Ecos mediáticos del conflicto laboral Cerrejón

*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com

Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural.*

Conflictos laborales como el que se vivió hace pocos años entre los pilotos y personal de vuelo de Avianca con el arrogante Germán Efromovich, su máximo accionista, son una muestra que la negociación de convenciones colectivas, ya no solo tiene como escenario de pugna la mesa de diálogo, sino también el de los medios de comunicación. Para entonces, el robusto tentáculo financiero de los dueños de la empresa se movieron para hacerle “mala prensa” a la huelga y, los pilotos aparecían en las noticias como los insensatos, inhumanos y tercos que tenían al país paralizado, con millones de pérdidas diarias y desestabilizando la economía y la empresa. Fue tanta la presión, que el Estado se inclinó a favor de la empresa y con la declaratoria de ilegalidad de la huelga, los patrones le dieron la patada a muchos empleados que solo querían mejores condiciones de trabajo. Tiempo después, se descubrió que el Estado no solo obró a favor de la empresa en el arbitramento, sino que le echó la manita infiltrando, desde sus “bodegas” de hackers a los negociadores del sindicado.

Todo este antecedente, para referirme a que, en La Guajira, la misma película, pero con diferentes actores parece estarse repitiendo, ojalá no con el mismo final. Nos encontramos ante la que parece inminente huelga del sindicato de mineros del Cerrejón, por lo que los dirigentes sindicales han calificado como falta de voluntad de la empresa ante su pliego peticionario y el obstáculo que representa aspectos que la empresa considera innegociables como los llamados “turnos de la muerte”. Desconozco los términos de la negociación, por eso no entro en detalle, pero sí me llama la atención los ecos mediáticos que esta incertidumbre ha generado.

Puede leer:

Nunca en la historia de una negociación laboral en La Guajira, ni en Cerrejón ni en otra entidad, se había desatado una campaña de desprestigio y deslegitimación de las aspiraciones y peticiones de un sindicato como en esta última entre mineros y ejecutivos. En la prensa escrita, en varios portales y blogs noticiosos, cada hora, cada día, se publican aparentes noticias, que no lo son tanto, sino publicidad enmascarada, las cuales apuntan a repetir el imaginario que irse a la huelga es un acto de sabotaje a la economía de La Guajira y el país. Nos abruman con las cifras de miles de millones que perdería La Guajira y Colombia, se habla de 12 mil empleos que se paralizarían, cifra hiperbólica desde todo punto de vista.

También ha habido una saturación informativa de los beneficios de Cerrejón a los empleados que no fueron cedidos de buena fe, sino como producto de la presión sindical; de los beneficios de Cerrejón como acciones de responsabilidad social. Es decir, se quiere vender el imaginario que como ha sido una empresa “tan generosa” con La Guajira, sus empleados no pueden exigir más de lo que ya se les da en beneficios.

Pero, lo que más me motivó a escribir esta columna, fue cuando leí en esa campaña deslegitimadora de las aspiraciones sindicales que, si se van a la huelga estarían paralizando las “miles” de ayudas que Cerrejón está entregando a los guajiros atropellados por el confinamiento y la pandemia. Nada más rastrero que este argumento para hacer desistir a los trabajadores de sus peticiones. Es como echarles la culpa si alguien pasa trabajo porque no les llegó el poquito de agua que de vez en cuando llevan y los mercados que mensualmente distribuyen a algunas familias de la vía férrea. Implícitamente se trata de una amenaza de la empresa: se van a huelga, quitamos los mercados, cuando sabemos que un paro afecta la producción mas no las actividades humanitarias de la empresa.

Cerrejón se ha vuelvo “cañero”, la amenaza se ha vuelto una de sus estrategias para mantener o acrecentar sus beneficios. A cada rato, como ahora, sacan a relucir la caída de los precios en el mercado internacional, lo que es cierto, para mostrarse en riesgo y debilidad. Amenazaron que se iban del país si no les aprobaban desviar el arroyo Bruno. También le metieron el “cañazo” al Gobierno que como los precios están bajo, les quitara carga impositiva porque, de lo contrario se iban del país. Pero, no recuerdo que cuando los precios estaban bien arriba cedieran un poco más. Ahora recurren al mismo “cañazo”, si hay huelga es posible que cierren el chuzo y se vayan.

Lo peor de todo esto, lo que más duele, es ver cómo periodistas, columnistas y responsables de portales noticiosos, sin conocer qué se negocia, se presten para esta despiadada campaña de desprestigio de los mineros de Cerrejón. Conozco un portal en el cual, de cinco noticias, una apunta a mostrar la cara amable de la empresa y desnaturalizar al sindicado. He tenido algunos rifirrafes virtuales con Hernán Baquero Bracho, Hernán Jaramillo y otros opinadores, por considerar, al igual que una vez lo postuló Uribe, que un sindicado “moderno” y “sensato” es ese arrodillado y que nunca escoge la huelga como opción. Es prudente pedir a los bandos seguir en diálogo, no restarle razón a ninguno, mucho más cuando no se conocen los detalles de la negociación.

Cuando decimos “La Guajira” estamos hablando de algo abstracto, La Guajira son “los guajiros”, si se benefician, si mejoran su calidad de vida los guajiros que trabajan en Cerrejón, desde luego que gana La Guajira. Necesitamos a Cerrejón, pero también bienestar para sus empleados, así que respetemos sus aspiraciones.

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