La coherencia como estrategia política

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Por Nicole Peñalver Fonseca.

La estrategia de Biden y Harris se basó en la sobriedad y la disciplina. Funcionó y logró opacar el show de insultos, luces y bronceado falso de Trump.

Los demócratas ganaron representatividad cuando se popularizó la ideología en la comunidad cristiana en el gobierno de Reagan para así crear una coalición fuerte que perdura hasta el día de hoy. A la vez genera relaciones estrechas con empresarios porque los planes de gobierno de este extremo se basan en reducir costos de programas sociales como “Obamacare”, que cubre el seguro médico de personas que no pueden pagarlo para disminuir impuestos bajo argumentos de autorregulación. Estas dos comunidades hacen parte de los 214 colegios electorales que ganó Trump en estas elecciones.

Además de estos grupos, el conglomerado que votó por Donald Trump tiene como base un pensamiento no políticamente correcto reprimido sobre los inmigrantes, el tema racial, las mujeres, etc., que fue sonsacado por como el presidente habla de las minorías en los medios de comunicación, su comportamiento discriminatorio y su posición de líder permite que personas con pensamientos xenófobos, racistas y misóginos sin ser del partido se vean representados y lo vean como referente, esto según un ciudadano de Washington D.C..

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“Make America Great Again” o “Hagamos grande a América de nuevo”, es el eslogan de la campaña de Trump en el 2020 y el mismo que utilizó Reagan a principio de los 80´s, que apela al segmento de la población estadounidense blanca, no educada, que cree que el foráneo le ha robado todo hasta la grandeza de su patria.

Estos ideales y fake news de la época le permitieron ganar en las elecciones del 2016. Sin embargo, en esta oportunidad perdió por múltiples factores como lo son, el mal manejo de la pandemia por el Covid – 19, fue incoherente con su premisa de ley y orden, cuando en el primer debate de candidatos no denunció a extremistas blancos de derecha, los esfuerzos por eliminar Obamacare y su oponente.

En cuanto a su rival el ahora elegido presidente de Estados Unidos a sus 77 años, Joe Biden manejo una campaña sobria, disciplinada y cautelosa que hacía énfasis en el alma del país. Con estrategias claras basadas en la coherencia como lo demostró con la campaña virtual emitida por la pandemia y con mítines responsables con las medidas de bioseguridad necesarias, asimismo, aportó a múltiples estados en materia de asesorías de gestión de la pandemia, cuenta la gobernadora de Michigan Gretchen Whitmer al medio The New York Times.

De igual manera, Biden asumió una estrategia dentro del partido demócrata, que tenía como objetivo mantener al partido unido apoyándolo, para eso, generó alianzas con líderes de izquierda y moderados, entre ellos uno de sus mayores oponentes dentro del partido, Bernie Sanders. Generando sinergia propuestas de plan de gobierno y de políticas públicas.

En agosto eligió a Kamala Harris como su fórmula vicepresidencial. Harris como segunda al mando aportó mucho a la campaña, puesto que esta se consolidó desde las primarias como una candidata fuerte, que mueve masas, moderada, que rompe el techo de cristal y las barreras para las mujeres negras de familias inmigrantes, además una emotiva historia por contar, basada en su madre y su muerte, su esposo y lo que conlleva tener sus características y entrar a la esfera pública.

Biden y Harris, aunque no llegaron a realizar una campaña que generara euforia colectiva, lograron generar la empatía y conexión personal que querían y suficiente para ganar las elecciones, logrando hacer historia, Trump es el único presidente en 45 años en no lograr la reelección, Biden el presidente con más edad en ocupar el cargo y Kamala Harris la primera vicepresidenta mujer, negra, de orígenes inmigrantes.

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