Por María Isabel Cabarcas Aguilar*.
Transitando desprevenidamente como espectadora por la autopista de las redes sociales, hallé la publicación de una amiga muy querida, quien manifestaba su inconformidad por la reciente apertura al público de un parque remodelado, cuyas condiciones y características, distan de ser divertido y seguro para las niñas y niños de la ciudad. Y es que, al convertirnos en padres una de las prioridades que aparecen en la medida en que van creciendo, es la de brindarles a nuestros hijos, espacios al aire libre donde puedan jugar, hacer deporte, compartir con otros niños, y en general, explorar su ambiente. Sin embargo, en Riohacha la mayoría de los parques no cuentan con estas mínimas condiciones que anhelamos para que el objetivo paterno común se cumpla.
Al convertirme en madre, y al tener la oportunidad de llevar a mi hijo a otras ciudades y de disfrutar otros entornos, hallé siempre escenarios públicos adecuados, amplios, seguros y estéticamente armónicos, que permiten que ellos disfruten el tiempo haciendo lo que más les gusta. Por lo que, ante la ausencia de esta posibilidad a nivel local, se ha hecho necesario dos o tres días por semana, acudir a algún “playground” ubicado en los centros comerciales teniendo que pagar para acceder a sus diversiones. Otra de las opciones es disfrutar de un paseo por el maltrecho malecón de la Avenida 14 de Mayo, cuyos olores en ocasiones, hacen insoportable el tiempo del recorrido a pie, contemplando los bellos atardeceres que suelen pintar continuamente el cielo riohachero y que tanto nos inspiran a los románticos como yo.
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En Colombia, ciudades como Medellín y Bucaramanga, esta última llamada con toda razón “La Ciudad de los Parques”, cuentan con una variada oferta de escenarios públicos urbanos aptos para las demandas de recreación de las familias locales y visitantes. Planes como hacer picnic, caminar o practicar algún deporte, se convierten en citas constantes en las agendas de sus ciudadanos por contar con lugares aptos para ello. Cada ciudad del mundo cuenta con un parque icónico extenso, bonito y lleno de naturaleza, como el Central Park de New York, Englisher Garden en Munich, La Devesa y el Parc Migdia en Girona, La Ciudadela en Barcelona, entre muchos más en el mundo.
Pienso en algún parque ideal para el Distrito e imagino un amplio lugar donde los niños puedan correr, saltar y explorar de forma segura, colmado de zonas verdes, con un arenero para los más pequeños y columpios aptos para sus edades y tamaño, fuentes de agua, canchas para practicar diversos deportes, árboles frondosos que le den sombra a quienes lleguen a disfrutar de ese ambiente. Al mismo tiempo lo imagino libre de malos olores, limpio, bien iluminado y hecho con amor para los más tiernos, curiosos, inquietos y juguetones usuarios de estos espacios urbanos.
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Conversando con otros amigos papás, hemos concluido que lamentablemente en Riohacha se viene acumulando una deuda creciente con la infancia, en la medida en que no existen parques adecuados para que nuestros hijos disfruten del necesario tiempo al aire libre, tan pertinente en esta época en que los video juegos, los dispositivos móviles, las tabletas y las redes sociales, se apoderan de su atención llevándolos inevitablemente a la adquisición de pésimos hábitos de vida como el sedentarismo, la soledad, la individualidad y el silencio.
Por ello, me atrevo como madre y como ciudadana, a hacer un llamado ad portas del inicio de las campañas para las elecciones de octubre, a que los candidatos se comprometan con la ciudadanía en la labor de remodelación real de estos importantes pulmones de la recreación colectiva y la integración familiar y con la construcción de nuevos escenarios dignos, adecuados, amplios, seguros, divertidos y con altos estándares de calidad, para que todos los niños y niñas puedan acceder gratuitamente.
*Las opiniones expresadas en este espacio son responsabilidad de sus creadores y no reflejan la posición editorial de revistaentornos.com