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Vicenta Siosi Pino: La escritora del empoderamiento femenino wayuu rumbo a Europa

*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com

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Por María Isabel Cabarcas Aguilar.

Las letras de esta admirable y fuerte mujer wayuu, han sido un referente de la escritura y la creatividad étnica local con la marca indeleble de su impetuoso ser indígena desde hace varias décadas. Sus primeras historias comenzaban a ver la luz a finales de los ochenta. Y es que, aunque Vicenta María Siosi Pino estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad de la Sabana en Bogotá, y posteriormente, una especialización en Planeación Territorial en la Universidad Jorge Tadeo Lozano, la literatura ha sido no solo su más férrea vocación, si no, su más grande misión de vida: “Me asombraba que en todos los años que estudiamos literatura en la universidad, nunca leímos mujeres indígenas”. Actualmente, Vicenta cursa con evidente entusiasmo, una maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional.

La dedicación y disciplina con que asumió tiempo atrás la magnitud de su natural talento, la ha llevado cada tanto como invitada a eventos internacionales y a las connotadas ferias del libro alrededor del mundo y en Colombia. Participó como invitada en Hay Festival en Cartagena y en la versión especial que en Riohacha se llevara a cabo de este reconocido escenario, algunos años atrás. En el año 2019 proclamado como el de las lenguas nativas estuvo en la Feria de Guadalajara donde fue homenajeada al lado de otras dos escritoras. De este magno escenario mexicano, guarda los mejores recuerdos.

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Sus recuerdos del primer concurso en el que participó están intactos: “Esa vez no quedé ni de primera, ni de segunda ni de tercera… ¡De nada!” expresa entre risas, y continúa: “Pero mi cuento titulado Esa horrible costumbre de alejarme de ti, llegó por un milagro de Dios a las manos de Justo Pérez Van Leenden, siendo rector de la Universidad de La Guajira, quien lo publicara muy rápidamente en el año de 1992 y eso impulsó su difusión nacional, a través de otros medios como El Tiempo, gracias a Enrique Santos”. Recuerda recibir constantemente, llamadas a su teléfono fijo y cartas que aún conserva, de sus lectores a lo largo de la geografía nacional, quienes reconocían el inmenso valor de su talento como escritora y el magnetismo de sus historias frente a las que muchos hemos caído rendidos como prendados por alguna especie de sortilegio literario indescriptible: “Hoy son otros tiempos y hay otros medios de comunicación, pero en esa época esa era la forma”, expresa con un toque de nostalgia en sus palabras. Hoy sus obras hacen parte de los talleres de lectura de varias universidades a nivel nacional, y su obra ha sido objeto de estudio de varias tesis y diversos trabajos de investigación.

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Sobre los rituales wayuu, reconoce que en el caso del encierro o asürütnüsü en wayuunaiki, además de todas las enseñanzas, creencias y el conocimiento que es transmitido y que las jóvenes reciben durante el mismo, está, el hecho de ayudarles a desarrollar la capacidad de escucha y la paciencia como atributos esenciales de las wayuu. Y de esta última si que lo sabe ella, pues su cuento “La señora Iguana” aunque fue escrito en el año 2000, fue publicado veinte años después por la editorial Norma y su difusión continua en auge, aún en medio de la ralentización que la pandemia impuso en las ventas de los comercios y las librerías no fueron ajenas a este fenómeno. La noticia que será publicado en versión braille, dibuja una amplia sonrisa en su rostro por la satisfacción de llegar también, a la población invidente.

A lo largo de su ardua labor literaria, ha tocado la vida de innumerables niños y jóvenes a través de dinámicos talleres de escritura creativa en las escuelas y los centros etnoeducativos a través de los cuales se propone estimular el talento artístico de esta población en la que considera que existe un potencial gigantesco: “La facilidad con que los niños crean, se manifiesta en las artes y las letras constantemente y de manera natural”.

Recientemente, “No he vuelto a escuchar los pájaros”, se ha tomado el panorama local para poner de presente con la misma vehemencia y sinceridad que la caracteriza como mujer guajira, las problemáticas que aquejan a las niñas y jóvenes wayuu y que atentan contra la inocencia, la libertad y la preservación de la cultura, generando dolor, desarraigo y en algunos lamentables casos, vergüenza étnica. Al mismo tiempo, en “El honroso vericueto de mi linaje” expone los detalles de su casi inverosímil historia familiar, la cual bien podría constituirse fácilmente en el guión de una novela o filme, por la magnitud de los hechos descritos. Reconoce con nostalgia la potencia de la voz de su madre Nicolasa Pino, quien vive en Riohacha y se desempeñara como rectora del Colegio San Antonio de Pancho, siendo una excelente narradora innata, aunque se opusiera en principio a que esta historia fuera conocida en las letras de su talentosa hija.

Vicenta Siosi Pino, escritora wayuu.

Con su maleta y su mochila wayuu, la literata partió el doce de septiembre hacia Madrid, donde ha sido invitada por el Embajador de Colombia en ese país, a la Feria del Libro, pues, su nombre fue referenciado al lado de otros escritores colombianos por el Ministerio de Cultura; de allí viajará a Copenhague donde también participará en el Festival de la Literatura de esa ciudad.

Su mensaje de narradora perseverante y su poderosa voz de mujer wayuu, seguirá tomándose los escenarios del mundo llevando consigo una misión vigente, de defensa y protección de los derechos de la infancia y un mensaje de empoderamiento, fortaleza, resiliencia y esperanza por el presente y el futuro de las niñas, las jóvenes y las mujeres de su etnia. Sus coterráneos la estaremos esperando a principios de octubre a su regreso, para celebrar con ella los merecidos logros que su prolífica obra le han generado a lo largo de su exitosa carrera como escritora, contibuyendo en gran medida al engrandecimiento del nombre de La Guajira como la tierra que la vio nacer, y muy especialmente de Panchomana como su entrañable territorio ancestral. Grande Vicenta María, ¡Esa eres tú!

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