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Crónicas de Viernes Cultural | La Confraternidad Carnavalera de Iván Brugés Mejía

«Crónicas de Viernes Cultural» forma parte de un proyecto periodístico del comunicador social, gestor cultural y artista plástico Miller Sierra Robles.

Por Miller Sierra Robles.

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Como los piratas de otrora, los Embarradores intimidan con solo verlos; su ebriedad notoria y caminar tambaleante se asemejaban, al igual que su estructura grupal y caótica. José Laborde Ariza fue el fundador de esta tradición en 1867, cuando convenció a un pequeño grupo de amigos de embadurnar sus cuerpos con el lodo azufrado de la laguna salá para salir a asustar a los riohacheros en la madrugada del domingo de Carnaval.

En la actualidad los embarradores son una amplia comunidad, organizada legalmente como una fundación, en la que las mujeres y los jóvenes cuentan con voz y espacio. Esto fue posible gracias a veintiún años de gestión de Iván de Jesús Brugés Mejía, como su presidente y líder natural. Su dolorosa partida ha dejado un gran vacío emocional y administrativo; corazones rotos y sueños inconclusos que nacieron en su mente y se fueron con él.

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Iván de Jesús fue un hombre forjado en la tradición carnestoléndica, que le llegaba por linaje, ya que su abuela y bisabuela fueron artífices del Carnaval de Riohacha. Además, las mujeres más importantes de su vida, como su madre Aidee; su querida tía, la comae Pipi; Noris, Josefa, Arleen e incluso Nazzly, fueron Reinas del Carnaval.

Mabel Martínez, quien asume su reemplazo en la presidencia de la fundación Embarradores de Riohacha, recuerda al amigo y compañero de tantas faenas, con quien trabajó hombro a hombro durante muchos carnavales. Recuerdos que se remontan a cuando ella empezó a embarrarse. A pesar de la madurez de sus veinticinco años de edad, reconocía tenerle pánico a los embarradores y decidió enfrentar el miedo uniéndose al grupo bajo la tutela de Carlos ‘Calilí’ Escudero.

Inicios embarradores

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En esa época, cuando latía fresca la bonanza marimbera, fue Calilí quien logró darle un sentido de hermandad, responsabilidad colectiva y respeto del embarrador hacia su disfraz. Con su liderazgo, esta comunidad fue creciendo; muchos riohacheros, hombres y mujeres, empezaron a perder el miedo y se embarraban el domingo de carnaval; entre ellos jóvenes con gran iniciativa que le daban estatus al disfraz.

Ese era el contexto cuando Iván se hizo embarrador en 1971, era un joven de 15 años cuando vistió el barro por primera vez; luego culminó su bachillerato en el colegio Divina Pastora, se fue a Estados Unidos a estudiar inglés en la ciudad de Champaign, Illinois; cursó su carrera en Administración de Empresas y una especialización en Liderazgo y Comunidades con la Universidad del Norte. Inició laboralmente en Cerrejón y posteriormente gerenció la inmobiliaria Brugés durante varios años. En todo este tiempo nunca dejó de embarrarse siempre que estuviera en Riohacha.

“Desde sus inicios como embarrador, cuando era apenas un estudiante, contábamos con el apoyo de Iván, él nos brindaba cada año el ron para las mujeres embarradoras. Era una persona muy especial; sociable, tolerante, poco amigo de las vulgaridades en escenarios formales; buen líder y buen moderador”. Así recuerda Mabel a su amigo, a quien varios años después le entregaría las banderas del movimiento embarrador.

Ya que, luego del fallecimiento de Calilí, en 1991, la tutela de los embarradores recayó temporalmente en Mabel, quien gozaba del respeto de sus camaradas porque cada año, sin falta, vestía el barro; muy distinto a la mayoría de mujeres que se atrevían a embarrarse solo una vez para vivir la experiencia. Fue en esos tiempos cuando Iván la convenció de que debían convertirse en una fundación cultural.

Nace la fundación

Luego de muchas conversaciones, se proyectaba iniciar el proyecto de la fundación en 1998, pero sucedió algo imprevisto, el padre de Iván, Emilio Brugés Peñaranda, falleció ese año, a inicios de Carnaval, tal como lo replicaría él mismo este año. “Hablamos bastante sobre el tema, era su sueño y se emocionaba al explicarlo. Finalmente, en 1999, nació oficialmente la fundación Embarradores de Riohacha, con el respaldo de compañeros de tradición como Rufino Medina, Carlos Ariza y Barón, que era el revisor fiscal”.

Así, a lo largo de veintiun años, Iván entregó su vida a la fundación Embarradores de Riohacha, realizando un trabajo arduo en el propósito de luchar para que no se pierda la tradición y defender este disfraz único en Colombia; el disfraz viviente de los Embarradores de Riohacha en sus 154 años de historia.

Iván Brugés, la Comae’ Pipi y Beto Ramírez.

Unos sueños logrados y otros por lograr

José Ulises Romero es uno de los pensadores del movimiento embarrador y compañero infatigable de Iván, resume sus proyectos más destacados: “La gran obra en la vida de Iván fue la fundación Embarradores de Riohacha, pero también tenía otras ideas que, de cumplirse, traerían mucho desarrollo a nuestra fiesta más tradicional; uno de los sueños que tenía era el Pilóndromo; un circuito bajo techo con palcos y gradas para apreciar con comodidad los desfiles de gala y los viernes de pilón”.

Otras de las iniciativas del líder embarrador eran la creación de la empresa de economía mixta Carnaval de Riohacha, y el gran desfile de la confraternidad, concebido como un elemento integrador de la cultura del Gran Caribe, algo en lo que se ha venido avanzando, incluso en la celebración de los 140 años de la tradición embarradora se contó con la presencia del Cónsul de Panamá y un grupo de invitados especiales de Aruba y Curazao.

Hermes Murgas, artista plástico y miembro de la fundación, considera que con la partida de Iván se ha generado un fractura difícil de superar “Los embarradores han perdido a una persona que amaba esto, cuando el veía a la gente bailando era su deleite; él vivía enamorado de Riohacha y su Carnaval. No creo que haya otro Iván, con ese amor al barro y a su gente”.

Lo mágico de liderar procesos tan complejos, como la preservación de la tradición de los Embarradores de Riohacha, es que quienes participan aman de tal manera lo que hacen que, a pesar del licor necesario para mantener el calor, tienden a portarse bien. Solo es necesario liderar con amor y buen trato y eso lo sabía Iván Brugés Mejía.

Pervive por siempre Iván, paz en tu tumba, porque fuiste, eres y serás alma, vida y corazón de Los Embarradores de Riohacha. Este 24 de febrero, en el primer mes de tu partida, todos gritaremos al cielo: ¡Embarradores! ¡Uhhhhhh!

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