Luma, espacio ancestral y pedagógico para la interculturalidad en Uniguajira

Hay lugares que hablan por sí mismos y revisten un interés singular. Y la Universidad de La Guajira Sede Riohacha cuenta con uno. Se trata de la Luma o Enramada que está ubicada detrás del bloque 8, contemplada dentro del proyecto “La casa grande de los saberes: memorias ancestrales e interculturales”, liderado por la Facultad de Ciencias de la Educación y el programa de Licenciatura en Etnoeducación e Interculturalidad y presentado por los docentes e investigadores Ernell Villa Amaya (Q.E.P.D), Yolanda Parra, Saray Gutiérrez Montero, Henry Redondo Gámez, Zaine Arredondo Quintero, Nubia Tobar Ortiz, Rosmery Camargo Barliza, Gabriel Iguarán Montiel, María Margarita Pimienta Prieto, Seili Quintero Molina, Harold Castaño Giraldo y Roberto Carlos Coronado, autoridad tradicional indígena.

De acuerdo a Luz Edith Córdoba Ramírez, directora del pregrado, la iniciativa nace de la necesidad de un espacio pedagógico ancestral. Inicialmente, en 2018, se gestó como la Enramada (la Luma), pero en 2025, se proyecta una propuesta más completa en la que están involucrados todos los pueblos de la Sierra Nevada, así como los afros, raizales y palenqueros, con el fin de evidenciar la estructura de todos.

Asimismo, comenta que la construcción de la Luma en Uniguajira representó la voluntad de implementar el diálogo genuino e intercultural como cimientos fundamentales de los paradigmas de la educación universitaria en la Alma Máter. Abrió, igualmente, la posibilidad de sistematizar los conocimientos hasta ahora transmitidos ancestralmente mediante la oralidad.

Estudiantes de diversas etnias en la Luma
Estudiantes de diversas etnias en la Luma

Es pertinente destacar que las viviendas wayuu cuentan con una parte anexa de un valor incuantificable a nivel social, cultural, político y económico, que se denomina luma. Es el espacio para recibir las visitas, donde el tío materno (ala’ula) se sienta para establecer la comunicación intergeneracional con los sobrinos (niños, jóvenes, adultos y mujeres de la familia apüshi), recibir a los putchipuü y establecer el camino para la conciliación. Es también el sitio en el que se descansa de día al aire libre al terminar la faena de pastoreo o apalainsü, donde las mujeres tejen artesanías y enseñan a las niñas a hacerlo. Además, se utiliza para hospedar en la noche a las visitas que duermen en la comunidad.  

En este sentido y por recomendación de los sabedores, se construyeron las viviendas y la Luma con los materiales ancestrales de los wayuu, como el yotojoro, la palmera o patapana y el matorral (típico de los kapalainsü en cercanías de la playa). Es importante comprender que estos elementos están vinculado a un saber, a la espiritualidad, a la cosmovisión, a la astrología y a la lluvia.

Conviene anotar que, desde su creación, la Luma ha servido para la reunión entre jóvenes estudiantes de la etnia wayuu, pueblos de la Sierra Nevada de Santa Marta, afrodescendientes, entre otras, lo que permite el desarrollo integral de un diálogo intergeneracional, con actividades académicas vinculadas a la cultura y encuentros universitarios indígenas nacionales e internacionales.

Es una oportunidad para la implementación de prácticas pluriculturales, pues propiciará que quienes no pertenecen a las tradiciones de nuestro contexto cuenten con un espacio en el que puedan interactuar con los miembros de la comunidad sobre diferentes entornos.

Doris Cabeza Escobar

Periodista Uniguajira