¿Y quién dijo que Riohacha no puede?

Por: Luis Guillermo Baquero-Gerente Mesa Más La Guajira – ANDI

Durante la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en Honduras, el presidente Gustavo Petro anunció que el Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo se llevará a cabo en Riohacha.

Este anuncio generó controversia, pues previamente se había anunciado como sede a Barranquilla. De inmediato, surgieron dudas y cuestionamientos sobre si la capital guajira está preparada para acoger un evento de esta envergadura.

Lamentablemente, tanto en redes sociales como en algunos medios de comunicación, Riohacha fue memetizada y presentada como una ciudad fracasada e incapaz, señalada por su inseguridad, problemas de abastecimiento de agua, limitada en infraestructura hotelera y carencias logísticas. Lo más triste fue que muchos de los primeros en descalificarla fueron los propios guajiros.

Pero más allá de las críticas y burlas, esta es una oportunidad para recuperar la autoestima de la ciudad y del departamento. Riohacha tiene una profunda relación histórica con los procesos migratorios. Coincidiendo con la realización del Foro, en septiembre de 2025, la ciudad celebrará sus 480 años de poblamiento y 60 años de vida administrativa. Esta es una fecha histórica que debemos aprovechar para contarle al país y al mundo una historia distinta: la de una ciudad emergente, acogedora y con potencial de desarrollo.

Desde el siglo XIX, Riohacha ha sido un punto de llegada para migrantes que encontraron aquí un nuevo hogar y que dinamizaron su economía y diversidad cultural. Judíos sefarditas de Curazao, italianos, franceses y comunidades árabes —sirios, libaneses y palestinos— marcaron la identidad de la ciudad, como lo destaca el historiador Benjamín Espeleta. Esa herencia cosmopolita aún se respira en sus calles, sus apellidos, su gastronomía y su espíritu comercial.

En la última década, Riohacha ha vuelto a demostrar su capacidad de acogida, al convertirse en epicentro de la migración venezolana, albergando a más de 50.000 personas provenientes del vecino país. A pesar de las limitaciones estructurales, la ciudad ha respondido con dignidad, ofreciendo oportunidades, servicios institucionales y un espacio de convivencia solidaria.

Por eso, el debate no debe centrarse en sí “estamos listos” o no. Se trata de reconocer que tenemos desafíos importantes —infraestructura, servicios, conectividad— pero también de entender que este tipo de eventos pueden y deben convertirse en catalizadores del desarrollo. Según estimaciones de la alcaldía de Riohacha y gremios turísticos la ciudad cuenta con cerca de 3.000 camas en más de 1.700 habitaciones, para distintos perfiles de visitantes. Esta es una señal clara de que hay una base sobre la cual se puede construir.

Es indispensable que este momento nos impulse a trabajar unidos, alejados de lo político e ideológico: sector público, sector privado, academia y ciudadanía. Entre las primeras tareas que tenemos es impulsar un sistema de información turística actualizado y confiable que aporte a la toma de decisiones, además de adecuar espacios para eventos, articular esfuerzos logísticos y de seguridad.

La ciudad cuenta con varios espacios adecuados para la realización del Foro, como el auditorio de la Diócesis, los salones de Comfaguajira y, especialmente, el Centro Cultural. Este último, símbolo del patrimonio local, hoy se encuentra subutilizado y en avanzado estado de deterioro. Es momento de rescatarlo con una inversión que desde el gobierno departamental y nacional se haga no solo para renovar un edificio: se trata de renovar la confianza en lo que somos capaces de hacer.

Y si hablamos de infraestructura hotelera, pensemos en La Guajira como un sistema sub-regional integrado. ¿Por qué no apalancar la oferta de alojamiento con hoteles de lujo en Mayapo, Palomino o el Hotel Waya en Albania? Todos ubicados a menos de una hora de Riohacha, una distancia perfectamente comparable con los traslados entre aeropuertos y centros de eventos en ciudades como Bogotá, Medellín o Barranquilla. La clave está en la logística, el transporte coordinado y el acompañamiento de las autoridades policivas y militares para garantizar la seguridad de las delegaciones diplomáticas.

Llegó el momento de insertar a La Guajira en la agenda nacional desde una mirada positiva. Ya basta de aparecer solo en los titulares por crisis o conflictos. No se trata de negar nuestras dificultades, sino de mostrar que somos capaces de enfrentarlas con altura. No se trata de competir con ciudades como Barranquilla, sino de complementar, de descentralizar el caribe, de abrirle espacio a otros territorios que también tienen algo valioso que ofrecer y mostrar.

El Foro Mundial sobre Migración y Desarrollo debe ser un punto de inflexión. Una oportunidad para que el país y el mundo reconozcan que La Guajira es más que crisis. Es historia, es diversidad, es frontera viva, es cultura y es futuro. Es el momento de contarlo con orgullo. Es el momento de demostrarlo juntos.