es solo una ubicación geográfica, es también una experiencia energética, simbólica y espiritual. Los lugares que habitamos nos influyen, nos enseñan y también se transforman con nuestra presencia.

La teoría de los campos morfogenéticos plantea que cada comunidad, ciudad o región sostiene una memoria colectiva que guarda las huellas del dolor, los aprendizajes, las luchas y las esperanzas de quienes la han habitado. Cuando una persona eleva su conciencia, esa transformación no se queda en ella: resuena en su entorno. Lo mismo ocurre al sembrar respeto, empatía, cuidado o creatividad. Cada gesto consciente es una semilla en el campo energético de nuestro territorio.

Vivo en Riohacha, y desde aquí veo cómo cada día más personas siembran desde su lugar: docentes, sanadoras, artistas, líderes comunitarios, jóvenes. Pero este mensaje no es solo para quienes vivimos en La Guajira. Estés donde estés, tú también puedes ser parte del tejido que eleva la conciencia de tu comunidad. El lugar en que vives importa. Y tu energía importa aún más.

Por eso, desde mi propio camino como terapeuta y mentora, decidí crear un centro de bienestar en esta ciudad que amo. No solo para ofrecer terapias o experiencias, sino para proponer otra forma de habitar lo cotidiano: con más alma, más conexión, más intención. Samskara Centro de Bienestar es mi contribución amorosa al tejido de esta ciudad, y también una invitación a quienes sienten el llamado de hacer parte de un nuevo movimiento de conciencia territorial.

Este gesto es pequeño, pero está enraizado en una visión amplia: la certeza de que la transformación colectiva comienza en lo individual, pero se expande cuando se hace con amor y coherencia.

Porque sí, estamos en Riohacha y eso lo cambia todo.

Pero también estás tú, estés donde estés, y eso también importa. Tu energía, tu conciencia y tu compromiso con la vida que eliges habitar hacen la diferencia en tu comunidad, en tu entorno, en tu tierra.

La invitación es a vivir con intención, a resonar desde el alma y a recordar que cada paso, cada gesto, cada decisión consciente, siembra futuro.