Colombia enfrenta una epidemia silenciosa: el aumento alarmante de las enfermedades de transmisión sexual (ETS). Este fenómeno se ha convertido en un desafío creciente para la salud pública. Según el Ministerio de Salud y Protección Social (MSPS) y el Instituto Nacional de Salud (INS), cada hora se diagnostican aproximadamente 10 nuevos casos de infecciones como el virus del papiloma humano (VPH), sífilis, herpes y gonorrea.

Más de 166 mil personas en el país viven con el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH), siendo la transmisión sexual, la principal vía de contagio; lo que equivale a casi el 98 % de los casos reportados. Además, se registra que el 80 % de los diagnósticos recientes corresponde a hombres, con una alta incidencia entre los 15 y 34 años. Esta realidad evidencia una preocupante crisis social, educativa y sanitaria en torno a la salud sexual y reproductiva.
En La Guajira, el panorama es crítico. Según el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud departamental, los casos registrados de VIH aumentaron de 108 en 2010 a 347 en 2024. Los municipios más afectados son Maicao, Riohacha, Uribia y Fonseca, que concentran el 70 % de los casos. Alarmantemente, la población indígena representa el 36,6 % del total reportado.
Frente a esto, se explica que son diversos los factores que contribuyen al aumento sostenido de las ETS, entre estos: la falta de educación sexual integral y la escasa utilización de métodos de protección, como el condón. Según el Ministerio de Salud, 6 de cada 10 colombianos no utilizan preservativo regularmente, en gran parte por falta de información o mitos sobre la sexualidad. También, el estigma social impide que muchas personas busquen diagnóstico y tratamiento oportuno.
En el departamento, estos desafíos se agravan por factores culturales y sociales. La presencia de comunidades indígenas, como la wayuu, introduce barreras idiomáticas y culturales que dificultan la implementación de programas educativos y preventivos.
Para enfrentar esta crisis, es crucial priorizar la educación sexual integral. Las universidades, incluida la Universidad de La Guajira, juegan un papel clave al proporcionar información basada en evidencia y formar profesionales capacitados en salud pública. También es fundamental fortalecer las políticas que garanticen el acceso gratuito a métodos de prevención, pruebas diagnósticas y tratamientos adecuados.
Reflexión final: romper el silencio y asumir la responsabilidad.
El aumento de las ETS en Colombia y La Guajira exige una acción inmediata de las autoridades y la sociedad. Es necesario eliminar el tabú en torno a la salud sexual y abrir espacios de diálogo en universidades, hogares y medios de comunicación. Las instituciones educativas tienen un rol clave en este asunto: difundir información científica y libre de prejuicios, para formar jóvenes conscientes de los riesgos, pero también de las herramientas de prevención.
Las autoridades sanitarias deben intensificar las campañas de educación sexual integral y garantizar el acceso a métodos de protección en centros de salud, instituciones educativas y eventos comunitarios. Además, es fundamental diseñar estrategias con enfoque diferencial: involucrar a líderes wayuu en la difusión de mensajes preventivos en su idioma y capacitar a promotores de salud en comunidades migrantes.
El fortalecimiento de la red de atención también es prioritario. Se requieren más pruebas rápidas de ITS en hospitales y puestos de salud, así como un trato digno que motive a los jóvenes a realizarse chequeos sin temor a ser juzgados.
Combatir esta epidemia silenciosa también implica un cambio cultural. Debemos dejar de lado prejuicios y reconocer que las ETS son un problema de salud pública que afecta a toda la sociedad. Cada estadística, cada caso de sífilis, VIH o VPH, representa una persona con aspiraciones y un futuro por proteger. Los jóvenes guajiros merecen vivir en una comunidad informada, donde cuidarse sea la norma y no la excepción. Si algo nos enseñó la pandemia de COVID-19, es que la prevención salva vidas; lo mismo aplica para las ETS.
La pregunta es clara: ¿seguiremos ignorando esta realidad o tomaremos acción para asegurar el bienestar de nuestra generación y de las que vienen? La respuesta nos corresponde a todos. ¡Es momento de actuar!
Fuentes: Ministerio de Salud de Colombia, Instituto Nacional de Salud (INS), Cuenta de Alto Costo, Organización Mundial de la Salud (OMS), Secretaría de Salud de La Guajira y otros. Las cifras citadas provienen de reportes oficiales y datos de vigilancia epidemiológica nacionales.