Abran la puerta que llegó una cumbiambera al cielo
Este domingo lloré a mi madre. Mi madre, mi cumbiambera del alma, de mis huesos, de mi corazón, de mis venas, de mi sangre y de mis pulmones. Me arrodillé ante ella. Le dije adiós.
Este domingo lloré a mi madre. Mi madre, mi cumbiambera del alma, de mis huesos, de mi corazón, de mis venas, de mi sangre y de mis pulmones. Me arrodillé ante ella. Le dije adiós.
Por: María Isabel Cabarcas Aguilar*. ¡Amamantar, es una cosa loca! Eso le comenté a mi prima y amiga Sarah Aguilar, quien ya ha sido mamá en dos ocasiones y definitivamente, una gran mentora y ejemplo a seguir en mi nuevo rol. Y es que la manera tan enloquecedoramente tierna como nos miran nuestros hijos cuando…
Por: María Isabel Cabarcas Aguilar*. Mi abuela materna murió cuando tenía siete años. Aún recuerdo el dolor que reflejaba el rostro de mi madre al verla aquella mañana al regresar del colegio, y percibir desde la inocencia de mis ojos de niña, lo absorto de su comportamiento. Fue mi padre quien me dio la noticia…