El clamor es generalizado: Riohacha, la capital del distrito turístico y cultural del mismo nombre, no exhibe por estos días su mejor cara. Y la causa de esa mala apariencia salta a la vista: hay basuras regadas por varios de los lugares más visibles y frecuentados de la ciudad, en los que, por supuesto, pululan las moscas, proliferan los bichos y corretean los detestables roedores, lo cual ni es turístico ni es cultural. El detritus urbano infesta y contamina el ambiente.
Y pese a que la Administración Distrital y la empresa encargada de los residuos han intervenido varios de los puntos más críticos, el problema no da trazas de resolverse. En efecto: sectores como la carrera 7 con calle 34, la 4 con 36 y 38, la 8 con 14, las calles 13 y 15 con Circunvalar, la segunda etapa del Malecón y los sectores aledaños al estadio Federico Serrano Soto, que fueron los intervenidos, siguen “adornados” por desechos de todo tipo. Y como si faltará más, las basuras también se acumulan en el Centro histórico, uno de los lugares más emblemáticos de Riohacha que, por esa misma circunstancia, es el primer destino de quienes nos visitan.
Otro tanto ocurre en las playas de la ciudad. No pocas veces se las ve “tachonadas” de vasos plásticos, servilletas, latas de cerveza, cajas de icopor que, por efecto de los fuertes vientos, terminan en las aguas del mar, ocasionando un problema adicional: la contaminación de la fauna marina.
A esta mala disposición de las basuras se le suma ahora la forma en que los recicladores ejercen su oficio, pues en su afán por encontrar desechos que les representen unas cuantas monedas destripan las bolsas que se apilan en los andenes, lo cual deriva en unos impresentables regueros de papel higiénico, pañales desechables, comida en descomposición, bolsas plásticas, cáscaras de yuca, cáscaras de plátano, etc. Perros y gatos hurgan en el reguero y terminan la «tarea».
Ante esta situación, la alcaldía de Riohacha ha insistido en la necesidad de que los habitantes de la ciudad observen actitudes más comprometidas con el ornato y la sanidad de los espacios urbanos, pues “mantener la ciudad limpia debe ser una consigna de todos” y “requiere mayor civismo y cultura ciudadana”.
La Alcaldía Distrital lanzó en el mes de noviembre una original campaña llamada #TamoEnRiohacha diferentes scketchs de cultura ciudadana entre ellos uno para concienciar a la población acerca de la responsabilidad individual en la limpieza del ambiente. Invitar a los ciudadanos a sacar los residuos sólidos que se producen en el hogar, en la hora indicada, permitiendo así, cuidar la ciudad y valorar el trabajo de los operarios.
En ese orden de ideas, las autoridades deberían poner en marcha políticas públicas de cultura ciudadana que faciliten que los riohacheros se comprometan con la causa de tener una ciudad más limpia que, por ejemplo, eduque en la práctica de separar las basuras e integrarlas al ciclo de reciclaje; reglamentar y organizar el reciclaje para que quienes ejercen este oficio, que es útil y necesario, observen ciertos protocolos a la ahora de adelantar la labor de la que derivan su sustento.
Este es un problema de dimensión global. Parecería que a las personas no les molesta ver la basura en las calles. Sin embargo, es seguro que no se trata de esto, sino de no comprender las consecuencias de esa suciedad. No podemos seguir impasibles frente a la imagen de alguien ensuciando las calles y la playa.
Lo que hace falta es generar una «cultura ecológica». Hacemos un llamado a la ciudadania a modificar su conducta, en lo que respecta a la higiene de los espacios urbanos, esto es especialmente urgente. Mucho queda por hacer para concienciar a la población de los peligros que acarrea para la salud de las personas y para el ambiente, las basura en las calles.
Indudablemente, urge cambiar de hábitos, urge endurecer las sanciones (comparendo ambiental) y urge cumplir la Política Nacional (nuevo código de colores para la separación de residuos sólidos).