¡Irreparable perdida para La Guajira!

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Por Amylkar D. Acosta M. – Exministro de Minas y Energía y Miembro de número de la ACCE.

Deploramos el fallecimiento de una de las personas más descollantes y meritorias de La Guajira, el ex gobernador Rodrigo Dangond Lacouture. Además de haber sido un agricultor y ganadero en una región y en un país en donde se necesita ser quijote para serlo, en un sector al que desde hace rato los gobiernos le dieron la espalda, fue un destacado líder gremial, un fogoso y diligente parlamentario.

Tuve el privilegio de ser su amigo y de compartir momentos cenitales de su travesía como servidor público y ello me permitió ser testigo excepcional de sus ejecutorias, razón que lo llevó a él a pedirme que le prologara su obra, que ahora se convierte en su testamento político, Mis debates con sed de justicia, en la cual los compila dando cuenta de su paso por el Congreso de la República. Bien dijo Georges – Louis Leclerc, que “el estilo es el hombre”. El estilo de Rodrigo era frentero, “pechador” le decían muchos, pero conciliador, altivo pero sin arrogancia.

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Su partida representa para La Guajira y para el partido Conservador, que tuvo en él uno de sus más caracterizados dirigentes, una pérdida irreparable, pero nos deja un legado que lo trasciende a él, que fue un personaje sin tacha alguna, ejemplar y ejemplarizante, digno de imitar por parte de las actuales y futuras generaciones, sobre todo en los tiempos que corren en los que la política y los políticos han perdido la confianza y la estima de los ciudadanos.

El mejor homenaje que puedo rendirle a nuestro amigo Rodrigo Dangond Lacouture, no sin antes expresarle nuestras condolencias a su esposa y compañera de vida de todas las horas Beatriz Navarro, a sus hijos y demás familiares, es compartir mi Prólogo a su libro. ¡Paz en su tumba!

Amylkar D. Acosta Medina y señora.
Bogotá, junio 18 de 2021.

 

EL LIDER
(Prólogo)

Amylkar D. Acosta M.

Es un honor para mí el que me ha dispensado mi amigo y paisano Rodrigo Dangónd Lacouture, de prologarle el libro en el cual él hace un compendio de sus gestiones, realizaciones y posiciones asumidas en su desempeño como servidor público, primero como Gobernador del Departamento de La Guajira, por espacio de 11 meses y 18 días y luego como Senador de la República. Frágil como es la memoria, hacia falta que él mismo dejara este testimonio para la posteridad, pues de lo contrario su gestión terminaría apolillada en los anaqueles oficiales cuando no en la bruma del olvido. Con esta obra se rescata una parte muy importante de la historia no contada de la Península de La Guajira y en ella habrán de abrevar las nuevas generaciones de estudiosos e investigadores para formarse un mejor criterio sobre una etapa, de las más fructíferas, de los cincuenta años largos de su vida político-administrativa.

Rodrigo desde siempre ha tenido fama de, como se dice coloquialmente en La Guajira, “pechador”, para significar que es un hombre de armas tomar, que no se arredra, que no se amilana, que no se deja ningunear y alguien así se necesitaba que llegara a regir los destinos de La Guajira en momentos en que el departamento tenía muchos desafíos por delante. Y él los supo encarar, con reciedumbre de carácter, con seriedad y decisión. Este agricultor frustrado por cuenta de la falta de asistencia, apoyo y estímulo a esta actividad por parte del Gobierno Nacional, se convirtió en un ganadero próspero con una vocación de servicio a los demás que lo llevó a asumir la gobernación. Él siempre ha concebido la política en función del bien común y el ejercicio del poder para servir y no para servirse de él.

A su paso por la Gobernación de La Guajira dejó una huella profunda. A un ritmo frenético, este villanuevero incansable, le imprimió un gran dinamismo a la gestión administrativa, para lo cual contó con un gran equipo de colaboradores. Su empeño en sacar avante “la empresa del desarrollo de La Guajira” fue total, para lo cual le sirvió mucho su talante de ejecutivo y su liderazgo indiscutible. El era consciente de que ningún viento le es favorable a quien no tiene un puerto de destino, por ello le dio una gran importancia a la planeación. Soy testigo de excepción del interés y el compromiso con el que se involucró en la formulación y elaboración del Plan de Desarrollo del Departamento 1984 – 1985, que luego le aprobó la Asamblea departamental. Desde la Cámara de Comercio de Riohacha le dimos nuestro apoyo en este proceso, en el curso del cual fue fundamental el concurso de Mario Wild Choles y Edgardo Santiago como asesores y José Alberto Fuentes como Secretario de Planeación. Recuerdo, como si fuera hoy, las intensas jornadas de trabajo, de las que él como Gobernador participaba activamente hasta en los mínimos detalles hasta cerrar las discusiones de cada capítulo del Plan. Para su implementación era menester contar con una capacidad de gestión que estuviera a la altura del reto, para ello adelantó una audaz reestructuración administrativa de la mano de la ESAP, que le brindó todo su apoyo y acompañamiento.

