15 años de puentes culturales: Fundación Rancho, Clifford Rosa y la hermandad entre La Guajira y Aruba

Por: Benjamín Romero Barliza

Con una historia que se entreteje entre las raíces del Caribe, la Fundación Rancho celebró su décimo quinto aniversario con un evento memorable que reafirmó no solo su compromiso con la comunidad arubiana, sino también con los lazos históricos que unen a Aruba con la península de La Guajira en Colombia.

El acto central de esta conmemoración fue el simposio «Heritage, History and Healing: Aruba’s Future», realizado en la Universidad de Aruba y con la distinguida presencia del Primer Ministro de Aruba, Sr. Mike Eman y su esposa, Sra. Doina Eman.

Este espacio de reflexión y encuentro contó con la participación de destacadas voces del pensamiento y la acción social como el Dr. Luc Alofs, Maria Isabel Cabarcas Aguilar (Fundación Inspirarte Aain), Rayza De la Hoz Pérez (Fundación Afro Mata ‘E Pelo) y Christie Mettes (Metabolic Foundation), quienes aportaron profundidad y visión a este homenaje.

Pero más allá de los discursos y las ideas, lo que hizo vibrar a los asistentes fue el reconocimiento sentido y sincero hacia la Fundación Rancho, su presidente Clifford Rosa, y su comprometida directiva. Diferentes entidades de La Guajira colombiana, entre ellas el Fondo Mixto para la Promoción de la Cultura y las Artes, la Cámara de Comercio de La Guajira, la concejala y lideresa wayuu Amalfi Sijona, el director del Centro Agroindustrial de Colombia Jorge Martelo, así como la Fundación InspirARTE Aain y la Fundación Genealogía y Patrimonio “Raíces Guajiras–Antillanas”, entregaron homenajes cargados de gratitud. A ellos se sumó el emotivo mensaje del investigador cultural Fredy González Zubiría, quien también ha sido un puente entre ambas tierras a través de sus obras.

Y es que, tal vez algunos se pregunten: ¿a qué se debe tanto reconocimiento? La respuesta está en la historia compartida. Desde los tiempos ancestrales, cuando los pueblos indígenas navegaban estas aguas, hasta las primeras migraciones guajiras a Aruba, los lazos entre ambos territorios han sido tan constantes como el vaivén de las olas del Caribe. Solo 175 millas separan sus costas, pero lo que realmente los une es mucho más profundo: una identidad caribeña compartida, el amor por el mar, el comercio, la familia, la música, la resistencia.

No es casualidad que fuera el barrio Rancho —el más cercano al puerto de Oranjestad y uno de los más antiguos de Aruba— el que ofreciera ese primer abrazo cálido a los guajiros que arribaban a la isla. Hablar de Rancho, en esos días, era hablar de una pequeña Guajira en tierra arubiana.

Apellidos como Roys, Mejía, Romero, Pimienta, Torres, Julio, Herrera, Barros, Campo, López y los Dandaré (ancestros de Clifford Rosa) forman parte del legado guajiro en Aruba. Una de las primeras riohacheras oficialmente registradas en la isla fue Manuela Palacio Vanegas, seguida de figuras como María Estanislao Acosta y Crecencia Escobar Acosta, cuyos descendientes aún caminan por las calles de Oranjestad.

Fue con el auge de la refinería en el siglo XX que la migración guajira se hizo aún más presente. Muchos llegaron a trabajar directamente en la industria, mientras otros emprendieron negocios paralelos. Y entre esos nombres memorables, sobresale el del navegante arubiano Edgar «Harry» Tromp, quien transportaba pasajeros y mercancías entre Aruba y La Guajira, convirtiéndose en un puente humano entre dos pueblos hermanos.

En este contexto, la labor de la Fundación Rancho y de Clifford Rosa cobra un valor incalculable. Su trabajo incansable ha permitido no solo mantener viva esta memoria compartida, sino también fortalecer los vínculos actuales entre las nuevas generaciones. Si alguien en La Guajira busca acercarse a la comunidad arubiana, la respuesta es casi automática: “Háblate con Clifford Rosa”. Y es que él, con humildad, pasión y compromiso, ha sido el alma de este proceso.

Hoy, al celebrar estos 15 años de trabajo voluntario, cultural y comunitario, solo queda decir: gracias. Gracias a la Fundación Rancho, a su equipo y a Clifford Rosa, por mantener encendida la llama de una historia que no se olvida, que no se rompe, y que sigue iluminando el futuro de dos pueblos hermanos.