Por Abel Medina Sierra-Investigador Cultural*.
“Fiscalía le pone la lupa a alerta de presunta irregularidad de manejos en la Dirección de Cultura” tituló Diario del Norte una nota este jueves 20 de junio. Ya con anticipación, en este y otros medios, se habían pronunciado los consejeros de cultura distrital y algunos oráculos alertaban sobre la tozudez del Secretario de Educación, Alejandro Ávila para “destronar” a la responsable de cultura, Astrid Herrera, hecho que llevó a cabalidad con la complicidad (¿o negligencia?) del alcalde Suaza.
Estos hechos que ya mojan tinta en los medios regionales, son apenas la sintomática punta del iceberg sobre lo que se viene: un mayúsculo escándalo que superará el que padeció el Fondo Mixto de Cultura bajo la nefasta gerencia de Cesar Henríquez y que lo tiene en prisión domiciliaria. El asunto, según denuncian los cultures, no solo se reduce a esta administración de Suaza, sino la de Alexa Henríquez, la que, en un convenio con recursos de cultura, literalmente “se despachó”, y como me dijo un trabajador de la cultura “cuadró caja” en su efímero paso por la Alcaldía de Riohacha.
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Lo de Suaza no me sorprende. La verdad nunca tuve ni siquiera pocas expectativas de lo que pudiera hacer a favor de Riohacha y menos por la cultura. Como profesional de las lenguas y escritor, siempre he pensado que quien no tiene en orden su discurso mucho menos tiene las ideas. De alguien cuyo único mérito vendible en campaña es que ha sabido administrar una ferretería es normal esperar que la cultura y las artes le valgan una tuerca. De un alcalde que propone que una feria ganadera que apenas va a organizar su primera versión sea declarada como patrimonio cultural, se puede esperar cualquier estolidez. Alguien debiera explicarle a Suaza que patrimonio significa “legado”, por lo tanto, es lo que hemos recibido por tradición y herencia como representativo de nuestra identidad.
Para el sector cultural, el nombramiento de Astrid Herrera como responsable de la Dirección de Cultura fue de bien recibo. Pero el alcalde, nunca la empoderó para que cumpliera compromisos concertados con el sector cultural. Más bien la degradó al permitir que el secretario de educación, se arrogara la investidura de administrador de cultura del distrito. El asunto terminó como tenía que terminar: nadie que tenga dignidad va a aceptar que otro le administre la casa y los recursos. Para todos es claro que, para Suaza, los recursos de cultura son “para cumplir compromisos”, y que los maneje Ávila significa que estarán a disposición de la casa Bermúdez que anda en campaña política.
Lo que pasó con Astrid Herrera se suma a una historia reciente de desatinadas decisiones que afectan el sector cultural y por los que tanto Suaza, Alexa Henríquez y otros más que pasaron estos cuatro años deben responder: la creación de un festival de barrio por acuerdo que obliga al Distrito a asignar una cuantiosa partida, mayor a la que se asigna para los carnavales, solo para apalancar la campaña de un concejal a la alcaldía; igual alcaldada para respaldar el festival de Camarones; las improvisaciones con las escultura de Francisco El Hombre y el obelisco; la bendita feria ganadera patrimonial, los convenios con los peajes más altos que se puedan dar y otras anomalías que causarían asco al estómago más fuerte.
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No hay una propuesta clara ni seria del alcalde para cumplir con la ruta que concretice que podamos constituirnos de verdad y no en el papel, en distrito cultural y turístico. Tampoco lo va a hacer, porque si teniendo postgrado en finanzas no fue capaz de formular una propuesta para salir de los pasivos que casi llegan a los 50 mil millones, mucho menos debemos esperar un modelo de ciudad creativa y turística. Para “enmendar” lo de Astrid Herrera, recurre a nombrar un director de cultura de bajo perfil y desconectado del sector como acaba de hacer, no sabemos si se prestará solo para firmar lo que mande Ávila y acolite el Alcalde.
Apoyo total a los consejeros de cultura del Distrito de Riohacha en sus denuncias, y preparemos la nariz para cuando la Fiscalía destape la olla podrida de Alexa y Suaza.
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