Y, con el fin de viabilizar y concretar los proyectos contemplados en el Plan de inversiones departamental, pero sobre todo para “traer el futuro al presente”, que fue su lema, tramitó un crédito externo de US $85 millones, con garantía de un 10% de los recursos provenientes de las regalías. El CONPES autorizó y le dio vía libre a su “Estrategia de financiamiento para el desarrollo de La guajira”, al tiempo que el DNP y FONADE le dieron su eficaz apoyo. Es más, a través de un Convenio se unieron el DNP, el Departamento de La Guajira y CARBOCOL en el propósito de sacar avante los proyectos, enfocados fundamentalmente a dotar a La guajira de infraestructura vial, así como de abastecimiento de agua potable y saneamiento básico. Cuando dejó la Gobernación, para darle paso al doctor Jacobo Márquez Iguarán, que lo sucedió, Rodrigo se jactaba en decir que quienes nacen en Villanueva, como dice la canción de Escalona, pueden seguir siendo parranderos, pero ya no tiran piedra, porque todas sus calles habían sido pavimentadas y por ello no se encontraban a la mano.

Capítulo aparte merece la activa participación de Rodrigo en el proceso de integración regional, que tuvo su principal escenario en los foros de la Costa Atlántica, que eran periódicos e itinerantes, el primero de los cuales se realizó en Santa Marta. No contento con su participación en los mismos, convocó una “Cita en La Guajira”, que contó con la masiva presencia de delegaciones de toda la región Caribe y esta contribuyó a despertar el interés y la solidaridad con La Guajira, el departamento más rezagado junto con Sucre de sus 8 departamentos, tanto en lo económico como en lo social, exhibiendo los más altos índices de necesidades básicas insatisfechas (NBI). Por esta época se avanzó como nunca en el propósito de tener una visión compartida como región, hasta darse su propio Plan de Desarrollo de la región Caribe “Un viaje hacia el futuro”, pionero en el país y, además, sentó el precedente de la formulación y elaboración de un Plan participativo y concertado.

Después de dar este paso, gracias a la perseverancia de la región en su lucha en pos de la autonomía regional, se demandó del Gobierno central la posibilidad de que la región como tal se pudiera constituir como entidad territorial. En ello estuvo Rodrigo, entre los más entusiastas. Ello derivó en la creación, con el apoyo decidido del presidente Belisario Betancourt que las aupó, de las regiones de planificación, más conocidas como los CORPES (Ley 76 de 1985) que, posteriormente, daría paso a las regiones administrativas y de planificación (RAP) contempladas en la Constitución de 1991, como escala técnica para llegar a la anhelada región como entidad territorial (RET), por la que votaron 2.5 millones de ciudadanos del Caribe en las elecciones al Congreso de 2010. Esta es una asignatura pendiente en la región Caribe, que se dejó tomar ventaja de otras regiones del país, como el Centro y el Pacífico, que ya crearon su RAP, mientras nosotros seguimos deshojando margaritas.

Otra faceta de Rodrigo Dangond, que no se le conocía hasta entonces, es la del fogoso y altivo parlamentario. Fue elegido Senador de la República para el período 1986-1990, el cuatrienio del presidente Virgilio Barco y allí también dejó su impronta de líder y luchador denodado en defensa de su terruño y de su gente. Allí presentó varios proyectos de ley, fue ponente de varios de ellos y adelantó sonados debates de control político, los que él mismo denominó “mis debates con sed de justicia”, reivindicando siempre el interés regional.

