La vibración de tu negocio

“Todo lo que creamos está impregnado de nuestra intención.”
– David R. Hawkins

¿Desde dónde nace tu emprendimiento? ¿Desde el miedo o desde el propósito? ¿Desde la urgencia o desde la confianza? Cada idea que lanzamos al mundo crea un “campo de consciencia” y ese campo tiene fuerza, memoria y dirección, porque incluso los negocios —aunque no tengan alma— tienen conciencia, y todo lo que hacemos incluyendo emprender, deja una huella.

Hace unos días publiqué una columna sobre la conciencia individual y su efecto en lo colectivo, no esperaba que resonara tanto pero al parecer, esa pregunta silenciosa sobre el lugar desde donde actuamos sigue viva en muchos. Algunos lectores me escribieron para contarme cómo ese texto les ayudó a mirar con otros ojos sus decisiones diarias, otros fueron más allá y me preguntaron: ¿eso también aplica cuando uno emprende?

La respuesta es un SÍ profundo. Los emprendimientos también tienen campos de conciencia. Desde la mirada energética y espiritual, cada creación que surge en la vida tiene un campo sutil. Ese campo se activa con la intención de quien lo concibe y se alimenta de sus pensamientos, emociones, decisiones y acciones cotidianas.

Esto significa que cada miedo, creencia limitante, ilusión o deseo que habita en el emprendedor se traslada, de forma sutil, al campo energético del proyecto. Es por eso que muchos procesos de mentoría hoy hablan de ‘humanizar’ las marcas: no es solo una estrategia de comunicación, es también un camino espiritual de coherencia entre lo que somos y lo que ofrecemos.

Como mencioné antes, un emprendimiento no tiene alma en el sentido tradicional, pero sí tiene un campo de conciencia que recoge las memorias con las que fue creado. Esto no es poesía, es una forma distinta de mirar el tejido invisible que sostiene todo lo vivo. El biólogo Rupert Sheldrake, quien propuso el concepto de campos morfogenéticos, habla de cómo existen campos de información que guían la forma y el comportamiento de sistemas completos: desde una colonia de abejas hasta un proyecto colectivo. Desde esta mirada, podríamos decir que un emprendimiento se nutre del campo de quien lo crea… y también del entorno que lo acoge.

En sesiones de acompañamiento energético, he visto cómo ciertas ideas de negocio florecen cuando se alinean con un propósito auténtico, y cómo otras se detienen por bloqueos inconscientes. A veces, lo que frena no es la falta de capital o estrategia, sino la falta de conexión con el propósito original, o el peso de creencias heredadas que sabotean el camino: miedo al éxito, mandatos inconscientes, votos de escasez o heridas ancestrales que se proyectan en la relación con el dinero y la expansión. Esas memorias también necesitan ser observadas y sanadas para que el proyecto florezca.

Territorios que sostienen o resisten

Todo emprendimiento nace en un lugar. Y ese lugar también tiene historia, vibración, memorias.

Hay territorios que favorecen ciertas ideas y hay otros donde, aunque las condiciones externas parezcan ideales, algo más profundo no permite que florezcan. No siempre se trata de errores de negocio o estrategia: a veces hay que mirar más allá de lo visible.

El Feng Shui, por ejemplo, es un arte ancestral que explora cómo fluye la energía en un espacio. Aunque viene de la tradición china y no explica todo, sí nos recuerda que el espacio físico es parte viva de cualquier proceso.

He acompañado procesos donde, al limpiar energéticamente una casa o un local —porque allí hubo violencia, enfermedad o conflictos— el emprendimiento comenzó a fluir de manera diferente. También he sentido cómo algunos territorios, como ciertas zonas del Caribe colombiano, están llamados a ser semilleros de transformación… pero aún requieren un proceso de limpieza, memoria y reconciliación.

La tierra, las paredes, los objetos… todo guarda memoria.

Este ha sido también mi camino al crear un espacio de sanación en La Guajira. No bastaba con tener una buena idea o una intención clara; tuve que revisar la energía del lugar, limpiar memorias  y conectar profundamente con el sentido espiritual del Proyecto, porque no todo territorio está listo para recibir una visión nueva… a veces hay que sembrarla con paciencia y cuidado.

Emprender desde la conciencia

Este texto no pretende dar respuestas absolutas, pero sí abrir preguntas necesarias:

– ¿Has escuchado el campo de tu emprendimiento?

– ¿Sabes qué memorias lleva consigo tu idea de negocio?

– ¿Has revisado si el lugar donde estás lo sostiene o lo resiste?

– ¿Desde dónde está actuando tu liderazgo?

– ¿Tu proyecto nace para competir o para contribuir?

Emprender desde la conciencia es recordar que nuestras decisiones no solo afectan nuestras finanzas, sino también al entorno, al equipo, a las personas que se benefician del servicio o producto. Es comprender que nuestros negocios, como nosotros, también están en un camino de evolución.

Hoy más que nunca necesitamos emprendimientos con propósito, proyectos sostenibles no solo económicamente, sino también energéticamente. Porque el mundo no necesita más productos, necesita más conciencia.

Y todo comienza allí: en el silencio honesto de quien se atreve a mirar dentro y a construir con propósito. Porque cada emprendimiento, cuando nace desde la conciencia de su creador, puede convertirse en un acto de transformación colectiva.