Abel Medina Sierra
Del disco al streaming
Para todos es bien conocido que la industria de soportes de música como el CD han venido en decadencia, con especial énfasis en este siglo. Los intérpretes de la música vallenata más reconocidos llegaban, mínimamente, a obtener Disco de oro por las ventas de 100 mil unidades en tiempos del disco del acetato. Los más famosos como Diomedes Díaz, rebasaron esa barrera al ganar 22 discos de oro; con sus más de 16 millones de copias vendidas conquistó también 23 discos de Platino y 13 Doble Platino, 3 Quíntuple Platino. En tiempos actuales, algunos intérpretes de los más pegados, ganan Disco de oro por apenas 20 mil copias y 40 mil copias para Disco de platino, o el equivalente a descargas en plataformas de streaming. El éxito de los discos ahora se mide por el streaming o de las descargas y las visitas a sus videos y canciones divulgadas en redes sociales como YouTube.
De por sí, el CD ya parece ser cosa del pasado y, aunque exista un ligero auge de los coleccionistas y melómanos por revitalizar el acetato, las cifras no son tan relevantes como para pensar que volveremos a esa forma de reproducción de la música vallenata.
Silvestre en deuda
Pero, para el caso del vallenato, no solo se trata de la caída del disco como formato que almacena pistas musicales, también, en especial desde el año pasado, es notorio y evidente que el público ya muestra poco interés por las producciones musicales. Cuando escribo estas líneas, se está desarrollando en Valledupar el muy promocionado Festival silvestrista como lanzamiento de su nueva producción “El último baile”. Tenemos la certeza que será un éxito, pero también abrigamos la esperanza que sea el punto de inflexión para el despegue de una producción que no se está escuchando, que del Parque de la Leyenda salgan miles de personas dispuestos a propagar y cantar las nuevas canciones del urumitero. Este álbum no ha tenido la resonancia ni el impacto al que ya nos tenía acostumbrados Silvestre Dangond quien, cuando lanzaba una nueva producción, prácticamente no permitía sonar a otro intérprete por al menos dos meses.
Por ahora ninguna canción se perfila como éxito, la respuesta del público para escuchar el álbum ojalá fuera igual a la que ha tenido el Festival silvestristas. Parece ser que la gente asiste al lanzamiento no porque el disco esté pegado, sino porque se trata de seguir al ídolo y de paso, darse el caché “asistí al lanzamiento de Silvestre”. Es prematuro decirlo, pero hasta ahora, “El último baile” ha tenido una discreta recepción y escasa aceptación.
Los descalabros discográficos
Si eso pasa con Silvestre, ése que está “a otro nivel”, ése que desde las constelaciones ve “chiquitos” a la competencia, es evidente que otros colegas estén pasando por esa misma crisis de falta de respuesta de los seguidores a sus nuevas producciones. Si vamos en retrospectiva, no hace mucho, “El caballero” Peter Manjarrés sacó al mercado su nueva producción “Jerarquía”. Éste ha sido uno de los intérpretes vallenatos más seguidos y exitosos de este siglo, sin embargo, su fama no ha logrado evitar que su álbum esté pasando tan desapercibido como si fuera un desconocido para el público. Peter se preocupa mucho por la calidad de sus producciones, debe estar muy decepcionado que tanto esfuerzo no sirvió para interpelar a su público.
Un poco más atrás, el grupo de mayor posicionamiento en los años 2022 y 2023 fue el de Elder Dayán Díaz y Lucas Dangond. Su álbum posicionó unas 5 canciones y “Reina guajira” fue la canción vallenata más impactante de los últimos años. Se creería que eso apalancaría un nuevo álbum de estos artistas por las expectativas que despertaba. Sin embargo, “El cantor” ha pasado sin pena ni gloria, apenas se escucha la canción “El picantico” y pare de contar.
Por otra parte, sobre los “mampanos” del vallenato, fallecidos Diomedes y Oñate, un “Poncho”, Silvio y un Zabaleta que ya no graban, solo queda Iván Villazón. Pero cada vez pegan menos sus canciones y esto lo evidencia su último trabajo comercial del que solo se escucharon “Un mundo real” y “Apagando focos” sin que su éxito sea mayor a otros que ha tenido “La voz tenor”. Ni se diga de Ana del Castillo, venía posicionada con su álbum anterior, el más reciente pasó con más pena que gloria y hoy no tiene posicionada ninguna de sus canciones. De Rafa Pérez solo sobrevivió el “Dele que dele”, así que se suma a la lista de fracasos discográficos del último año y medio.
La Banda del 5 venía en una meteórica escalada de posicionamiento. Todos los veíamos como el remplazo del Grupo Kavras. Nadie entiende que después de una temporada exitosa, su último álbum no tuviera acogida en el público. Algo así pasó con “Mono Zabaleta”, venía de su más exitosa producción pegando más de 5 canciones de su álbum. Se esperaba al menos igualar, pero si no es por “El secuestro”, su álbum “Mono” hubiera pasado desapercibido. En todo esto recorrido de novedades en el mercado discográfico del vallenato, solo se salva “Churo” Díaz, que ha demostrado disco tras disco, que goza de una luna de miel indeclinable con el público y que es capaz de pegar todas sus producciones.
Pagados y no pegados
Todo esto nos lleva a preguntarnos ¿Qué está pasando con la recepción de las producciones vallenatas? Pareciera que el público cada vez aprecia menos los álbumes musicales, que se está generando un desplazamiento del foco desde la producción al intérprete, porque no es que estos músicos hayan pasado de moda ya que todos tienen agenda permanente y son muy solicitados. Muchos de estos no están sonando mucho con sus nuevas grabaciones, pero el público sí les responde en sus presentaciones. También es posible que el nuevo repertorio grabado esté saturando el mercado y el consumidor piense que no vale escuchar o adquirir un álbum con 15 o 17 canciones desconocidas por una que le gusta. La sobreoferta también afecta la percepción del valor.
Mientras eso está pasando con las grabaciones, otros, nuevos y viejos intérpretes, sin grabar, siguen “facturando”. Haffit David quien aún no lanza su primer larga duración es de los intérpretes más contratados como lo es Óscar Gamarra. “Poncho” Zuleta y “Beto” Zabaleta no graban, pero tienen presentaciones cada semana. Jorge Celedón, Jean Carlos Centeno, el Binomio de oro, Nelson Velásquez ya tampoco se preocupan por grabar porque su público les pide son las canciones viejas de su repertorio. Lo anterior, puede crear un escenario de desestimulo para que los nuevos artistas se preocupen en renovar su repertorio con producciones musicales. Esto, a su vez, llevaría a un añejamiento del repertorio vallenato, a un estancamiento de la producción musical y la falta de oferta novedosa en esta música. Confiemos en que Silvestre nos demuestre que hay excepciones en esa tendencia de declive en el aprecio del público ante el disco reciente.