La Tertulia en un espacio de resistencia sociocultural

Por César Arimendi Morales

La historia de la tertulia se relaciona con una tradición cultural que comenzó en la España colonial. Esta se percibía como un lugar donde las personas se reunían para conversar y reflexionar, y esta costumbre se difundió por América. La tradición de las tertulias, que proviene de la cultura intelectual y social, se ha transformado en una actividad que aprecia la importancia y el disfrute de compartir ideas, sin preocuparse tanto por juicios formales. En Riohacha, esta tradición se ha ajustado a los tiempos actuales, manteniendo su estilo relajado y su habilidad para improvisar.

La Tertulia de Riohacha se define como un espacio cultural independiente que ha estado ofreciendo actividades durante ocho años seguidos. Esta iniciativa tiene un fuerte enfoque en el diálogo con los amigos que llegan. Desde sus primeros encuentros, donde solo cinco personas se juntaron para hablar sobre la vida y obra de Bob Marley, este lugar se ha convertido en un sitio de reunión de amigos y fanáticos de la cultura caribeña. Álvaro Escorcia, Martín López, Batty Martínez, Inés Lucía Peñaranda, Jesús David Berdugo, Edelmes Brito, Carlos Silva, Matty González y otros amigos cercanos como Luis Eduardo Acosta, Francisco Brito, Clemente Martínez, José Barros y Vilma Rosa Peñaranda han sido fundamentales para mantener viva esta actividad.

Todo comenzó en los años ochenta, donde se hacían reuniones en cafeterías artísticas y en el barco Cubagua, en la playa de Riohacha. Los primeros encuentros se caracterizaban por un sentimiento de libertad y una gran pasión por la música, la poesía y la literatura del Caribe. La separación del grupo en los años noventa, después de que se destruyó el barco, no significó el final. En cambio, fue un empuje para reiniciar las reuniones en otros lugares, como el restaurante bar Nordeste. Allí, la motivación y las ganas de compartir y aprender también crecieron a pesar de los problemas económicos

Las reuniones muestran un compromiso con la cultura, la música y la conversación, que va más allá de las generaciones y las situaciones. Desde el principio, la tertulia se ha destacado por su simplicidad y naturalidad. Se buscó mantener las actividades en marcha, lo que hizo que en los primeros años se reconociera la importancia de las exposiciones y los debates sobre temas específicos.

La música, en sus diferentes estilos, siempre ha sido una buena manera de hacer nuevos amigos y reencontrar a los viejos. Durante la pandemia de Covid-19, cuando no se podía reunir de manera presencial, la música ayudó a mantener unida a la comunidad y a demostrar lo fuerte que es este lazo. La llegada de grupos como el «Parche Gozón» hizo que la variedad de opiniones y ritmos en la tertulia fuera aún más interesante, convirtiéndola en un lugar especial.  Esto ha permitido  que los participantes a veces se salgan de las reglas y busquen nuevas formas de hablar entre ellos.

La incorporación de música en vivo y la transmisión en redes sociales han permitido ampliar su alcance y fortalecer la red de solidaridad entre sus miembros y seguidores. La presencia de agrupaciones musicales del Caribe, que comparten sus ritmos frente al mar, ha convertido cada encuentro en una celebración de la cultura popular, en un espacio donde el diálogo y la música se complementan para fortalecer la identidad regional y promover el aprendizaje colectivo. La interacción entre músicos, bailarines y espectadores genera una experiencia que trasciende lo individual para convertirse en una construcción comunitaria.

La participación en la tertulia ha demostrado ser un poderoso instrumento de cohesión social. La interacción en estos espacios fomenta el intercambio de experiencias, visiones y tradiciones, que desde lo personal se convierten en un patrimonio colectivo. La tertulia, en su dimensión más profunda, es un evento de resistencia cultural y una forma de llenar de vida la cotidianidad, especialmente en tiempos en que la pandemia y otros desafíos sociales amenazan la cercanía y la interacción comunitaria. La apuesta por mantener viva esta tradición refleja la importancia de los espacios culturales como motores de transformación social y cultural en Riohacha.

La Tertulia de Riohacha no solo es un espacio de encuentro y diálogo, sino un ejemplo de cómo las tradiciones culturales pueden adaptarse y fortalecerse en medio de las adversidades. Desde sus humildes comienzos hasta la actualidad, ha logrado consolidarse como un punto de referencia para la comunidad, promoviendo la cultura, la música, la reflexión y la amistad. La historia y continuidad de esta iniciativa demuestran que, más allá de las formalidades, la verdadera riqueza de una tertulia reside en su capacidad de generar vínculos, aprender unos de otros y alimentar el sentido de pertenencia en un contexto que necesita, más que nunca, de espacios de diálogo genuino y enriquecedor.