Por Orlando Mejía Serrano*
Transcurridos los primeros 100 días del gobierno de Gustavo Petro, sobre la mesa quedan varios hechos que testimonian irrebatiblemente que en efecto asistimos a una época de cambios en la conducción del Estado colombiano.
Esos hechos hablan por sí mismos: El Gobierno logró sacar avante una reforma tributaria que no golpea ni a la clase media ni a los sectores más pobres de la población, como se había vuelto costumbre en Colombia, sino que los mayores ingresos provendrán de los impuestos que tendrán que pagar las empresas petroleras, mineras y de energía (cerca de11 billones de pesos de los 20 que se aspiran a recaudar), es decir, “Petro pudo hacer realidad su promesa de campaña al sacar adelante una tributaria más dura con los que más ganan”, como reconoció lapidariamente la muy derechista revista Semana.
Las bases para la democratización del agro quedaron firmemente establecidas con la compra de tierras a los ganaderos, una medida que es un éxito grande “porque eliminó la resistencia histórica a una reforma agraria” (Álvaro Tascón, El Espectador) y conjuró el fantasma de la expropiación que pusieron a circular los detractares del Gobierno. Además se asignaron significativos recursos al programa de restitución de tierras y se busca recuperar los bienes incautados al narcotráfico por la SAE para robustecer la ambiciosa agenda agraria en este cuatrenio.
El Congreso dio vía libre al marco regulatorio de la paz total, cuyo fin es facilitar la construcción de una paz integral y duradera que permita que el Estado obtenga el monopolio de la fuerza, pueble institucionalmente las regiones del país más duramente golpeadas por la guerra, logre la pacificación de las relaciones sociales entre la población civil y proscriba para siempre la nefasta combinación de armas y política.
El Ministerio de Cultura redefinió su papel en el concierto nacional y ha convocado a artistas, creadores y gestores culturales a impulsar el Cambio por la vida desde las voces de la cultura cuyo ámbito de acción y expresión son los distintos territorios de la geografía nacional donde, por ejemplo, “las comunidades indígenas entrelacen sus espacios autonómicos más allá de sus jurisdicciones, al igual que las distintas parcialidades del pueblo afrodescendiente, los campesinos, los habitantes de las zonas de frontera, etc.”. (Colectivo Cultura de paz)
En el tema ambiental, se ratificó el Acuerdo de Escazú como “un instrumento que presta asistencia y protección eficaces a las personas que contribuyen a combatir de manera pacífica los delitos que afectan al medio ambiente” (Minambiente, 2022), lo cual facilitará que el país haga aportes efectivos a la lucha contra el cambio climático.
Y no menos importante es que en estos tres meses largos, la paridad de género ha tenido avances sin precedentes. Una mujer afro, defensora de derechos humanos, ambientalista y representante de la Colombia profunda ocupa el segundo cargo más importante del país dentro de lo que algunos analistas políticos han denominado la revolución de Francia, lo cual se complementa con la conformación paritaria de la bancada parlamentaria del Pacto Histórico y la vigorosa representación de las mujeres en el gabinete ministerial, como bien lo ha destacado el senador Iván Cepeda.
En el frente internacional, Petro cumplió su promesa de restablecer las relaciones con Venezuela, una decisión que contribuirá a mejorar sustancialmente la situación social en la frontera y allanará el camino para que los dos estados enfrenten de forma mancomunada las múltiples violencias que azotan a esos territorios (el multicrimen, en palabras del presidente). Y, por otra parte, el gobierno ha mantenido una relación fluida con los EEUU., pero sin renunciar a la discrepancia con algunas de las políticas más odiosas del poderoso vecino del norte, al tiempo que participa activamente en el fortalecimiento de la integración latinoamericana.
Adicionalmente, el Gobierno ha avanzado en la condonación de los créditos del Icetex, los diálogos de paz, la rebaja de las tarifas del servicio de energía eléctrica, la reforma política, el servicio social para la paz, la protección de los líderes sociales, la lucha contra la corrupción, los cambios en las fuerzas militares y de Policía, la reforma a la salud, la democratización del deporte, la defensa de la Amazonía, etc., aunque en estos frentes se esperan más y significativos desarrollos.
En el caso específico de La Guajira, el Gobierno nacional se ha tomado absolutamente en serio el cumplimiento de la Sentencia T 302 de 2017, la lucha contra el hambre y la pobreza, el deber del Estado de garantizar el acceso al agua potable a las comunidades, el aprovechamiento de las energías alternativas para generar estado de bienestar en el territorio, la satisfacción plena del derecho a la salud, etc.
Ahora bien: el buen suceso que han significado para el país los 100 días del primer gobierno de izquierda en 200 años de vida independiente, ha sido refrendado ampliamente por la ciudadanía en las encuestas realizadas a propósito de esta coyuntura: En todas ellas, Petro obtiene una holgada favorabilidad.
El camino es largo y culebrero, pero el recorrido hacia un cambio de época en Colombia ha comenzado con paso firme y decido.
*Periodista y gestor cultural, miembro del Colectivo Cultura de Paz de La Guajira.