Ya no somos cinco: somos todos | Ocho años de La Tertulia, un pretexto para encontrarnos

Por Matty González Ferrer

Después de muchos intentos (Ashawa 1989, Cubagua 1991, Batá 1995 y Nordeste 2007), hace ocho años nació La Tertulia, como nacen las mejores cosas: sin libreto, con pocos amigos, pero con muchas ganas de encontrarse. Fue César Arismendi quien convocó, el 5 de julio de 2017, a un conversatorio informal sobre Bob Marley. Luego de eso, nos reunimos quienes acudimos a la invitación (que fue pública, pero quizás por ser miércoles no movilizó a muchas personas): Álvaro Escorcia, Martín López, Carlos Silva y yo. Nos tomamos unas frías y, sin planearlo, acordamos vernos el miércoles siguiente. Sin pensarlo, ya éramos los miembros fundadores de este nuevo intento.

Así nació La Tertulia, con el segundo encuentro sobre salsa romántica, dirigida esa vez por Álvaro Escorcia. La primera vez fue solo eso: un encuentro sin nombre, pero ya para el segundo miércoles tenía alma propia.

Los miércoles eran tan buenos, que al terminar nadie se quería ir. Las conversaciones se extendían, las risas también, y más de uno pedía otra ronda. Fue entonces cuando alguien sugirió: “¿Y por qué no lo hacemos los viernes?”. La propuesta nació de ese entusiasmo genuino por seguir compartiendo, y hoy seguimos fieles a los viernes, nuestro día sagrado de tertulia.

Al inicio éramos los mismos: César, Álvaro, Carlos, Martín, entre otros. Pero eso duró poco, porque el parche creció. Se sumó mi colega la periodista cultural Betty Martínez, primero como público luego como tertuliante y después como experta en transmisiones en vivo, pero siempre como un miembro del equipo, comprometida, ayudándonos a llegar más lejos con sus transmisiones y enseñándonos a respetar un poco los horarios de inicio. ¡Gracias, Betty!  y a su esposo Rafa Caicedo por su acompañamiento permanente.

Luego llegó Inés Lucía Peñaranda, quien destacó en una tertulia sobre Nando Marín, a quien invité a unirse a La Tertulia como presentadora, con su estilo, su memoria prodigiosa y así evitar aquellos momentos clásicos entre César y yo de “¡presenta tú! — ¡no, presenta tú!”, que eran pan de cada miércoles. Hoy la dinámica ha cambiado y todos se turnan para presentar.

Recuerdo que en los inicios teníamos “momentos de análisis”: como cuando César hacía los posts con toda su buena intención, pero urgía un salvavidas visual. Entonces trajimos (ya él nos acompañaba como público desde el primer día) al diseñador Jesús David Berdugo Siosi, que le puso diseño, color y elegancia. De ahí en adelante, La Tertulia ya tenía una identidad visual y se consolidó como lo que es: un espacio cultural con estilo.

Y la gente siguió llegando a hacer sus tertulias. Primero los amigos de Monguí, luego los sabaneros, Rubén Magdaniel, Freddy González, Álvaro Cuello, Weildler Guerra, Ismael Fernández, Emmanuel Pichón, Abel Medina, Johnner Alvarado, Sandra Guerrero, los amigos de César, los de Álvaro y colegas míos de muchos parches: del yoga, del periodismo, de la vida. Algunos llegaban “obligados”, otros “sobornados con cerveza”, como dice Sandra Guerrero, pero todos volvían por gusto.

Se sumaron como miembros o asistentes permanentes de La Tertulia amigos como Vilma Peñaranda, quien se integró a las transmisiones en vivo; El Nene Acosta, Rolinde Ávila, Adelita Fonseca; y el caballero de la tertulia, el señor Francisco Brito. También Librada, compañera fiel de Anabella; mi combo del Fondo Mixto; Franklin Peñalver; María del Pilar; y tantas otras personas que quizás no se mencionan aquí, pero que siempre han estado. Si nombráramos a todos, esta sería la crónica más larga de la historia. A quienes ya no nos acompañan físicamente, también los recordamos con cariño.

Desde entonces, hemos hecho de todo: tertulias taquilleras como las de Álvaro Escorcia (que parecía tener buses a todos los barrios), karaoke, coreografías, pick-ups, tocadiscos (traído desde Perú), poemas musicalizados como los de Freddy López Illidge, música en vivo con grandes agrupaciones y artistas como Roberto Camargo —quien ha estado al menos tres veces en nuestro espacio—, homenajes, lanzamientos y hasta tango en vivo con Francisco y Nancy.

Un capítulo especial merece Nautical Recreation, con Edelmes, su esposa Liliana y todo su equipo. Ese lugar no solo es sede: es hogar. Siempre atentos a nuestros temas técnicos, al sonido, al servicio a todo Nautical es nuestro sitio natural.

Del grupo de asistentes frecuentes y entrañables también nació el «parche gozón», conformado por Carmen Cecilia y Enrique, Martín y Soren, Francisco y Nancy, Miguel  y Claudia… quienes se fueron uniendo a los encuentros dentro y fuera de la tertulia.

Algunas anécdotas en 8 años son muchaaas, por ejemplo cuando veces la energía fallaba y tocaba activar el «plan B»: César llegaba con una planta eléctrica desde su casa, y seguíamos tertuliando como si nada.

Hoy todo es más mesurado, más pausado, y eso también lo celebramos. Como organizadores, ahora disfrutamos cada tertulia sin el corre-corre de antes, sin el estrés de salir a buscar sillas por toda la ciudad porque ya el lugar estaba lleno —como ocurrió en tantas de nuestras tertulias taquilleras—. Ahora el público llega con calma, se sienta, conversa, y también festeja sin apuros. Porque La Tertulia ha madurado, pero sin perder la chispa que la hace especial. Incluso en pandemia, cuando el mundo se apagaba, la tertulia se mantuvo viva por internet.

Cuando alguien pregunta ¿La Tertulia  tiene patrocinador?, la respuesta es clara: no. La Tertulia es independiente. Nació como un pretexto para encontrarnos (una frase que me surgió, de lo vivido, y que hoy es nuestro lema), y así sigue siendo. Un encuentro para conversar, compartir y celebrar la cultura desde lo cotidiano.

Este año, uno de los amigos más incondicionales y parte fundamental del equipo de La Tertulia, Carlos Silva, nos dio una de las mayores sorpresas: la composición y regalo de un tema musical inspirado en nuestro espacio. Una canción que, sin duda, será banda sonora de muchos encuentros por venir. A él, a su esposa, y a todas las esposas y esposos de los miembros del equipo de La tertulia que nos han acompañado durante este camino, les enviamos nuestras felicitaciones y gratitud. También al público, que cada día crece más y le da sentido a cada viernes de cultura, conversación y cariño compartido.

Álvaro Escorcia, Martín López, Betty Martínez, Inés Lucía Peñaranda, Jesús David Berdugo, Edelmes Brito y Carlos Silva, miembros del equipo de La Tertulia, merecen una felicitación especial por acompañarnos y hacer de este espacio lo que es hoy: un lugar entre amigos con gustos afines por la música del Caribe, el arte, la palabra y la alegría compartida.

Ya no somos cinco: somos todos.
Ocho años después, aquí seguimos, de la mano de Dios. Con cultura, con amigos, con buena energía… y sí, con cerveza. Gratis… a veces.