El futuro de La Guajira (Segunda Parte)

*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com

Por Amylkar D. Acosta M. – Exministro de Minas y Energía y Miembro de número de la ACCE.

Esta pandemia sorprendió a La Guajira en momentos en que el control de la salud y su desastrada red hospitalaria, la educación y el saneamiento básico fue asumida por parte del Gobierno central. En medio de la pandemia cesó la intervención en la salud, pero se la devuelven al Departamento en peores condiciones de cómo se recibió. Podemos decir que no está mejor que cuando estuvo peor. Ello es tanto más cierto, si nos atenemos al pronunciamiento reciente del Procurador General de la Nación Fernando Carrillo, quien después de practicar una visita a la Península concluyó que “carece de elementos cruciales y estructurales, lo que imposibilita tener una solución en el corto plazo a la problemática de salud del Departamento”.

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El Gobernador del Departamento, Nemesio Roys, ante el colapso de la capacidad hospitalaria, que se ha visto superada por la escalada de la pandemia decretó la alerta roja y apelando al Decreto de la Emergencia 513 del 2020 expedido por el Presidente Duque, liberó recursos de regalías por valor de $11.000 millones para la ejecución de un proyecto de “fortalecimiento de la prestación de servicios de salud y las acciones de salud pública durante la pandemia SARS COV-2 (COVID-19) en el Departamento de La Guajira”. Empero, no obstante que dicho proyecto fue presentado desde el 1º de julio al Ministerio de Salud para su viabilización, allá siguen arrastrando los pies y hasta la fecha no tienen una definición. Y eso, a pesar del reciente pronunciamiento del Procurador instando al Gobernador a “formular de manera adecuada y urgente el plan de expansión y los proyectos de inversión para la ampliación de la capacidad hospitalaria que requiere el Departamento para garantizar la atención en salud de los ciudadanos, especialmente los infectados”. Es exasperante y no hay derecho a tanta parsimonia, ¡carajo!

La Guajira cuenta con unas ventajas comparativas derivadas de su privilegiada ubicación geográfica, al ser, como la denominó Luis López de Mesa, la esquina oceánica de Suramérica. Dispone de todos los pisos térmicos, desde la zona semidesértica de la Alta Guajira, expuesta al sol canicular hasta los glaciales de la Sierra Nevada de Santa Marta. Está dotada de ingentes recursos naturales renovables y no renovables.

Hoy por hoy el sector preponderante en el PIB regional es la actividad extractiva de carbón y gas, con una participación que supera el 50%, es el mayor empleador y el mayor generador de ingresos. Hasta el año 2011, cuando se reformó el régimen de regalías mediante el Acto legislativo 05 de 2011, esta era la principal fuente de financiación del presupuesto del Departamento y de los municipios productores y portuarios. Eso cambió radicalmente, la participación de estos se redujo ostensiblemente y a ello se vino a sumar la caída de los precios y de la producción carbón y el petróleo debido a la contracción creciente de la demanda en los mercados internacionales por cuenta de la estrategia de la descarbonización de la economía para combatir el Cambio Climático a nivel global.

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Por fuerza de las circunstancias se impone la necesidad de implementar un programa de reconversión laboral, para responder a los nuevos retos y a la transformación productiva, para diversificar la economía, con el fin de reducir la dependencia de la actividad extractiva. La Guajira no sólo es carbón, gas y ahora fuente de energías renovables, también cuenta con un gran potencial agrícola, con posibilidades de ampliar su frontera en las áreas en donde se cultiva el café y el banano orgánico, así como la palma africana. Otra actividad, que venía con un notable ascenso antes de la pandemia y que ya participaba con el 12% del PIB departamental es el turismo ecológico, justamente el que tiene mayores y mejores perspectivas en la postpandemia.

Con el desarrollo de las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER), gracias a la Ley 1715 de 2014 y dado el enorme potencial de ellas con las que cuenta La Guajira, esta tienen en ellas una ventana de oportunidad que se abrió el año pasado con la adjudicación de 2.400 MW de potencia entre granjas solares – fotovoltaicas y parques eólicos, 9 de los cuales se instalarán en los municipios de Uribia y Maicao. Gracias a estos desarrollos y a los prospectos de gas offshore, así como al potencial de reservas de gas metano asociado a los mantos de carbón (CBM, por sus siglas en inglés), La Guajira se perfila como el principal soporte de la Transición energética en curso.

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