Banner Apoyo financiero  uninorte banner comfaguajira programas tecnicos laborales

Se va Margarita “la Bizca”

Por Abel Medina Sierra

Publicidad
Publicidad

Desde el 8 de julio, la Corte Suprema de Justicia dio apertura al proceso que terminará con la elección de la terna para que el Senado escoja quién estará a cargo de la Procuraduría General de la Nación en reemplazo de la masona barranquillera de padre guajiro, Margarita Leonor Cabello Blanco. Por su parte, tanto el Presidente de la República como el Consejo de Estado tendrán que postular uno de los tres ternados que se presentarán al Congreso.

Con esta escogencia, se inicia el fin de la era Cabello en uno de los más altos cargos del poder público en Colombia. Un periodo marcado por un sesgo político que raya en la vergüenza, pues Margarita Cabello ha sido señalada y hasta acusada formalmente por una especie de miopía para investigar los escándalos de corrupción de sus amigos, copartidarios y aliados políticos, y una mirada muy afinada, escrutadora y ágil cuando esos casos involucran a quienes considera sus adversarios. Un ojo empañado, el otro parece que tuviera un zoom; Margarita es vista por la opinión pública como la funcionaria que volvió “bizca” una entidad como el Ministerio público.

Su cuestionable desempeño, solo superado por Alejandro Ordóñez, de quien fue su protegida y subalterna, llama a la reflexión a los colombianos sobre la necesidad de cambiar las reglas de juego para la elección de cargos tan importantes como la Procuraduría, la Fiscalía, Contraloría y Defensoría del Pueblo, pues se ha demostrado que llegan funcionarios que son serviles, genuflexos, ciegos y cómplices del presidente que los ayuda a llegar al poder y luego se tornan severos, inflexibles e inquisidores si entra un gobierno que es contrario a sus afinidades. Barbosa en la Fiscalía y Cabello en la Procuraduría son el mejor ejemplo de esta politización de la institucionalidad de control en Colombia.

Una carrera llena de cargos, lo que es muestra de la preparación académica, pero que también, para muchos, es el fruto de muy buenas relaciones clientelistas tanto con el expresidente Uribe como con la casa Char de Barranquilla, catapultaron a Margarita Cabello a tan alto cargo. Tal como pasó con el nefasto ex fiscal Francisco Barbosa, su periodo tuvo dos modos en la transición del gobierno Duque al de Gustavo Petro. El primero, en el que preferían el bajo perfil, el cuento de que “hablamos con resultados” para no pronunciarse públicamente sobre hechos de corrupción. Los resultados en términos de investigaciones con sanciones fueron ínfimos. Sobre el caso de Centros Poblados, en lugar de investigar a su amiga Karen Abudinen, más bien se reunió con ella para aconsejarla sobre cómo salir de ese chicharrón. Un segundo periodo, activa en prensa, opinando sobre lo humano y lo divino, haciendo oposición política a toda propuesta o reforma del gobierno y abriendo procesos al día siguiente que Vicky Dávila, Néstor Morales o Luis Carlos Vélez hablaran de una “presunta” corrupción en el gobierno (lo que es bueno, siempre y cuando se aplique siempre).

Entre los pendientes a los que no les tocó ni un “cabello”, la Procuradora acumula casos de la Sociedad de Activos Especiales como el denunciado por el portal laorejaroja.com: “tanto la Fiscalía, en manos de Francisco Barbosa, como la actual procuradora, se han hecho los ciegos ante semejante caso de corrupción que tiende a beneficiar a terratenientes involucrados en investigaciones por extinción de dominio de propiedades ilegales”. De igual manera, la mirada de la Procuraduría pareciera nunca apuntar hacia los gobiernos de Barranquilla y el Atlántico, feudo político de sus jefes, los Char. Para ella, Aida Merlano no existe y, en días recientes, se le cuestionó cuando en lugar de abrir procesos frente al escándalo de la ciudadela Mallorquín, solo habló de dar “recomendaciones”. Claro, se trata de un proyecto que involucra a los Char.

Pero lo más grave de la saliente funcionaria es que la persona que debe velar por la transparencia y la probidad en las actuaciones de los funcionarios, tenga serias acusaciones de corrupción, clientelismo, politiquería y malas prácticas de contratación. Uno de los procesos, ante la Corte Suprema, acaba de ser archivado, no porque se absuelva Cabello, sino porque quien la interpuso se mantuvo en el anonimato violando un requisito formal. Se acusaba a la Procuradora de politización del organismo de control disciplinario y comparaba sus actuaciones frente a los dos gobiernos en los que ha transcurrido su ejercicio: mano de algodón y “recomendaciones” para funcionarios de Duque, Cambio Radical y el clan Char, y mano de hierro y sanciones para el gobierno Petro.

La otra, más grave y presentada por la senadora Esmeralda Hernández, acusa a la funcionaria de entrega de contratos “a dedo”, burlando la ley de contratación y sin licitar. Es decir, haciendo a su antojo lo que a otros les prohíbe y castiga. Uno de los casos emblemáticos es con la misma Empresa de Recursos Tecnológicos (ERT) que goza del privilegio de contratos que superan los 80 mil millones con generosas prórrogas y sospechosas adiciones. La senadora también reveló la lista de privilegiados y “apechichados” benefactores de Cabello, algunos de estos ligados a mancillados clanes políticos.

Otra de las acusaciones es sobre un cuestionado y leonino contrato denunciado por el sindicato de la entidad para compra de la sede de la Procuraduría en Barranquilla: se avaluó por el doble de lo que fue comprado dos días antes. La revista Cambio y el portal Infobae también revelan actuaciones de la funcionaria por la poca austeridad al destinar 30 mil millones para compras suntuarias de mobiliarios y remodelaciones en sedes que ya habían sido remodeladas un año antes de entrar Cabello. Paradójicamente, hoy se encuentra en el ojo del huracán por dilatar en concurso de mérito para escoger 2,276 mil funcionarios de la entidad que ahora están en provisionalidad aduciendo que “se acogían al llamado de recorte en el gasto público aconsejado por el gobierno central”. Muy “convenientemente”, Cabello dejó pasar el tiempo de su periodo y no convocó concurso para nombrar a dedo a sus subalternos. ¿No es esto clientelismo y falta de transparencia?

La organización Corrupción al día así hace el balance de esta “Guardiana de la corrupción”: “Los números son impactantes y sugieren una administración irresponsable y corrupta de los recursos públicos: 40,000 millones de pesos en remodelaciones, 70,000 millones de pesos entregados a una sola empresa, 16,600 millones de pesos en solo 10 contratos asignados a amigos de la procuradora. Estos gastos no solo son injustificables, sino que también evidencian un patrón claro de favoritismo y corrupción. La rapidez con la que se han aprobado estos contratos contrasta fuertemente con la inacción en la realización del concurso de méritos, lo que pone en entredicho la integridad de la gestión de Margarita Cabello”.

Todo esto nos lleva a celebrar que sus días de reinado estén contados, a acariciar las expectativas de que a tan alto cargo llegue alguien sin compromisos políticos, que no distinga entre gobierno y oposición a la hora de poner la lupa sobre las actuaciones públicas y las responsabilidades disciplinarias. Lo peor es que su legado será que muchas de sus decisiones serán reversadas y será nuestro bolsillo el que repare a los demandantes. Se va Margarita “La Bizca”, como su mentor Ordóñez, por la puerta de atrás, con muchos pendientes y acusaciones de corrupción en su contra. Ojalá no crea, desde su narcisismo y como Barbosa, que lo hizo tan bien que merece el premio de la presidencia.

Soporte: Riverasofts.com