Amylkar D. Acosta M
La Península de La Guajira constituye la esquina oceánica de América, como la llamó el pensador antioqueño Luis López de Mesa, descrita magistralmente por uno de nuestros juglares, Hernando Marín, como “una dama reclinada, bañada por las aguas del Caribe inmenso…Majestuosa encabezando el mapa…luciendo con soltura y elegancia una gigantezca manta y joyas de misterio”. Y otro de nuestros juglares, Rafael Manjarrez, en una de sus más bellas canciones se pregunta “por qué La Guajira se mete al mar así, como si pelear quisiera, como engreída, como altanera” y él mismo se da la respuesta, que es “para que el mundo supiera que hay una princesa aquí”. Es más, si hipotéticamente se le quitara La Guajira al mapa de Colombia, este quedaría decapitado!
La Guajira ha sido bendecida por Dios, al dotarla de ingentes recursos naturales renovables y no renovables. Es el único Departamento del país que cuenta con todos los pisos térmicos, desde el sol canicular y el desierto de su territorio más septentrional hasta el pico nevado de Colón, el más elevado en el mundo a orilla del mar, en uno de los flancos de la Sierra Nevada de Santa Marta, declarada por parte de la UNESCO como Reserva de Biosfera, del Hombre y de la Humanidad en el año 1979. De allí la enorme biodiversidad que la caracteriza, en donde se da desde el cardón entre dunas que, al decir de otro juglar de nuestra música vernácula Leandro Díaz, “en tierra mala ningún tiempo lo derriba, en cambio en tierra mojada nace de muy poca vida…que no lo marchita el sol” y en contraste se da también el café orgánico con denominación de origen en la Sierra.
Además de biodiversa, La Guajira es multiétnica, poblada predominantemente por afros y mestizos, cuenta con la más numerosa y diversa población indígena del país, sobresaliendo entre ella el pueblo Wayüu, asentado en la Alta Guajira, secundada por los arhuacos, los wiwas, los kogis y los kankuamos, que habitan la Sierra Nevada. Cabe destacar que esta población aborigen conserva intactas sus costumbres, su cultura ancestral, sus hábitos, ritos y mitos, así como sus habilidades para las artesanías.
Mención aparte merece el reconocimiento que le hizo la UNESCO en el 2010 al Sistema normativo de los Wayüu aplicado por el pütchipü´üi, más conocido como “palabrero”. Este Sistema está basado en los principios de la reparación y compensación, los mismos que inspiran la Justicia especial para la paz (JEP) acordado con las FARC para ponerle fin a un conflicto armado que había perdurado más de 50 años. Ha cobrado tanta importancia y relevancia que la Universidad del Rosario ofrece la cátedra de dicho Sistema normativo (¡!).
La Guajira sobresale en el contexto nacional también porque históricamente ha servido de despensa minero – energética del país, gracias a sus enormes reservas de gas y de carbón, convertido en el segundo renglón de exportación del país. Y en momentos en los que se impone la necesidad de la Transición energética desde las energías de origen fósil hacia las fuentes no convencionales de energías renovables (FNCER) para contribuir a la descarbonización de la economía y así combatir el Cambio climático, nuevamente La Guajira se destaca por el mayor potencial de las mismas en Colombia. Y no es para menos, habida cuenta que la velocidad del viento en su territorio es el doble del promedio a nivel mundial y la radiación solar supera en un 60% dicho promedio.
Pero, no todo es color de rosa en La Guajira, pues sigue siendo un territorio muy rico pero habitado por gente muy pobre. Así lo muestran las estadísticas y los deplorables indicadores de su condición social. Según cifras de 2020, el Departamento cuenta con 1´093.671 habitantes, de los cuales el 69% viven en condiciones de pobreza monetaria, que representa el 3.9% de personas en esas condiciones a nivel nacional (¡!). Son indignantes los registros del número de niños menores de 5 años que se desgajan del árbol de la vida como si fueran racimos acabados de nacer. Sólo el año pasado de los 292 niños que murieron por causas asociadas con el hambre y la desnutrición 76 tuvieron lugar en La guajira, con prevalencia en la comunidad indígena. El contraste no puede ser mayor!
Este cuadro dantesco se suele atribuir a la mal llamada maldición de los recursos naturales, al asociar estas lacras sociales al denostado “extractivismo”, atribuyéndole a las multinacionales su responsabilidad. Pero, la verdad sea dicha, como lo afirma la CEPAL, los recursos naturales no son una maldición para los países que los poseen y explotan, la maldición está en las equivocadas políticas públicas, en la corrupción, el despilfarro y la ineficiencia en la inversión de las regalías que se reciben a cambio. Con el optimismo panglosiano que me asiste, yo aspiro y espero que tal situación cambie más pronto que tarde, pues, como dijo El Quijote “ni el bien ni el mal son duraderos y siendo que el mal ha durado tanto el bien debe de estar cerca”.
Riohacha, febrero 4 de 2023
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