Por Rubens Alexander Magdaniel Pavón – Publicista y Gestor Cultural.
En la década de los años 80s, los Ortega, la familia que administró el Teatro Aurora durante mucho tiempo, abandonaron el negocio y quedó Riohacha sin la entretenida presencia del esencial séptimo arte.
En 1993 revivió con la iniciativa empresarial de mi hermana Hermildes Magdaniel Quintana “Mille”, quién al lado de su esposo Víctor Pérez Gómez “Mincho”, emprendieron la desconocida y difícil tarea de proyectar cine nuevamente en el histórico y mítico Teatro Aurora, por ello se realizó una lista de las inversiones a realizar para dicha tarea; pintar la fachada e interiores, arreglar la cafetería, reparar los proyectores, revisar el cableado eléctrico, reparar la corneta de sonido y pintar las sillas, entre otras.
A fin de obtener los insumos más baratos viajamos a Barranquilla, teníamos referencia de la ferretería donde debíamos comprar las pinturas, pero caminoteando el Centro de “La Arenosa”, cerca de la Iglesia San Nicolas, mi cuñado Víctor cotizó una pintura, esmalte azul para las sillas a un precio casí insuperable, me dijo oye este precio es la mitad de la que teníamos previamente definida, nos terminaríamos ahorrando mucha plata.
Yo le dije, ¡humm!… vamos a mirar la pintura, ¡de eso barato no dan tanto! Pensaba… cuando abrieron el pote vi la pintura con una nata rara, la viscosidad no era normal, le hice la observación a Víctor pero el vendedor defendiendo su producto, insistió que apenas se mezclará con thinner o gasolina quedaba “perfecta”, Víctor tomó su decisión rapidito, no me paró ni cinco e’ bola, acto seguido, llegamos a Riohacha con las compras incluyendo la famosa pintura azul, se comenzó a reparar, pintar, acomodar.
¡Todo estaba listo para la reinauguración!
Recuerdo como ayer, que la película escogida para el debut era “Terminator” con Arnold Schwarzenegger, había una gran expectativa en Riohacha. El Aurora se taqueó, hasta gente de pie quedó, de repente y después de casi 15 minutos de iniciada la película, comenzó a llover y como todos saben El Aurora no tiene techo, muchos se movieron de sus sillas, pero posteriormente la lluvia cesó y se siguió proyectando, todos retornamos a las sillas y volvimos a sonreír.
Al final, felices y satisfechos los riohacheros gritaban: ¡Primoooo, mucho peliculón! ¡Carajooo, ese robot era una berraquera!, la cinta impresionó, los nuevos empresarios estaban felices porque a pesar de la garuita la gente disfrutó la noche, pero cuando comenzaron a salir los créditos de la película y encendieron los reflectores, la lluvia había aflojado la pintura azul de las sillas, todos se miraban atónitos como sus pantalones y camisas adquirieron una tonalidad azulada, la gente molesta no entendía que estaba pasando, las miradas iban y venían e increpaban a mi hermana por sus prendas teñidas de un azul grumoso.
Gracias a Dios la pintura barata que eligió “Mincho” era tan mala que no quedó en la ropa, ya que con Fab salía rápido, de lo contrario la ganancia de esa noche no hubiese alcanzado para comprar la ropa de tantos riohacheros.