Por Weildler Guerra y Tivi López.
La historia de este postre surgió en el año 2005 en Cartagena. El Observatorio del Caribe Colombiano le haría un homenaje a Gabriel García Márquez, su presidente honorario. En este acto se le entregaría un sombrero y un bastón de palabrero wayuu por parte de los directivos de ese centro de pensamiento. Es conveniente recordar que Gabo tenía ancestros wayuu por parte de su abuela: Tranquilina Iguarán Cotes, nacida en Riohacha. Los indígenas wayuu como Cataure y Visitación son personajes densos y enigmáticos que aparecen en Cien años de soledad y se asocian a la peste del insomnio. A lo largo de su vida el escritor se mantuvo en constante contacto con sus familiares guajiros y ello está plasmado en su obra autobiográfica Vivir para contarla. Al hacer entrega del bastón de palabrero y del sombrero wayuu se le reconoció como un hombre que había tenido por oficio la palabra. “Eso que ustedes han dicho es lo que yo siempre he querido ser”, respondió Gabo ante esa declaratoria.
La cena que debía ofrecérsele al escritor y a su esposa Mercedes Barcha, fue encargada a Tivi López y debía tener como referente la cocina tradicional de La Guajira, pero también incluiría platos de otros departamentos de la región Caribe. Entre los diversos platos que se brindaron esa noche en casa de Alberto Abello Vives, quien superviso todo el acto de homenaje, se encontraban: arroz de camarón seco, juriche de cabra, hallaquitas, cayeye de Santa Marta, palmitos de Sucre y un calamar gigante rellenos de calamares pequeños que a su vez tenían por dentro mero y mariscos. Al elegir un postre se buscó una fruta con una amplia referencia mitológica en el conjunto oral indígena pero que debería ser preparada desde la innovación y se escogió la iguaraya o yosu por ser tan representativa de la península de La Guajira.
Una narración wayuu llamada La inundación y el primer indio, nos habla del origen de la iguaraya. En un tiempo indeterminado la tierra había sido inundada por el mar que era pequeño y estaba encerrado dentro de un huevo que custodiaba un pelicano. Los humanos que, llevados por la curiosidad, habían roto el huevo y causaron la inundación, se refugiaron en los picos de los cerros más altos de la península hasta que el mar se retiró a sus orillas. No había alimentos y los wayuu estaban hambrientos, pero se reunieron para danzar. Solo el pájaro carpintero tenía buen semblante y parecía bien alimentado. Los wayuu sospecharon de esta ave y esperaron a que estuviese muy borracho. Este llevado por el licor presumió de tener una huerta oculta con abundantes frutos. Los wayuu lo siguieron y encontraron el cultivo oculto. Los indios tomaron sus hondas y con ella esparcieron los frutos maduros de los cardones por toda la península, para que crecieran cactus por todas partes y sus frutas beneficiaran a todos y no a una sola persona. Desde entonces hay abundantes iguarayas en toda La Guajira.
Tivi se decidió, entonces, por un flan de Yosu o Iguaraya que sorprendió gratamente a los homenajeados y a todos los concurrentes. El flan es sin duda uno de los postres más antiguos de la humanidad, ya era conocido por los antiguos griegos y los fenicios. Fue cambiando durante la edad media. El nombre de flan significa en francés torta plana.
Los ingredientes para un flan de Iguaraya o Yosu son: Iguarayas, leche, azúcar, huevos, leche condensada, brandy o vainilla.
Quitamos la piel de las frutas y hacemos un licuado que vamos a utilizar tanto para el flan como para la miel. En una flanera añadimos azúcar y hacemos un caramelo que esparcimos por toda la olla. Batimos los huevos uno a uno y le agregamos el licuado de la iguaraya.
A continuación, añadimos la leche y posteriormente la leche condensada junto con una copa de brandy o una cucharada de vainilla. Esta mezcla la ponemos en la flanera y la cocinamos en baño María por aproximadamente cuarenta y cinco minutos. Introducimos un palillo en el centro y si sale limpio se considera que ya está el flan. Debemos desmoldar solo cuando este frio.
Finalmente, para elaborar la miel del flan tomamos un poco del licuado que habíamos reservado le añadimos azúcar hasta que adquiera la consistencia de la miel. Una vez desmoldemos el flan le agregamos la miel que hemos elaborado. Así probaremos el flan de iguaraya que nos llevará a la memoria de los primeros indios y de la inolvidable cena ofrecida a Gabriel García Márquez.
PS. Agradecemos a Carmen Abello Vives por sus obsequios para presentar nuestra mesa de Cocina Guajira Dominical.
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