En uno de los primeros debates que adelantó reclamó al ministro de Obras Públicas de la época, Rodolfo Segovia, el cabal cumplimiento de la Ley 14 de 1978, prorrogada por la Ley 61 de 1982, de la autoría del ex senador y ex gobernador de La Guajira, Nelson Amaya, a través de la cual la Nación le cedió al departamento el 8% de las regalías provenientes de la explotación del gas natural en los campos de Ballenas y Riohacha que le correspondía. Estos recursos tenían como destinación específica la inversión en la conocida como la “vía de la integración”, marginal de la Sierra Nevada, la cual conectaría, casi en línea recta, al corregimiento de Tomarrazón con el municipio de Distracción. Se trató de escamotear su cumplimiento, se dilató la ejecución de la obra en los meandros de la tramitomanía y con la falta de voluntad política. Y así, a los trompicones, se terminó adjudicando a la firma Estruco, que a poco andar tuvo sus tropiezos para avanzar en la obra que terminaron en un pleito contra el Estado que se prolongó por muchos años impidiendo su realización. Sólo recientemente se retomó dicho proyecto en el Plan Nacional de Desarrollo Todos por un nuevo país (2014-2018) a instancias de toda la dirigencia de La Guajira, que al unísono se lo pidieron como la primera prioridad al director del DNP, Simón Gaviria.

Pero, indudablemente, el debate más importante, el de mayor resonancia y el de más perdurable impacto, fue el que adelantó a propósito de las regalías que reclamaba La Guajira por la explotación off shore del gas natural en el campo de Chuchupa. Por estar ubicado en el mar territorial y no en el continente, se alegaba por parte del Gobierno Nacional que ni el departamento ni el municipio de Manaure tenían ese derecho, contraviniendo lo dispuesto en el artículo 20 Decreto 0999 de 1956, que reglamenta el artículo 79 del Código de petróleos. El Gobierno Nacional elevó la consulta ante el Consejo de Estado, el cual terminó dándole la razón al Departamento. Como es bien sabido los conceptos emitidos por el Consejo de Estado no son vinculantes, por lo tanto el Gobierno bien pudo ignorarlo, pero pudo más la férrea defensa de los intereses del Departamento por parte de Rodrigo y el ministro de Minas y Energía de la época, Guillermo Perry, terminó dando su brazo a torcer.

En efecto, se expidió por parte del ministro Perry la Resolución 005720 de enero de 1987, mediante la cual se hizo el reconocimiento del derecho inalienable que le asistía al departamento de La Guajira y al municipio de Manaure y desde entonces estos han sido receptores de regalías por este concepto. Es más, de no haber sido por ello las regalías provenientes de la explotación del gas natural en La Guajira hubieran quedado reducidas a su mínima expresión hace rato, pues los campos de Ballenas y Riohacha declinaron rápidamente y el mayor volumen de producción proviene justamente de la plataforma de Chuchupa, que sigue siendo la principal fuente de suministro de gas natural a todo el país.

Luego me correspondería a mí, como Secretario de Planeación Departamental, hacer valer el derecho de La Guajira a que se le reconociera y pagara las regalías causadas desde que se empezó la explotación del gas natural en Chuchupa entre 1976 y 1986, toda una década (¡!). Después de un largo y difícil pulso con el Ministro Perry y el presidente de Ecopetrol, Francisco Chona, se llegó al Acuerdo de Villanueva, a través del cual la estatal petrolera se comprometió a pagar la retroactividad de las regalías dejadas de cancelar, parte en efectivo y parte en obras. Entre estas últimas se destaca el carreteable Manaure – Uribia, el gas domiciliario para Manaure, Uribia y Maicao y la electrificación de Albania y Cuestecitas.

¡Ah! tiempos aquellos en los que tuvimos al frente de los destinos del departamento de La Guajira hombres y mujeres de gran probidad, ajenos a escándalos y cuestionamientos, como lo fueron Rodrigo Dangond y Lola De la Cruz Matos. Con más precarios recursos y menos tiempo en ejercicio del cargo que hoy hicieron más en beneficio de sus comunidades de lo que se percibe hoy. La Guajira, sobre todo después del Acto legislativo 05 de 2011, que le recortó drásticamente las regalías que recibe, está a un paso de su inviabilidad fiscal y, de contera, su inestabilidad política, la estigmatización de la cual viene siendo objeto y merced al tratamiento de paria que recibe, está a punto de convertirse en un Departamento fallido. Todavía estamos a tiempo para evitarlo, para impedirlo y una manera de conjurar este peligro es inspirándose en el ejemplo de quienes como Rodrigo han sacado la cara por La Guajira.

Barranquilla, diciembre 8 de 2016.

 

 

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