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Mil novecientos nueve

“Muchas veces estando en reunión varios jóvenes, nos hemos preguntado: ¿Cuál será la causa que impide que vaya Riohacha con entusiasmo por la vía del progreso que, en otras poblaciones, quizás menos importantes, se ven adelantar a toda carrera? Y nos hemos contestado con tristeza: nuestros mismos paisanos, los mas pudientes, son la causa de ello (…) Y es de lamentarse tanto más, cuanto entre esos predispuestos se cuentan los que pueden apoyar la idea, los que pueden con sus consejos, avivar la inspiración de los jóvenes que dan principio a una empresa de progreso. Y sin embargo, repito, se les ve que proceden al contrario, achacándolo todo al vivo politiqueo en que se mantienen, olvidándolo todo, sin recordar siquiera que son los encargados de darnos ejemplo.”

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Nota editorial de primera página del periódico La Frontera, del 12 de diciembre de 1909, dirigido por Pedro Julio Lubo Tirado.

¿Qué pudo haber pasado para que la sociedad empezara a torcer su camino volcándose a este centenario estado retardatario y regresivo que aun hoy persiste? 

La Frontera era un periódico de corte conservador que se sostenía con publicaciones y avisos provenientes de comerciantes, de emprendedores con oficios disimiles como la sastrería, ventas de víveres y, hasta una librería con sucursales en Santa Marta y Ciénaga que promovía obras filosóficas, sociológicas y novelas de muchos autores.   La librería y papelería “La joya literaria” de propiedad de Aníbal L. Zúñiga, es reflejo del consumo de la sociedad de finales del siglo XIX e inicios del XX, interesada en estar al día con los vientos industriosos del mundo, que por los medios se preciaba de mayores lejanías, pero con aspiraciones intelectuales y económicas que trascendían el individualismo y el canibalismo dirigencial que se inoculó e hizo metástasis en el pensamiento contemporáneo.

Fredy González Zubiria en el documento La prensa de Riohacha 1833-1953 aporta datos relevantes de la evolución de las posturas sociales durante este periodo de la ciudad, que constituye un valioso aporte al debate actual. En la hemeroteca de la Biblioteca Nacional se conservan ejemplares de estos documentos históricos cuya consulta enriquece el espíritu y da luces para abordar la pregunta problematizadora del párrafo inicial. Empezando por señalar el denostado aprecio que se tiene por la memoria, en consecuencia, no se conservan archivos y en las bibliotecas locales, las salas de hemeroteca tienen limitado alcance para el amplio espectro de consulta.

Era costumbre entre los mayores, escalar en la genealogía con preguntas del tenor “¿de quién eres hijo tú?” para determinar decisiones con respecto a tratos y contratos, los antecedentes familiares constituían capital histórico para avalar acuerdos y nombramientos. Ese ADN social, con el crecimiento y el repoblamiento de la ciudad, se ha desdibujado en un juego clientelar que pauperiza el mérito y privilegia una narrativa clanil y mafiosa. Los empresarios y familias visionarias entendieron a tiempo lo que acontecía al interior de la sociedad, esa suerte de espiral, de pérdida del norte, y optaron por seguir migrando, por no sucumbir al estancamiento; llevándose su empuje y su capital a otras tierras. Barranquilla es ejemplo y el destino más cierto.

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El reducto que quedó sigue reclamando acueducto, alcantarillado, mejor sanidad y educación pública, tajamares y otros problemas de infraestructura y progreso social calcados de los registros de prensa de comienzos del siglo XX. Conformes con el vivo politiqueo, “olvidándolo todo, sin recordar siquiera que son los encargados de darnos ejemplo”.

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