Por Vizo Arcieri
Unas nupcias con ritual ancestral que duraron cinco meses en organizar, diez horas y media de festejo y religiosidad con música de tambores, quinientos invitados y arroz de bleo, carne de un torete bien criado y otros alimentos dispuestos en hojas de bijao.
Ese día se cambió cinco veces de vestidos, siempre rodeada, en su cuarto, por su corte de madrinas y princesas y en un lapso de diez horas que demoró la ceremonia previa y la fiesta nupcial.
Todo se hizo al pie de la letra de los mandatos y las tradiciones ancestrales que heredó de sus antepasados africanos, esclavizados en los años mil seiscientos por España y en la cruel época imperial hispana en América.
Para la fiesta mataron un torete de buenas carnes, tres cerdos bien criados y decenas de pollos y gallinas criollas procedentes de galpones y patios de los pueblos vecinos.
Hubo un banquete babilónico de estas carnes acompañado de huevos, morcillas, arroz ‘subío’, de bleo con paticas de cerdo, de plátano, coco y de frijol negrito.
También vituallas, olla de sancocho, dulces y cocadas, todo dispuesto de acuerdo a la gastronomía ancestral en brillantes hojas de bijao puestas a lo largo de varias mesas para dar de comer a más de quinientos invitados de Palenque y de los cuatro puntos cardinales del Caribe, en especial de Barranquilla y Cartagena donde está la diáspora palenquera.
Fueron cinco meses de preparativos para el casamiento. La ceremonia inició desde las seis de la tarde de ese cinco de julio de este año (2024) con el acto litúrgico de bendición por parte del cura párroco y terminó con la fiesta al amanecer del día siguiente cuando el sol despuntó por entre las curvas, no muy lejanas, de los Montes de María y ya el cansancio se había llevado a sus aposentos a más de la mitad de los invitados.
En la plaza Benkos Biojó, en las calles y pretiles de su alrededor, donde se dispusieron las mesas de los cientos de convidados, se fue haciendo la luz tras diez horas y treinta minutos de baile, hermandad y culto a los antepasados.
A esa hora empezaron a cantar en el cielo, sin que muchos los oyeran, los mochuelos abrumados por la música africana, de champeta y tambores que sonaba, estrepitosamente, aún, desde una enorme máquina de sonido del grande de los escaparates de los tiempos de las abuelas.
Con la llegada de la aurora fue feneciendo el festejo. Con los rayos del poderoso astro trasnochado iniciaba el mito de la boda africana en el palenque de San Basilio que le dio la vuelta al mundo sin proponérselo.
Contenido sugerido: https://revistaentornos.com/videoviral-un-matrimonio-tradicional-africano-celebrado-en-san-basilio-de-palenque-ha-capturado-la-atencion-de-las-redes-sociales/
Se hizo por voluntad y designio de una pareja de novios adultos con más de treinta años de vivir juntos y cinco bellas hijas que son como las flores que adornan su edén eterno. Su propósito fue el de recuperar los ritos antiguos de las nupcias de los negros africanos que fundaron su palenque y que lo convirtieron en primer territorio libre de América.
Es la boda que no olvidarán nunca las nuevas y viejas generaciones de San Basilio. Será tan famosa como la bíblica de Canaán con la diferencia de que aquí no se acabó el vino, sino que se multiplicó el ñeque y los reyes, los príncipes y las princesas, en juntanza, celebraron el amor de una de las parejas de su reino. Bailaron y gozaron en medio de la alegría y en paz con sus ancestros que desde otra dimensión vieron con añoranza aquel tributo.
El viejo Emiliano Herrera, un estandarte de la tradición musical de Palenque, integrante insigne del mítico sexteto Tabalá, sobre esta fiesta de boda dijo: «Aquí vino gente hasta del otro mundo”.
LOS CONTRAYENTES DE LA BODA
Solbay Cecilia Cáceres Cabarcas y Joaquín Padilla Navarro iniciaron el cumplimiento del ritual de boda hace cinco meses visitando casa por casa a sus invitados. Personalmente les extendían “la convocatoria”, como se dice en Palenque.
Pero no solo fueron a donde los integrantes de su kuagro* (ver definición de esta palabra de la lengua palenquera, al final de la nota) en San Basilio, sino que, por primera y única vez, se apartaron de los ritos de antes y utilizaron las nuevas tecnologías.
A través de las redes sociales convocaron al resto de los amigos y allegados de Barranquilla y otras ciudades. En los tiempos de la rebelión hubiera sido por medio de los tambores que habrían sonado para dar la buena nueva de la boda y la invitación al jolgorio nupcial.
Hubo reuniones de los integrantes del kuagro al que pertenecen, con ellos acordaron el color, las flores, el largo del vestido, los hilos, peinados y maquillajes que iba a utilizar la novia y su corte allegada. Igual se hizo por aparte del novio. Se definió la fecha de la boda, los invitados, la comida y la música, todo en comunidad.
En la plaza el día de la fiesta tacaron agrupaciones como Anne Zwing, de tambores y un picó.
La novia lució atuendos de tela africana, al igual que lo fue el vestido de su amado y de los integrantes de la corte nupcial.
Toda esta prodigiosa celebración hubiera quedado entre las cuatro paredes de la plaza de Palenque si no hubiera sido por las fotos y los videos que subieron, desde sus celulares, los asistentes en sus plataformas digitales y que corrieron por el espacio sideral a la velocidad de un meteoro y despertaron, asombrados, a muchas aldeas en Nigeria, El Congo, Ghana y Senegal, entre otros, así como a ciudadanos anglosajones de otros lares de Europa y el resto de la tierra, y que, quizá, muchos de ellos, sorbiendo un taza de café negro, se preguntaron:
“¿Carajo y dónde queda toda esta maravilla llamada Palenque?”
San Basilio de #Palenque, Bolívar
*Kuagro es una organización social que se basa en las redes familiares y grupos de edad. Su nombre completo es ma-kuagro. La calidad de miembro del kuagro implica todo un sistema de derechos y deberes hacia los otros miembros del grupo, pero también una fuerte solidaridad interna y fraternidad.