Por Luis Fernando Ariza Moscote Periodista Uniguajira
En este momento, la mirada de todo el mundo está puesta sobre el territorio venezolano, es tal vez la mejor oportunidad que ha tenido esta nación en mucho tiempo para liberarse del dictador Nicolás Maduro y del yugo del chavismo. Hoy en Venezuela existe un contexto inédito que demanda una respuesta contundente y efectiva que cambie el destino de la nación.
Aunque han sido muchos los intentos, tanto democráticos como a través de la presión internacional, todos han resultado igualmente infructuosos. Por medio de la elección popular, el chavismo enfrentó a Manuel Rosales, quien perdió en 2006; Henrique Capriles Radonski, en 2012 y 2013; Henri Falcón, en 2018; y figuras destacadas como Leopoldo López, Henry Ramos Allup y Juan Guaidó, el cual se autoproclamó presidente interino, sin ningún efecto real, lo que demuestra que este camino no logró sacar al régimen autoritario que devastó el país.
Lo anterior fue como tratar de ganarle en un juego de dominó al dueño de las fichas que las conoce y las tiene marcadas. Por otro lado, la diplomacia y las sanciones se mostraron ineficaces, de igual forma las medidas restrictivas impuestas por la comunidad internacional, que no lograron el impacto necesario para forzar la salida del tirano y garantizar una transición política.
Si bien no es la primera vez que se observan manifestaciones masivas en las calles de Caracas, Maracaibo o Valencia, y pese a que el pueblo venezolano demostró valentía y determinación, estos esfuerzos también resultaron insuficientes en la intención de lograr un cambio real. Las movilizaciones, aunque poderosas, no consiguieron forzar el fin del régimen ni proporcionar una solución a la crisis.
Por lo tanto, agotados los recursos democráticos y diplomáticos, es evidente que se debe sacar a Maduro del poder de otra manera, imponiéndose el pueblo con más autoridad y fuerza, como ha sucedido en otras latitudes para dar fin a dictaduras y tiranos, esto con miras al renacimiento de la nación.
Es imprescindible el apoyo de las fuerzas militares y policiales, quienes deben recordar que su deber fundamental es proteger al pueblo y no a un régimen que traiciona al país. Estos deben seguir el ejemplo de rebeldía e insurrección armada de Óscar Alberto Pérez, quien luchó contra la tiranía, allí está la clave que permitirá movilizar a las fuerzas y conseguir el cambio radical.
Nicolás Maduro en diferentes ocasiones ha manifestado: “Candelita que se prende, candelita que se apaga”, haciendo referencia a que responderá ante todas las protestas y manifestaciones opositoras, por esto, hoy es necesario que la voluntad popular no sea una candelita, sino un incendio que deje en cenizas al gobierno y ponga fin a la era de opresión y corrupción.