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¡Grito de libertad!

En los últimos días, nuestros hermanos venezolanos, preocupados por la situación económica, política y sobre todo social, que han tenido que vivir por más de una década -siendo un país tan prospero e influyente, pero abatido por un régimen dictador y opresivo-, vieron en las elecciones del pasado 28 de julio, esperanza y una gran oportunidad de restaurar la democracia para reunir nuevamente a sus familiares, que por las diferentes carencias sufridas en este país, tuvieron que separarse.

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El resultado de estas elecciones es un ‘grito de libertad’ de millones de venezolanos que han salido de su territorio, contribuyendo a un aumento masivo de la migración hacia diferentes regiones de Latinoamérica. Esta libertad claramente no será permitida por Nicolás Maduro, ya que el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela, manipulado por él, lo proclamó nuevamente como presidente de ese país, desconociendo la voz del pueblo y su democracia. Según el 73.2 % de las actas presentadas por la oposición, el nuevo mandatario de la nación debería ser Edmundo González Urrutia, quien obtuvo un total de 6.275.182 votos, frente a los 2.759.256 de Maduro.

Estos datos han sido respaldados por varios mandatarios de naciones como Argentina, Estados Unidos, Chile, Bolivia y Colombia. Por otro lado, el Centro Carter, principal observador electoral independiente, se pronunció manifestando que las elecciones no cumplieron con los estándares de integridad electoral y no pueden ser consideradas democráticas.

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La falta de claridad sobre quién sería el nuevo mandatario de la República Bolivariana genera cierta incertidumbre en Colombia, dado a que es uno de sus principales aliados económicos. Esto también afecta al departamento de La Guajira, ya que a diario se movilizan grandes cantidades de venezolanos a través de la frontera para intercambiar bienes y/o servicios, lo que motiva el crecimiento y desarrollo de la economía de la zona. En este punto, es importante mencionar que Nicolás Maduro, a través de sus redes sociales, culpó abiertamente a Colombia, alegando que fuerzas irregulares del otro lado de la frontera serían las responsables de impulsar las movilizaciones que buscan la caída de su gobierno.

Tras la incertidumbre que atañe a Venezuela debido al desconocimiento de la legitimidad de los resultados electorales, las personas se han tomado las calles de varios estados del país de manera pacífica, exigiendo que se respete su derecho al voto. Sin embargo, en las últimas horas, estas protestas se han intensificado debido a la represión del gobierno actual, que ha privado de libertad y acabado con la vida y los sueños de varios jóvenes que luchan por mejores condiciones y garantías de vida.

Por otro lado, si la presión de las marchas y de los organismos internacionales no logra derrocar la dictadura, se prevé una nueva ola de inmigrantes. Esto generaría un aumento progresivo en la inseguridad, la economía informal, la xenofobia y la trata de personas en la zona de frontera colombo-venezolana. Según un sondeo realizado por Meganálisis y publicado en abril, al menos el 44,6 % de la población podría emigrar con los resultados actuales de las elecciones. Además, analistas afirman que un cambio de liderazgo tiene el potencial de frenar esta problemática masiva.

Es difícil en este momento tan complejo imaginar por lo que está atravesando Venezuela y prever lo que le espera en el futuro. Está en juego el destino de las reservas de petróleo, las más grandes del mundo; la continuidad de las alianzas del país con China, Rusia e Irán; y el curso de una crisis humanitaria interna que ha sumido a la nación en un inmenso sufrimiento. Sin embargo, podemos afirmar que es una población cansada, que desea regresar a casa, que anhela libertad, que requiere la intervención de las entidades internacionales, que está unida y, sobre todo, que añora la victoria.

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