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Por Abel Medina Sierra – Investigador cultural
El año 2022 se viene con una enorme responsabilidad sobre el alcalde de Maicao Mohamad Dasuki Hajj y su equipo de gobierno. Una reciente encuesta de la firma Mediciones estratégicas lo presenta en el postrero puesto 12 entre 15 alcaldes de La Guajira, con apenas 36. 67% de imagen positiva frente a un 53.33% de negativa. Algunos analistas locales, opinaron frente a esta medición que le fue muy bien y que localmente la percepción ciudadana sobre su gestión es mucho más desfavorable. Al respecto, considero pertinente parafrasear el comentario de un amigo contertulio y generador de opinión de Maicao: a Dasuki le ha ido mal porque lo ha hecho mal, pero lo hacen ver peor.
En favor del alcalde de Maicao, si bien su balance hasta el momento está en rojo, no es que los demás 14 alcaldes de La Guajira hayan sido mejores. Están nivelados por lo bajo, aunque este estudio evidencia que la percepción ciudadana es más implacable en Maicao y muy generosa en otros municipios. Eso no es malo, la alta exigencia de los ciudadanos es muestra de madurez política. En este escenario de pandemia, a muy pocos alcaldes les ha ido bien. Algunos mantienen buena imagen gracias a promesas más que a realizaciones; el alcalde de Barranquilla, el de mayor favorabilidad en las encuestas, aún no inaugura la primera obra suya, solo las del gobierno anterior y está prometiendo las suyas.
La gran mayoría de alcaldes no alcanzan a materializar sus obras en los dos primeros años, solo a inaugurar obras de sus antecesores. Dasuki ni siquiera ha logrado avanzar con las contratadas por José Carlos Molina. Elefantes blancos como el Centro Administrativo, el parque del barrio Santa Fe, entre otras, llevan años esperando mano redentora. Lo normal es que las obras propias de los alcaldes comiencen a ser visibles desde el tercer año, es por ello que este 2022, el alcalde de los maicaeros, o le tuerce la tendencia a la imagen desfavorable, o se descoyunta a la condena como uno de los peores fracasos frente a los destinos de la ciudad fronteriza.
Es desconcertante el divorcio que ha tenido el alcalde con el pueblo que se volcó a votar por él, que lo encumbró en los últimos años como una de las figuras más prometedoras de la política regional. En la reciente navidad, un esperpento presentado como gigante árbol navideño, fue escogido por sus críticos como el símbolo de la improvisación y la falta de tino de su gobierno, nunca una obra de ornato urbano había sido objeto de tanta ridiculización en la ciudad. El pueblo siempre busca objetivar sus representaciones, dice la sociología, así que el árbol navideño de la calle 16 fue el centro de burlas y apropiado como símbolo del gobierno actual.
Dasuki no se había posesionado bien cuando ya había vuelto añicos la mejor alianza que hizo para ganar las elecciones. Aunque es un alcalde activo, diligente, muchos lo critican porque asuntos serios de gobierno los delega en cercanos asesores espirituales con poca o ninguna experiencia administrativa y sin ningún cargo en su gobierno: “Háblelo con Hernán o con Walter” es la frase ya hecha famosa según comentó una periodista local. Un analista político de Maicao, me dice que estos mismos asesores, impiden que el alcalde escuche voces que le pueden aconsejar para domar un potro tan difícil como la alcaldía de Maicao. A eso se suma, la terquedad, soberbia e intolerancia del alcalde, cada crítica la ve como un complot de la oposición, cada reclamo como una calculada ofensiva para desprestigiar a su gobierno por lo que hay que deslegitimar a quien la hace.
A esta altura de su gobierno, habría que preguntarle al alcalde de Maicao ¿cuál de los múltiples problemas de la ciudad va a dejar solucionado? Porque interviniendo unos parquecitos, algunas cuadras de pavimento y otras cuantas aulas construidas no van a salvar su gobierno. ¿Acaso va a lograr que tengamos aeropuerto? ¿Le tiene el ojo puesto a un nuevo matadero o culminar el mercado público? ¿Será que logra que al fin se construya la plaza de eventos en el terreno para ese propósito del barrio San José? ¿Logrará recuperar la hoy desvencijada y descabezada plaza Bolívar y restaurar su natural unidad con la iglesia San José, quebrada por un Cacaíto que se puede reubicar? ¿Tendremos algo más que la mini biblioteca del parque Sagrado Corazón para fomentar la lectura? ¿Tendrá sede propia la escuela de formación artística? ¿Se robustecerá la infraestructura deportiva? Si, al menos uno, de las grandes necesidades del Maicao no son satisfechas, un lugar le espera a Mohamad Dasuki: el ostracismo y la imagen como la gran estafa a los maicaeros.