En mis pampas guajiras
Una y otra vez portó debajo de su brazo el legajo de historias que había ido recreando en años de vivencias y memoria. Narradas a mano con una bella caligrafía y que poetizaba el ejercicio de la escritura como esa simbiosis de pensamiento y creación que se materializaba a través del pulso, de la empuñadura, de trazar letras e ir dibujando inicios, nudos y desenlaces. Lourdes Aguilar iba y volvía. Creía y persistía.