Amuyuwoü. Kilómetro 59. Manaure.
Para la cultura wayúu su territorio es un espacio sagrado, heredado de sus ancestros y delimitado por una guardarraya (algunas veces visible, otras imaginaria), que marca el fin y el inicio de una comunidad. En el caso de Amuyuwoü es una tierra que tiene sus raíces cerca de su cementerio, donde están enterrados los abuelos de los abuelos de Josefina Gomez Jusayu, autoridad tradicional de esta comunidad.
Amuyuwoü está conformada por 38 familias, de entre cinco y siete miembros cada una, que dedican sus días a la artesanía y al pastoreo, otros se benefician de empleos del gobierno, dependiendo de la oferta que exista en el momento. También se dedican a la educación de sus niños. Hoy aseguran que están bendecidos porque han recibido diversos proyectos y porque los visitan mucho.
Parte de la historia de Amuyuwoü la cuenta Josefina sentada en una banca, frente al colegio y con la comunidad a sus espaldas: “Mi tía, que en paz descanse, era la que estaba pendiente de todos nosotros. Se llamaba Carmen Valle Jusayu y, junto con Ramon Jusayu, trabajaban aquí en la comunidad luego de que mis abuelos fallecieran. Carmen y Ramón construyeron un molino que se llamaba Kasütou, y trabajaron en dirección de Zona Vereda una parcela que tenía cultivos de yuca, plátano, caña, frijoles y maíz. Era un medio sustento para muchas familias”.
Pero no siempre fue Amuyuwoü, como lo indica el aviso de la entrada, hace muchos años tuvo otro nombre, menciona Josefina: “Anteriormente Malaquish y Sarrütkish eran los nombres que mis ancestros le pusieron a esta comunidad. Mi abuela era sobrina de las familias que vivían aquí en Sarrütkish. Nosotros tenemos nuestras raíces aquí donde están enterrados mis ancestros”.
La gran labor que tienen las nuevas generaciones será mantenerse aquí, conocer lo que son, su historia, y Josefina les ha encargado tareas para ello: “Mis nietos, la nueva generación, ya conoce la historia de esta comunidad por lo que lo seguirán transmitiendo a las futuras generaciones. La historia es permanente porque eso está escrito en papel. Yo, por ejemplo, nunca estudié. Sin embargo, desde niña conocí la historia de mi comunidad”. Y les encarga el legado, su gran legado: “Yo les digo a mis nietos que cuiden esta comunidad ya que es un legado, ellos pueden ir a otra, pero resultará en inconvenientes. Aquí siempre serán bienvenidos porque es su tierra, aquí nacieron”, indica Josefina.
Silvia López, líder y docente de la comunidad, habla de sus sueños a futuro, de cómo se ven en un par de años: “Soñamos con que Amuyuwoü sea un centro etnoeducativo y, si va a ser solo de primaria, que esté organizado, quisiéramos ese cambio donde los niños tengan una mejor educación, que tengamos salones, aulas de informática, una cocina en buen estado, que contemos con parques y ellos tengan su uniforme, ser como un colegio de la zona urbana. Eso es lo que queremos para un futuro aquí en Amuyuwoü”. Y han trabajado por hacerlo realidad, muestra de ello es un proyecto realizado de la mano de Cerrejón que consistió en la instalación de baños sanitarios a la escuela. Además, se han llevado a cabo otros proyectos para la comunidad como voluntariados, apoyo a las artesanas de la comunidad con entrega de conos de hilos, un sistema de bombeo solar dual, todo esto en el marco de la estrategia de relacionamiento de la compañía.
El kilómetro 59 vía Puerto Bolívar, a mano derecha si vienen de Uribia, a mano izquierda si vienen del sur, encuentran a Amuyuwoü, una tierra que tiene sus raíces cerca de su cementerio, donde están enterrados los abuelos de los abuelos de Josefina Gomez Jusayu.