Una polémica con nombre de conejo
La escena musical del vallenato se revuelve y se vuelve candente con mucha frecuencia y por cualquier motivo. Las opiniones encontradas se trenzan en una pugna de contradicciones, rasgados de vestiduras, impugnaciones, indignaciones. Para mí, esa es una señal de buena salud para el vallenato: aún tiene dolientes, se vive y se defiende con pasión.
Esta semana, el hecho disparador fue la revelación de la escandalosa cifra que recibirá el exitoso trapero/rapero puertorriqueño Bad Bunny en su presentación durante las galas del próximo Festival de la leyenda vallenata en Valledupar. Aunque ya, desde hace varios años, las galas del festival incluyen renombradas figuras internacionales, lo de Bad Bunny ha llegado al punto de exacerbación. Ha circulado, sin que la Fundación que organiza el festival lo niegue o lo confirme, que “El conejo malo” recibirá el equivalente a 902 millones de pesos y que su “tanda” solo incluirá tres canciones. También se ha puesto el grito en el cielo por las excentricidades que incluyen su traslado en jet, mansión, un ejército de guardaespaldas, entre otras suntuosidades a las que poco escapan estas vedettes de la industria musical.
Las reacciones
Las reacciones no se hicieron esperar. Una de estas, vino del reconocido cantante y compositor Ivo Luis Díaz, recurrente participante de este certamen. En un comentario que se viralizó, el hijo de Leandro denuncia que “El Festival de la leyenda vallenata prefiere promover otro género, mientras utiliza el talento de los participantes de los diferentes concursos cobrando entradas a los eventos y no le brindan ni una bolsa de agua”. Detrás de esta reacción, se han desencadenado otras, la mayoría de las cuales, rechaza que a un regguetonero como Bad Bunny se le pague tanto y que a los músicos vallenatos, tan poco o nada en este evento. También Beto Zabaleta en un video, interrogado sobre el tema de Bad Bunny, sostiene que “Los organizadores del festival se desviaron y ya están pensando en un comercio que ya no tiene nada que ver con el vallenato, en vez de aportarle a los artistas le están quitando a los artistas vallenatos, los están pordebajeando”. Paradójicamente con lo que factura Bunny, también en esta semana, se conoció un video en el que el repentista Alcides Manjarréz, usa sus versos para pedir ayuda que le permita asistir al concurso del festival. Más leña para el ya candente tema.
El hecho tiene unos antecedentes. Ya hace algunos años, Felipe Peláez golpeó duro la mesa al denunciar que a los grupos vallenatos que participan en las galas del festival, prácticamente le dan lo mínimo para su desplazamiento y no le pagan la tarifa plena que suelen cobrar. Sobre este tema, aunque se me califique como maniqueo, voy a estar de acuerdo, en parte con quienes denuncian este trato inequitativo, en otras con el Festival.
Bien es cierto que los intérpretes de las galas merecen recibir su tarifa plena, aunque estas nunca estarán a la misma altura de los internacionales por razones obvias. Darles solo una “ayudita” para sus gastos, es como si el festival que se precia de proteger y promocionar el vallenato, les estuviera cobrando por el simple hecho de subirse su tarima.
Lo que vale concursar
Por otra parte, ya algunos medios, años atrás revelaron el promedio de costos para que un músico que no vive en Valledupar, se pueda presentar en el concurso. Un acordeonero necesitaría entre 8 y 10 millones y un compositor entre 5 y 6 millones para costear mínimamente su traslado, hospedaje, manutención y honorarios a sus músicos acompañantes. Si bien es cierto, siempre habrá quien esté dispuesto a incurrir en estos gastos, no es menos cierto que el festival pudiera idearse maneras de estimular a algunos de los concursantes. Experiencias exitosas ya las hay: el Festival Francisco el hombre de Riohacha le paga a sus concursantes, mayores y juveniles, la gran parte de sus gastos de viaje, hotel y alimentación durante los días del concurso. Sería insostenible subsidiar a los cientos de concursante del Festival de la leyenda vallenata, pero se podría establecer criterios como haber sido ganador o finalista en versiones anteriores, puntaje en calificaciones previas de canciones inéditas, trayectoria, entre otros.
Ahora bien, para eso se necesita que el festival tenga cuantiosos recaudos y allí entra el tema de Bad Bunny. Muchos hoy sacan pecho porque el festival se ha convertido en una de las más grandes ferias del país, pero ha sido, en parte, jalonado por atractivos que no solo tienen que ver con la música vallenata. Cámara de Comercio de Valledupar ha revelado que en promedio, unas 150 mil personas llegan cada año a este mega evento. En el año 2019, en promedio cada visitante gastó $ 1.100.145. Hace 8 años el festival movía 38. 700 millones según La República, cifra que viene subiendo. Pero, la gente que se mueve de distintas regiones del país, no solo llegan a Valledupar a escuchar a los intérpretes y concursantes vallenatos como dice Beto Zabaleta en la misma entrevista. Gran parte se mueve por la oferta de grandes intérpretes internacionales.
Cuando conviene tragarse el sapo
Queremos un festival grande, trasnacional, multitudinario, pero solo con oferta vallenata. Eso es una utopía. Mucho más en estos tiempos: muy pocas personas se moverían del interior del país para ver a Diego Daza, Mono Zabaleta, Churo Díaz y Ana del Castillo. Queramos o no, estos que son los “más pegados” en nuestra zona, son unos desconocidos para el gran mercado nacional. Si fueran Diomedes, Rafael Orozco, Jorge Oñate, Poncho Zuleta y Silvestre Dangond, de pronto otra historia sería.
Nos guste o no que Bad Bunny cobre tanto, si queremos un festival rentable, sostenible y que convoque a toda la nación, ese sapo nos lo tenemos que tragar siempre y cuando duplique o triplique los 900 millones que factura este o cualquier estrella que venga. Más bien hay que aprovecharlos para que quien vaya al festival se deslumbre con estas estrellas, pero también se lleve una buena impresión de nuestros músicos y deje sus recursos en la ciudad.
Impensable volver a los festivales en los que solo se escuchaban los músicos que vivían en Valledupar, el festival se creció y sí, es hoy una industria cultural con fines de lucro y comercio y no una entidad de beneficencia de los músicos. Si se volviera al festival doméstico no vendrían más de 30 mil personas y lo lamentarían desde el músico local, pasando por los organizadores de eventos, empresarios de hotelería, gastrobares, taxistas, hasta el vendedor de cholados.
No me gusta el estilo trapero ni la voz que parece alternar con un ataque de hipo de Bad Bunny, tampoco me interesa si tiene muchas novias, así sea una Kardashian, así que, como muchos, conviene echarle dulce al sapo con nombre de conejo antes de tragármelo, y rogar para que atraiga mucha gente y así quede para pagar, ojalá algo más que la premiación del festival como los justos honorarios a los intérpretes vallenatos.