*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com
Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural.
En días recientes se produjo la repentina ausencia, por covid, de Arístides Ospino Márquez, a quien conocimos muchos por el acrónimo que solía usar: “Ariosmar”. Fue un gestor cultural y compositor aficionado que bien cabe en esa categoría de “folclorista”. Nació en Codazzi y residió por muchos años en Riohacha. Su obra más emblemática, fue “Francisco “El hombre” Moscote y la derrota del Diablo”, editada en el año 2012.
Con esta obra, el autor abona algunos datos y nuevas versiones, sobre el mítico Francisco Moscote, el máximo héroe cultural de la región y de la música vallenata. El libro es producto del contacto que tuvo Ariosmar con informantes que son descendientes de Francisco “El hombre”, como sus nietos Etelvina Aragón y Eliseo Moscote, éste último fallecido; además de testimonios indirectos: hijos o descendientes de personas que conocieron al músico campesino. De allí que, quizás uno de los aspectos más valiosos del libro, es el material fotográfico que da cuenta de descendientes de Moscote Guerra.
Contenido sugerido:
- Duque, “echado a los lobos”
- La generación Z del paro
- Maicao, la orfandad de la historia
- “Clásico”, una categoría polémica en el vallenato
Pero, el difunto Ariosmar, ya desde antes de su partida, nos dejó tremendo embeleco que ha servido para debates, refutaciones y hasta usurpaciones. Particularmente, he participado en algunos debates al respecto en grupos de músicos, melómanos e investigadores. En estos días, el escritor Ángel Acosta Medina, pionero en las publicaciones biográficas de Francisco “El hombre” (ya van 5 obras publicadas sobre este juglar), también se sumó al debate, haciendo algunas precisiones.
El principal punto de polémica, es que el libro de Ariosmar presenta, la que sería según él, la primera y única fotografía existente de Francisco Moscote Guerra. También la foto de la vivienda donde éste nació en la población de Galán. Desde Valledupar, me han preguntado sobre la veracidad de esa fotografía de “El hombre”, pues Ariosmar la divulgó en el Museo del acordeón y está reproducida también en el Museo del compositor en San Juan del Cesar. Es decir, ya circula la fotografía dándole cara a la leyenda, y bien sabemos que en los discursos sobre el vallenato, nada más falta que alguien salga con una aparente verdad, para que la gente salga a repetirla sin beneficio de verificación o contrastación.
Debo aclarar que, fui el prologador de la obra de Ariosmar, le pedí hacer muchos ajustes para la publicación a los que hizo caso omiso. La versión que leí, no incluía aún la fotografía de la polémica, pero sí de la supuesta vivienda natal de Moscote. Para entonces, le sugerí contrastar las fuentes, pues, según me contó una vez, Luis “El Mello” Brito, quien fue cajero de Francisco, éste nació fue en El tablazo, caserío cercano donde, para la fecha (2007), no existía ni una sola vivienda en pie.
Sobre el tema de la fotografía de Francisco Moscote, tengo los elementos de juicio para sostener que se trata de un montaje, como también lo asevera Ángel Acosta Medina. Hacia el año 2012, asistí a un evento de la Oficina de Cultura del Distrito en Villa Martín, en el que se recreó una colita y rindió tributo al juglar galanero. Allí, un bisnieto de Moscote, me propuso, que si quería tener una imagen cercana al rostro de Francisco El Hombre, él me podía conseguir la cédula de José del Carmen Moscote, hijo de “El hombre”, el cual tenía facciones físicas muy similares al músico. Naturalmente, deseché la oferta.
«Pero, una vez, apareció en el libro de Ariosmar, hice la comparación entre la foto original de la cédula del hijo (José del Carmen), con la que se presenta como la del padre (Francisco), y es evidente que se produjo la trampa visual. La misma Etelvina Aragón, nieta de Francisco y a quien entrevisté en Monguí, emitió su juicio: “ese no es ningún Francisco”.
José del Carmen, a quien se ha querido hacer pasar como su padre, fue uno de los dos hijos de Francisco con Teresa Levette, vivió muchos años en Barranquilla y regresó a Villa Martín donde yace en el mismo cementerio de su progenitor. Tenía el mismo nombre de su abuelo paterno.
Este resulta ser otro episodio más, en el que los hechos no se presentan como realmente ocurrieron, sino como quisiéramos que hubiesen ocurrido, lo que se ha vuelto común en algunos que escriben sobre vallenato. Que no existan evidencias documentales sobre Francisco El hombre, es una puerta para que la verdad se relativice como sucede en la tradición oral. Lamentamos la muerte del amigo Ariosmar, también que nos haya dejado tremendo embuchado.