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¿Vallenato mal parqueado?

Acordeón Vallenato

Por Abel Antonio Medina Sierra

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Un parque para el vallenato

El pasado 3 y 4 de agosto tuvo ocurrencia en Bogotá, la primera versión de “Vallenato al parque” que congregó miles de personas en la Media torta y el Parque Metropolitano Simón Bolívar. El certamen tuvo alta difusión pues fue trasmitido en señal abierta por Canal Capital, Teleantioquia y plataformas como YouTube y Facebook. 

Se trata de un hito verdaderamente histórico y el logro de una gesta de largos años por parte algunos actores como el ex senador Antonio Sanguino, concejales como Julián Espinosa, Rolando Gutiérrez y Armando Gutiérrez, quienes se apoyaron en gestores como Jorge Naín Ruíz, Félix Carrillo y Laude Fernández, entre otros. Para los amantes del vallenato, resultaba un reto llevar a estos escenarios una música que, aunque en las tres últimas encuestas de consumo cultural sigue liderando las preferencias en Colombia, en Bogotá nos sigue ganando terreno el rock, la salsa y ahora la música regional mexicana interpretada por paisas. Muchas veces nos preguntamos: si hay un rock, una salsa al parque porqué no un “vallenato al parque” en Bogotá. A pesar que el género vallenato es el que más conciertos protagoniza en Colombia, como lo expresa el musicólogo y arpista Roger Bermúdez: “El vallenato no se tomará el mundo si primero no se toma Bogotá”.

Varias veces en el programa “La polémica vallenata” botamos corriente a la ilusión de un “Vallenato al parque” como señal simbólica que tenemos una música que interpela a la nación y que es una escena importante también para la gente que vive en la capital.

Al parque sí, pero…

Pero, siempre hay un “pero” en el vallenato, luego de las albricias y las bengalas de saber que teníamos un tan anhelado “Vallenato al parque”, una vez comenzaron los músicos sus performances, en muchos se despertó la desilusión y la sonrisa se convirtió en amarga mueca. Ante algunas interpretaciones, por lo general de grupos andinos, no faltaron las impugnaciones y deslegitimaciones. Un apreciado amigo y contertulio escribió en un grupo de melómanos “¡Vallenato al parque es una estafa!” Otro amigo, vallenatólogo ante la presentación de Gregorio Uribe opinó: “Si esto es vallenato, esto se jodió” y habló de “desastre” y sentenció que ese evento estaba sepultando al género.  “Eso debe ser una muestra folclórica, de vallenato no tiene nada” agregó otro analista de esta música. Seguramente no fueron los únicos furibundos que reaccionaron ante la osada propuesta de algunos intérpretes de los que se presentaron en estos dos escenarios.

Esto pone en evidencia que, muchos melómanos hacen de la escucha y la apreciación de una interpretación, no un acto de disfrute sino un mecánico ejercicio de “detección” o “medición” de qué tanto esa performance se ajusta o no a los cánones festivaleros del vallenato, si la caja suena como un paseo tradicional o no. Dependiendo de lo cerca o lejos que esté la interpretación del canon, les gusta o les disgusta. Yo prefiero gozarme la música sin aplicar censores. 

Pero, casi siempre tengo un “pero” reactivo ante los “peros” del vallenato, voy a asumir el difícil y políticamente incorrecto rol de defensor del diablo una vez más. La alegría de esta gran puerta que abrimos en Bogotá no me la quitó Gregorio Uribe con su presentación (la que reconozco que no me gustó). Al contrario, me pareció el evento más amplio, sincero y que muestra lo real del vallenato. Vimos desde el formato tradicional de acordeón, caja y guacharaca con Sara Arango, reyes vallenatos como Ciro Meza, vallenato “sensiblero” de los 90, vallenato pop, nueva ola hasta formatos de fusión y de experimentación. En fin, el vallenato de varios periodos, estilos y formatos, como realmente es el vallenato.       

Un vallenato sin reatas 

Hay que recordarles a las personas que se sintieron desencantadas con “Vallenato al parque” que este evento NO es un festival ni un concurso. Así que no deberíamos tener la expectativa que solo vamos a escuchar lo más “tradicional”, ortodoxo y canónico del vallenato. Estos eventos tienen como espíritu la total libertad creativa del músico y no el apego al canon hegemónico de cada género. Por ejemplo: en el “Rock al parque” se escucha desde el formato más tradicional hasta hard rock, rock alternativo, progresivo y psicodélico, punk, disco, dance, house, techno, heavy metal, country rock, folk rock entre otros. Es decir, el género, sus fusiones y metagéneros. 

Igual pasó y va a pasar con el vallenato en este evento. No pretendamos desde acá, desde nuestra ortodoxia dictarles cátedra, canon y normas a los bogotanos sobre qué es lo que ellos deben montar en la tarima o lo que ellos deben considerar como “vallenato” o no. No forcemos a que organicen el evento solo con el vallenato que nos gusta y no el que ellos quieren. Es inútil, como pretender convencer a la gente de Monterrey que el vallenato y la cumbia son dos géneros distintos y un “vallenato” no “debiera” interpretar cumbias.  Entre otras cosas, porque si allá en Bogotá algunos grupos interpretaron cumbias, sinuanitos, paseítos, porros como vallenato, en un concierto desde los que se organizan en el Festival de la leyenda vallenata y las grabaciones de casi todos los intérpretes vallenatos de las últimas décadas eso es lo que también se escucha. Poncho Zuleta, Iván Villazón, Beto, Diomedes y Oñate han hecho lo mismo: combinar canciones del canon tradicional vallenato con fusiones, lo que llama Roger Bermúdez “Formas interinas” (canciones que nacen de la experimentación dentro del mismo vallenato) y otros géneros. Si le preguntan a un sabanero, se sentirá feliz con lo que pasó en Bogotá porque al fin, en un mismo certamen se puede escuchar vallenato y sin excluir los ritmos de su tierra. 

Vallenato y música de acordeón

No tenemos “nadita” qué reclamar una dinámica bogotana para el vallenato cuando aquí, desde los más “tradicionales” tienen la misma lógica para construir sus repertorios. Además, hay que entender que lo hoy se tiene como vallenato en el mercado discográfico nacional e internacional no es lo mismo de los años 60 y 70 con el paseo, puya, son y merengue como únicas formas. Vallenato es hoy, más que un género, una etiqueta musical en la que cabe prácticamente todos los géneros de música de acordeón del Caribe colombiano y nuestros máximos exponentes han contribuido mucho a que eso sea así. Hoy, en el mercado musical no solo colombiano sino internacional: vallenato y música de acordeón es prácticamente lo mismo, la diferencia solo lo hacen los concursos de festivales pues en los conciertos de estos mismos festivales se funden. 

Concluyo diciendo, prefiero celebrar el “Vallenato al parque” con sus apegos y desapegos al canon, su “vallenato de verdad verdad” y sus propuestas radicales que ya no suenen a provincia porque muestra al mundo la historia de mutaciones, hibridaciones y rearticulación de esta música y no la idea equivocada que esta música es solo lo que se escucha en los concursos de festivales.   

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