‘Icho’ Peñaloza, el tumbador de mangos que le cambió el rostro a Diomedes Díaz

De ese fortuito incidente donde fue protagonista han pasado 55 años. “En aquel momento, Diomedes tenía 10 años y este humilde servidor, 17. Estudiábamos en el mismo colegio, y estando de vacaciones en un mes de junio nos fuimos a pajarear. Al regreso, estábamos muertos de hambre y sed. De repente, pasamos por la finca ‘Confuso’, de la señora Blanca Martínez, vimos un palo de mango bien cargado y le caímos con mi cauchera”.

La edad del vallenato

Las músicas tradicionales, campesinos y orales como la vallenata, no son un sujeto al que se le puede expedir cédula con fecha exacta de nacimiento; nuestra música es una creación colectiva, no tiene un inventor, ni siquiera está claro que haya nacido en un territorio específico, sino que se fue “cocinando” en varias subregiones del antiguo Magdalena grande simultáneamente, hasta lograr una especie de definición y homogenización desde que se comenzó a grabar y surgen los festivales. Así que, el nacimiento de vallenato es un proceso y, como tal, se hace difícil fijar al menos una década en la que tuvo emergencia. De entrada, puedo decir, no se conoce con exactitud científica cuándo comenzó el género vallenato.

Hace 13 años partió el maestro Rafael Escalona

En el registro sonoro quedaron temas como: ‘La casa en el aire’, ‘El testamento’, ‘Elegía a Jaime Molina’, ‘La custodia de Badillo’, ‘La vieja Sara’, ‘El copete’, ‘El pirata’, ‘Honda herida’, ‘El mejoral’, ‘El arco iris’, ‘El almirante Padilla’, ‘El chevrolito’, ‘La molinera’, ‘La brasilera’, ‘La patillalera’, ‘La golondrina’, ‘La historia’, y ‘La creciente del Cesar’, entre otros.

Gabo en La Guajira

Gabo vino poco a La Guajira, pero lo narrado en su obra es como si nunca se hubiera ido, de allí afirmaciones como la siguiente en Vivir para contarla su memoria novelada: “Fue el primer viaje a mi Guajira imaginaria, que me pareció tan mítica como la había descrito tantas veces sin conocerla, pero no pienso que fuera por mis falsos recuerdos sino por la memoria de los indios comprados por mi abuelo por cien pesos cada uno para la casa de Aracataca.”

Nostalgias de la cultura fronteriza 

Hoy cuando el régimen y el bloqueo destruyeron el aparato productivo del vecino país, nos visita la nostalgia por algunos sabores y marcas que se fueron anidando a nuestra sensibilidad desde la lejana infancia. Las conversaciones de maicaeros, en su zona urbana y rural, hace recurrente el recuerdo de marcas que se integraron a la cotidianidad de este lado de la frontera y que se esfumaron con la crisis venezolana.

Soporte: Riverasofts.com