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Por Weildler Guerra Curvelo.
La gesta de la independencia en países como Colombia y Venezuela se selló definitivamente con la brillante actuación de Padilla.
El dos de octubre de 1828 fue fusilado en Bogotá el general de división José Padilla López, quien había combatido en la batalla de Trafalgar y había sido dos veces senador de la República. Este hombre llamado por Bolívar “el ciudadano más importante de Colombia” simboliza mejor que nadie, según la historiadora Aline Helg, a las figuras militares que se habían distinguido en los campos de batalla, negros, indios, mestizos, zambos y mulatos que fueron marginados o eliminados por la misma república que habían ayudado a establecer.
En contra de todos los testimonios que le exculpaban de haber participado en la llamada conspiración septembrina, Padilla fue ejecutado tan solo siete días después de ocurridos los hechos. En el interrogatorio al que fue sometido declaró tener cuarenta y cuatro años y ser natural de Riohacha. Mayor generosidad hubo con las cabezas visibles de esa maquinación, pues a Pedro Carujo se le conmutó la pena de muerte por destierro y Luis Vargas Tejada ni siquiera fue procesado.
Padilla no fue perseguido y fusilado por participar en ese torpe complot ya que estaba detenido cuando ocurrió la conjuración, ni por santanderista, pues había sido por mucho tiempo el amigo más cercano de Bolívar en el litoral neogranadino, sino por el temor, infundado o no, de que encabezara un movimiento social igualitario y antiesclavista de los pardos similar al que antes se había iniciado con éxito en la isla de Santo Domingo conocido hoy como la revolución haitiana. El fusilamiento de Padilla por una conspiración que no dirigió alejó definitivamente el espectro de la pardocracia en Colombia.
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La gesta de la independencia en países como Colombia y Venezuela se selló definitivamente con la brillante actuación de Padilla en la batalla naval de Maracaibo en julio de 1823. Por ello es el año 2023 el que debe cerrar el ciclo conmemorativo del Bicentenario. Este hombre de mar jugó un papel principal en la liberación de Riohacha, Sabanilla, Ciénaga, Santa Marta y Cartagena. Tristemente a Padilla no lo encontramos en los textos escolares, ni su efigie aparece en los billetes de la república, ni su imagen se encuentra en la galería de los grandes héroes de la nación. Usualmente es visto como una figura menor y controvertida de nuestra historia a la que aún se sigue vetando desde algunos recalcitrantes círculos ideológicos. Es doloroso que hoy muchos colombianos ignoren su nombre y su papel en la gesta independentista.
A los pocos días de su inicuo fusilamiento Bolívar escribió a su compatriota Pedro Briceño Méndez confesándole su remordimiento por esta sentencia arbitraria: “ya estoy arrepentido de la muerte de Piar y de Padilla y de los demás que han perecido por la misma causa. Lo que más me atormenta todavía es el justo clamor con que se quejaran lo de la clase de Piar y de Padilla. Dirán con sobrada justicia que yo no he sido débil sino con ese infame blanco (Santander) que no tenía los servicios de aquellos servidores de la patria. Esto me desespera de modo que no sé qué hacerme”.
General Bolívar, aún nos seguimos quejando.