El mundo se encuentra atravesando un momento de turbulencia histórica. La rivalidad entre Estados Unidos y China por la hegemonía económica mundial es el eje central del escenario internacional. El reciente ascenso del yuan chino como la segunda moneda más utilizada en el comercio global, superando al euro, no es un hecho menor.
Durante décadas, el dólar ha dominado el comercio y las reservas internacionales. Después del acuerdo de Bretton Woods en 1945, esta moneda se estableció como la divisa internacional, respaldada por el patrón oro y la fortaleza de la economía de ese país. Sin embargo, el sistema de convertibilidad del metal colapsó en 1971, y desde entonces, su estabilidad ha dependido de la confianza global en la economía norteamericana. Hoy, alrededor del 63 % de las reservas monetarias del mundo están denominadas en dólares, aunque en su momento este porcentaje llegó a superar el 80 %.
No obstante, esta hegemonía del dólar enfrenta desafíos. El ascenso del yuan chino es una expresión de la competencia económica y geopolítica en la que el mundo está inmerso. La nueva composición económica del mundo, donde los países miembros del BRICS han superado en tamaño económico a los países miembros del G7, son una muestra del crecimiento de las negociaciones con monedas diferentes al dólar.
Los números reflejan esta tendencia. Según datos recientes, el yuan ahora representa más del 7 % del comercio global, comparado con el 6 % del euro. Aunque aún está lejos del dólar, que ostenta más del 50 %, el crecimiento del yuan ha sido notable en la última década, duplicando su participación en los últimos cinco años. A su vez, China ha incrementado su influencia en los bancos centrales de todo el mundo, donde las reservas en yuanes han crecido a más del 2 % en comparación con el casi 0 % hace una década.
El mundo post-pandemia ha intensificado la necesidad de diversificación en las reservas y transacciones internacionales. La guerra en Ucrania, y las consiguientes sanciones impuestas a Rusia por parte de Occidente, han acelerado un proceso de reconfiguración de las alianzas monetarias. Este último, ha aumentado significativamente el uso del yuan en el comercio bilateral con China, un movimiento que ha motivado a otros países, como, por ejemplo, Brasil, la economía más grande de Latinoamérica, a considerar alternativas diferentes al dólar y al euro.
Los cada vez más presentes riesgos de la inflación y las altas tasas de interés, también juegan un papel crucial. En un contexto en el que los bancos centrales, encabezados por la Reserva Federal, han adoptado políticas monetarias restrictivas para contener la inflación, el atractivo del dólar como reserva de valor podría reducirse. Al mismo tiempo, China mantiene acciones monetarias más estables y ha buscado posicionar el yuan como una moneda de referencia para el comercio global.
Ante las mencionadas situaciones, ¿estamos presenciando el comienzo de un cambio en el sistema económico mundial? La respuesta claramente es no, al menos, no en corto plazo se dará un desplazamiento rápido y masivo del dólar, dado su predominio histórico y organización internacional. Sin embargo, el hecho de que el yuan haya superado al euro como segunda moneda comercial muestra que no se debe subestimar la capacidad de China para redibujar el mapa económico global.
Este es un momento único en la historia reciente de la humanidad, en el que la geoeconomía y la geopolítica están redefiniendo los términos del poder económico global. Como ocurrió con el fin de la hegemonía europea después de la Segunda Guerra Mundial, la estructura del poder mundial puede estar cambiando nuevamente. ¿Será el yuan la nueva moneda de referencia en las próximas décadas? Nadie tiene la respuesta definitiva, pero el hecho de que se esté siquiera planteando esta pregunta es indicativo de cuán inestables son los cimientos del sistema financiero actual.