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Llegaron las aspas

*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com

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Por Weildler Guerra Curvelo.

En días pasados desembarcaron en Puerta Brisa las gigantescas aspas de un nuevo parque eólico que será construido por el grupo español Elecnor e Isagen, en Media Luna, cerca al Cabo de la Vela con una inversión de unos 31,7 millones de euros. Funcionarios, empresarios y entusiastas del desarrollo celebraron este hito tecnológico de la transición energética nacional. Las gigantescas aspas serán emplazadas en torres de más de setenta metros de altura. Ya se sabe: lo grande es hermoso.

La construcción de parques eólicos en La Guajira podría ser una oportunidad inestimable para el país, para las empresas que aportan tecnología y capital y para los wayuu quienes aportan un territorio colectivo con las condiciones ambientales requeridas para generar ese tipo de energía. Se puede constituir una asociación justa si todas las partes salen proporcionalmente beneficiadas. Todo indica, sin embargo, que en muchos casos se trata de una negociación desigual en las que una de las partes se queda con las utilidades y los indígenas solo con los impactos sociales y ambientales.

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Una situación alarmante es que los grupos indígenas asentados en los territorios en donde se emplazarán los parques eólicos no disponen de un conocimiento previo e informado de los impactos que les afectaran. ¿Cabe preguntarse si los wayuu han tenido acceso a los estudios de impacto ambiental y social que las normas exigen? ¿Alguien les ha hablado del impacto paisajístico y sonoro?  ¿Conocen los indígenas el efecto conocido como shadow flicker o sombra titilante: un parpadeo molesto causado por las palas del rotor cuando cortan la luz solar de manera intermitente? Habrá una perdida significativa de áreas territoriales que hoy se usan para actividades vitales como la agricultura, el pastoreo, la recolección de frutos y la caza. ¿Cómo se les sustituirán estas fuentes de subsistencia?

Cuando los wayuu preguntan por estos impactos son considerados usualmente como enemigos del desarrollo, gentes que no se alinean con el interés de la nación. El desarrollo es un concepto inestable y cambiante hijo de Occidente y de la razón basado en una metáfora biológica que no es universal. Los wayuu tienen una noción del bienestar basada en la conservación de sus territorios y en la paz con sus vecinos y con otros seres vivientes.

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Entre algunos ejecutivos de las empresas de energía se dice que los indígenas no pueden ser socios de los proyectos eólicos porque no están familiarizados con la idea de que una actividad económica puede dar perdidas o utilidades. Esto ignora su historia como pueblo marítimo y es irrespetuoso y perverso. ¿Por qué los wayuu, que aportan sus territorios, no pueden ser socios de los proyectos eólicos? ¿Por qué solo se les mira como receptores pasivos de regalos misericordiosos?

La reputación de las empresas implica compromiso con el respeto de los derechos humanos y obtener la aceptación social de las comunidades. Si de verdad se piensa en el interés de la nación se deben acordar formulas societarias que sean un referente para todos los proyectos. No se trata de engañar ni de compadecer al otro sino de marchar conjuntamente hacia un bienestar deseado.

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