Izquierda que ya no lo es

Por:Weildler Guerra  C.* 

El dramático curso de los sucesos en Venezuela parece haber llegado a un punto de inflexión. El régimen de Maduro rechazó la propuesta de adelantar elecciones en ese país y con el apoyo interno, casi en solitario, de los militares se apresta a mantenerse en el poder pese al expreso y reiterado repudio de millones de sus conciudadanos. A nivel internacional, Maduro cuenta con el respaldo de gobernantes como Daniel Ortega, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan, quienes no son reconocidos por ser precisamente adalides de la democracia. También, justo es reconocerlo, goza de la simpatía abierta de  sectores de la izquierda latinoamericana.

En sus inicios, en marzo de 1999, Chávez se presentaba como un demócrata transformador que impulsó una nueva constitución, suscribió convenios internacionales para proteger a los pueblos indígenas y prometió incluir a vastos sectores sociales que se sentían marginados por los gobiernos de los partidos tradicionales. Sin embargo, la funesta política económica, el atropello constante a los derechos de propiedad y una creciente actitud autocrática fueron llevando al otrora próspero país a la calamitosa situación actual. Los indicadores económicos y sociales de Venezuela son hoy tan irrefutables como catastróficos.

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Ante esto muchos nos preguntamos ¿por qué algunos sectores de izquierda tratan de justificar lo injustificable?, ¿por qué sus explicaciones son las mismas que dan desde hace 60 años: el bloqueo norteamericano, las conspiraciones del imperialismo, la lucha por recursos como el petróleo? Por supuesto que hay  evidentes intereses económicos y geopolíticos norteamericanos. Empero es válido preguntarse si la injerencia de los rusos en Venezuela se da solo por su interés científico en las orquídeas tropicales y la de los chinos se orienta a la salvaguarda altruista del arte colonial.

Estas actitudes afectan justamente a los sectores de izquierda democrática en distintos países, los cuales son demonizados por la extrema derecha. Como sucedió en Brasil recientemente, al estimular el miedo captan el apoyo de amplios sectores sociales inconformes, de bajos ingresos y escaso nivel educativo conocidos hoy como los pobres de derecha. Las dictaduras de izquierda ratifican ese sentimiento con las actuaciones de gobernantes como Diosdado Cabello que no son iluminados ideológicos, pues encajan más en la figura de peligrosos tahúres de garito que en la de comprometidos activistas sociales.

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Hoy en el mundo  abundan movimientos sociales diversos sin rótulos, que no están marcados por una cohesión ideológica y que proponen agendas generacionales, ambientales, tecnológicas, de género y de diversos derechos de los humanos y también de los no humanos. De lo que se trata es de ampliar los linderos de la democracia sin ideologías que ofrezcan sacrificios humanos para alcanzar su objetivo.

Una de las mentes más lúcidas de Sudamérica, la brasilera Eliane Brum, considera que muchos de los pensadores de izquierda han decidido parar de pensar por miedo a enfrentar las contradicciones, y se han anquilosado en significados de un mundo que ya no existe. Mientras ellos callan, otros prefieren morir abrazando a dictadores como Ortega y Maduro, son quienes conforman la izquierda que ya no lo es e impiden el surgimiento de la izquierda que si quiere serlo.

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