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Por Fredy González Zubiría – Investigador cultural.*
Este día se conmemora en honor a la memoria de Bartolina Sisa Vargas, declarada heroína nacional en Bolivia, quien a la edad de 25 años, junto a su esposo Tupac Katari, lideró levantamientos contra el Imperio español. Luego de 7 años de confrontación, Bartolina fue capturada, arrastrada por un caballo, amarrada de los pies, y posteriormente, descuartizada. Clavaron su cabeza y extremidades en diferentes lugares donde ella participó en la resistencia para amedrentar a los indígenas.
Infundir terror mediante el corte de la cabeza y colocarla en un asta era una vieja estrategia europea y feudal. Los españoles de Riohacha lo hicieron más de una vez. Arévalo dice: “Ninguna razón tuvo la gente del Rio del Hacha para matar a su padre y del odio que manifestaron cortándole la cabeza, poniéndola en un palo y más ultraje a su cuerpo”.
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Intento desde mi perspectiva -muy personal- describir a la mujer wayuu, no a través de la historia, ni de la antropología, ni de lo mediático, sino del honor que he tenido de tratar a muchas de ellas: parientes, amigas, estudiantes, profesionales, artistas y artesanas.
Aman y son defensoras de su territorio, más que en cualquier ciudad, en su comunidad se sienten tranquilas y seguras. Custodias de su cultura. Trabajadoras incansables, emprendedoras, excelentes estudiantes y profesionales. Magníficas anfitrionas, para ellas es muy importante que la visita se sienta cómoda y a gusto. Prudentes, piensan dos veces antes de hablar. Leales cien por ciento, no gustan de lo taimado. Quizás solo llegarán a odiar a quienes atenten contra sus familias y saben que sus hijos algún día podrán ir a la guerra por un motivo de estos. Valientes, pero no pendencieras, son aplomadas y objetivas, no andan pendiente de burlas y tonterías. Tejedoras por naturaleza, sus manos son instrumentos mágicos del diseño abstracto. Y todas muy espirituales. Los guajiros todos les debemos mucho a ellas.
