Mati se fue con las mariposas

Por Estercilia Simanca Pushaina – Escritora del Pueblo Wayuu.

El matriarcado no es tan común en La Guajira, son muy contados y visibles los casos en donde la mujer cumple el rol fundamental de ser la autoridad de la familia y ello ocurre por una razón, la ausencia de la figura masculina por múltiples razones siendo las más comunes la separación y la viudez, quedando la mujer a cargo de sus hijos. Estos casos ocurren por lo general en mujeres criollas, pero en un singular y mínimo número de mujeres, optan por seguir solas, sin marido, sin la figura paterna para sus hijos, asumiendo ellas ese rol. Razón por la cual no debe confundirse matriarcado con matriljnaje, este último aplicable al pueblo Wayuu, no obstante hay mujeres del pueblo Wayuu que son unas auténticas matriarcas.

La primera figura matriarcal de  muchos que leerán en esta nota fue Matilde Elisa Brochero, una Úrsula centenaria que se hizo cargo de once hijos basando su actividad económica en la compra y venta de chivos. Una mujer criolla de los Haticos que llegó a San Juan del Cesar en la flor de su juventud. Manejó las mejores relaciones con las familias Wayuu del sur de La Guajira, madrugaba de San Juan a Puente Negro en Hatonuevo en busca de los mejores ejemplares para luego revender en la zonas urbanas. Su contacto diario con familias wayuu la hizo merecedora de ser madrina de cientos de niños y niñas wayuu, y jamás vi en su casa menores a su servicio, como ocurre con la mayoría de las madrinas arijunas. Intercalaba palabras en wayuunaiki y en español a la hora de negociar. Con un medio luto eterno se le veía con sus vestidos de costureras locales y guaireñas elaboradas por algunos de sus compadres, caminar por las sabanas del sur de La Guajira.

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Transitó con la cautela de la mujer guajira en zonas de conflicto Wayuu, podría decirse que fue conciliadora y mensajera de paz. Su camaradería con mi abuelo capaz de hacerlo sonreír y reír cuando en mi cabeza de niña creía que mi abuelo era incapaz de esbozar una sonrisa. Por eso Matilde Elisa fue mi primer referente de la mujer visible, de palabra, voz y voto. Su respeto por las familias Wayuu y de estos por ella, la llevó a aprobar el matrimonio de una de sus hijas, Doris Marina Rojas con uno de mis tíos maternos Ramón Valencia Pushaina, de los cuales nacieron 4 hijos, sus nietos hijos de Wayuu, de aquellos Wayuu que amó y respetó.

Gracias Mati, por ser un referente de la mujer cabeza de hogar y del emprendimiento rural, cosas nuevas de las que hablan hoy, pero que ya las venías haciendo, gracias por dejarnos la tarea de intentar ser como tú desde nuestros oficios, por enseñarnos que la lucha diaria dignifica y que la plenitud se alcanza.

Matilde Elisa fue ese tronco del que se desprendieron once hijos, treinta y seis nietos, y treinta y ocho bisnietos que le aprendieron el valor del trabajo, la honestidad y el esfuerzo, ellos la vieron irse con las mariposas un mes de marzo en San Juan del Cesar.

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