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Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural.
El levantamiento en protesta simultáneo en varias ciudades de Cuba, no solo se convirtió en un inusitado hecho que constituye todo un acontecimiento por lo represivo que suele ser el régimen con este tipo de manifestaciones políticas y el estricto control que ejerce sobre las libertades individuales y la expresión de sus ciudadanos. También, constituye otro escenario que pone al descubierto las posturas e imposturas de los actores políticos de nuestro país, las polarizaciones, las coherencias ideológicas y hasta las incoherencias en las opiniones.
Cuando suceden movilizaciones sociales como el que ha vivido Venezuela, Chile, las recientes de Colombia y Cuba, reflotan las posturas radicalizadas, unas de apoyo, otros de condena; unas que justifican, otras que niegan toda legitimidad; unas que le confieren autonomía y autogestión, otros que siempre buscan un “financiador” o “determinador” en el extranjero o al interior del país.
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Recordemos que, durante el intenso debate virtual de las redes sociales con ocasión del paro nacional de este año, se sacó a relucir los mensajes de apoyo de Iván Duque y Martha Lucía Ramírez para los protestantes, estudiantes y guarimberos venezolanos que pedían la caída de Maduro y su gobierno. También sus duros calificativos contra la represión policial, tan desmedida como la que se estaba usando en esos momentos en Colombia. La incoherencia era evidente, lo que aupaban en Venezuela les parecía ilegítimo en Colombia y, la represión que condenaban, si venía de ellos, era necesaria y legal.
Con lo de Cuba, se está presentando ese mismo contexto de incoherencias. En estos días, se han reproducido y troleado, los mensajes de María Fernanda Cabal y otros miembros del Centro Democrático, apoyando las movilizaciones contra “la dictadura opresiva” del régimen, rechazando “las detenciones arbitrarias”, eso no deja de sorprender. ¿Es la misma persona del tristemente célebre “¡trabajen vagos!”? Esa misma que llama a las fuerzas armadas a usar su letalidad contra el pueblo, la que aquí no baja de vándalo y delincuente a todo el que se atreva a protestar. Ya varios uribistas están pidiendo romper relaciones con el Gobierno cubano y claman para que Díaz Canel “escuche a su pueblo”, pero que Duque no se siente con el comité de paro en Colombia.
Pero, esa misma incoherencia no solo se está presentando del lado de la extrema derecha. A muchos de los que vi muy activos apoyando el paro en Colombia, rechazando la brutalidad del Esmad, hacer coro al “¡Nos están matando!”, trolear a Duque y su gobierno, pedir la intervención de la CIDH y negar toda injerencia extranjera o manipulación de las protestas con fines electorales, ahora, tan repentinamente, pasaron a la orilla contraria. Lo que antes defendían ahora lo rechazan, las posturas de la derecha que tanto criticaron, las están calcando como receta infalible.
He visto gente de izquierda repitiendo el argumento de Duque, Ramírez y RCN: negar toda espontaneidad y autonomía a los protestantes. “Esos son mercenarios pagados por Estados Unidos”, “Son unos cuantos pagados por los disidentes cubanos de Miami”. Exactamente igual pasó cuando se atribuían a Rusia, Venezuela y hasta a Petro, ser los financiadores y quienes daban las órdenes para las marchas y bloqueos en Colombia. También he visto a gente de izquierda justificando las cientos de detenciones, celebrando las represiones contra los protestantes que, hace apenas unas semanas condenaban. Si alguien les menciona la CIDH o la ONU, sacan a relucir “la autonomía y soberanía del pueblo cubano”, un contrasentido al clamor por esa misma intervención en el paro de Colombia.
Vendrán más incoherencias, de lado y lado. Los ultraderechistas adoptarán, frente a lo que pasa en Cuba y en Venezuela, una impostura de liberales, salvaguardas de los derechos humanos, aupadores y soliviantadores del levantamiento popular y defensores de la libertad de prensa, de opinión y de expresión política. Se pondrán del lado de las masas oprimidas y trolearán a los opresores y la desproporcionada represión. Del otro lado, los izquierdistas tomarán el ropaje coyuntural de ultraconservadores, dogmáticos, defenderán “la institucionalidad”, se opondrán al diálogo porque sería “arrodillarse ante el imperialismo”, pedirán “mano dura” contra los que señalan de “mercenarios” por estar pidiendo comida, medicinas, vacunas, libertades y hasta el derecho a tener Internet.
Defender represiones de un régimen como el cubano, venezolano, ruso o norcoreano, solo porque somos de izquierda o, atacar esas mismas represiones cuando la justificamos en el nuestro como lo hacen los uribistas, pareciera ser un acto de coherencia política, pero, son posturas (a veces imposturas), que desnudan la colosal incoherencia de nuestros principios.