El pasado 28 de julio aconteció el proceso electoral reciente más esperado por la población venezolana y la comunidad internacional, las elecciones presidenciales en Venezuela que como se esperaba, estuvieron marcadas por incertidumbre y tensión y dieron como resultado oficial la victoria de Nicolás Maduro con el 51,2 % de los votos frente al 44,2 % del opositor Edmundo González Urrutia
Resultados desalentadores para la diáspora venezolana y la población que ha permanecido en el país y confía en que un cambio puede revertir los estragos políticos, sociales y económicos que iniciaron desde la primera década del presente siglo con el ex presidente Hugo Chávez Frías y que se acentuó con el mandato de Nicolás Maduro, calificado por gran parte de la comunidad internacional como un dictador; sumiendo a uno de los países más rico de América Latina en la pobreza y el hambre que afecta, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA), a alrededor de 8 millones de venezolanos y venezolanas en condición de vulnerabilidad que requieren asistencia humanitaria y a un promedio de 6 millones que sufren inseguridad alimentaria.
Si bien, el país venezolano ha podido salir de la estanflación en la que estuvo inmersa en la década pasada, alcanzando de acuerdo con el observatorio Venezolano de Finanzas, un 288.8 % para 2019 y que en la actualidad es del 51.4 %, superado a nivel región solo por Argentina con un 271.5 %, la más alta del mundo, expertos afirman que esta reducción se debe a una escasez artificial del bolívar, un recorte del dinero en circulación y no refleja una recuperación económica.
De otro lado, los bloqueos económicos impuestos por Estados Unidos, las restricciones de las ventas y reducción de los precios del petróleo, la contracción de la producción nacional, el éxodo masivo de la población y la contracción económica producida por la pandemia exacerban la crisis del vecino país.
Ente este escenario, el pueblo venezolano exige un cambio y no conforme con los resultados clama y grita ante el mundo esperando ser escuchado, por lo que el caos, muerte, manifestaciones y desorden social y político sumen en este momento al territorio vecino y hace saltar las alarmas de lo que esto podría significar el menos en el corto plazo para Venezuela, la región y el mundo.
La comunidad internacional no se ha hecho esperar y si bien la mayoría de dignatarios o representantes de los países democráticos esperaban la verificación de los resultados expuestos como oficiales, líderes regionales como Javier Milei, presidente de Argentina y Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de la República Federativa de Brasil, reconocen en Maduro a un dictador que no ha respetado la voz del pueblo. De igual modo, el Centro Carter y el Consejo Permanente de la Organización de los Estados Americanos (OEA) repudian lo que consideran unas elecciones celebradas sin estándares democráticos.
En nuestro país, es importante precisar los esfuerzos del presidente Gustavo Petro Urrego por reestablecer las nulas relaciones diplomáticas entre Colombia y Venezuela y resaltar siempre la importancia de las relaciones vecinales y en las recientes elecciones su papel conciliador no ha distado de sus objetivos de unidad.
Inicialmente, el presidente de Colombia a través del canciller Luis Gilberto Murillo manifestó respetar la autonomía del país vecino y sugirió al gobierno venezolano brindar las herramientas necesarias para garantizar la transparencia en el proceso electoral. Dos días después, en su cuenta de X, Petro insta al gobierno venezolano a permitir el escrutinio transparente con conteo de votos, actas y con veeduría internacional y de todas las fuerzas políticas de su país. Finalmente, ayer en la propuesta de borrador de la OEA, de 34 países habilitados para exigir la transparencia al proceso electoral venezolano, Colombia se abstuvo de votar.
Dicha propuesta obtuvo 17 votos a favor, cero en contra y 11 abstenciones. Entre las abstenciones estuvieron además de Colombia, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Honduras, entre otros. Resultados que impidieron alcanzar la mayoría absoluta de sus Estados miembros para poder ser aprobada, por lo que parece que no habrá proceso de verificación y los resultados representados inicialmente por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela serán los definitivos.
Este escenario es el resultado de la deslocalización del poder, el debilitamiento de Estados Unidos como nación líder del mundo, la sistemática desunión de los pueblos latinoamericanos y los nuevos lideratos surgidos desde la pandemia. Por supuesto, que aceptar los resultados de las elecciones si exigirá la unidad regional y mundial para dar respuesta a nuevas olas migratorias y de refugiados que querrán o se verán obligados a salir de su país y venezolanos que querían un cambio.